sábado, 5 de junio de 2010

Meditación del 5 de Junio

"Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado" (Hechos 1:9)

Nuestro Señor se fue después de concluir todo lo que tenía que decirles. Comenzó a ascender a la vista de los once discípulos. Ellos no lo vieron en el momento que se levantó de la tumba cuando resucitó, pero le
verían muchas veces después con lo que tendrían suficientes evidencias de la resurrección. Pero ahora es diferente, no lo volverán a ver hasta Su regreso en gloria, por tanto ascendió delante de sus ojos, concluyó Sus palabras de instrucción a los discípulos y se fue.


Nuestro salvador ascendió al tercer cielo tan pronto como finalizó su obra, no solo de hacer y sufrir, sino de dar suficiente instrucción a los apóstoles acerca del reino de Dios: "Apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios" (
Hechos 1:3). Cristo dejó este mundo luego que puso en orden Su casa, que siguiera siendo bien gobernada después de Su muerte y resurrección, gastó un mes y diez días en esas labores.

El lugar que escogió para ascender fue el Monte de los Olivos (v.12); no fue una llanura ni un lugar oculto, sino un monte alto, que Su ascensión fuera de la forma más visible posible, abierta, a la mirada de todos.

Este sitio es el mismo lugar de donde fue tomado y llevado para ser crucificado; desde este monte salió para tomar Su cruz, donde se levantó para recibir Su corona. Cuán a menudo nuestro Dios hace que la misma causa de dolores y sufrimientos sea luego motivo de regocijantes victorias.


Y para que no quedase ninguna duda, viéndolo ellos con sus propios ojos, El comenzó a levantarse o despegarse de la tierra. No a sus espaldas o mientras estuviesen distraídos con otros asuntos y sus miradas en otra dirección, sino en plena y clara visión de todos.

Vieron directamente que la travesía de Cristo comenzó en el suelo del monte del Olivar y finalizó en el cielo cuando una nube le ocultó. Vieron todo el proceso de lo natural revelado por sus propios ojos hasta entrar en la esfera de lo celestial, lo invisible, después de ahí le vemos mediante la fe sentado a la Diestra de Dios en las alturas.

Amén.

P.Oscar Arocha, www.ibgracia.org

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