4. Los puritanos fueron realistas sobre el pecado remanente, conflictos y problemas que son rutinarios en el caminar de la vida cristiana.
La visión puritana del pecado
Con pocas excepciones, fueron de teología reformada. Creían en la depravación radical del corazón humano y en la continua presencia del pecado remanente en el creyente.
Los evangélicos de hoy no suelen reflejar este realismo debido a un nebuloso entendimiento de lo que es el pecado.
En algunos círculos, la tendencia es catalogar la conducta compulsiva fuertemente arraigada como posesión demoníaca o algo semejante y rechazar que un creyente verdadero pueda experimentar tal conducta. Otros evangélicos adoptan el "modelo de enfermedad" para cualquier adicción. Esta visión absuelve al paciente de responsabilidad: es la víctima de condiciones biológicas o algún otro severo trauma sufrido en su niñez.
Estas ideas presumen una visión no-Agustiniana sobre el pecado (como acciones voluntarias, de la voluntad). Tal visión teológica del pecado que no lleva al inmediato arrepentimiento y a esfuerzos de disciplina personal se considera demónico o físico (o imposible!). Pero los Puritanos, debido a su conocimiento del pecado remanente (la carne), reconocían la existencia de problemas profundos asociados a pecado y que solamente habrían cambios como resultado de la gradual "penetración de la verdad."
Para analizar la visión y entendimiento del moderno super optimismo evangélico de la vida cristiana basta con hojear los títulos de los materiales más populares sobre discipulado. Por citar un ejemplo, el material de Los Navegantes "Diseñado para Discipular" [ The Navigator's Design for Discipleship]. Este material se utiliza como parte de un curso de dos años llamado "Series 2:7". Todo el programa de dos años dedica sólo tres capítulos al tema de juicios y conflictos con el pecado.
Contraste lo anterior con el concepto puritano "diseñado para discipular" del Directorio de Baxter. Baxter analiza a profundidad el deslizamiento y la pérdida de seguridad (el sentido de estar distanciado de Dios). Provee inventario específico de los "grandes pecados" (incluyendo materialismo y orgullo, no mero sensualismo), provee ayuda contra tentaciones, los "beneficios de las aflicciones", e instrucciones maravillosas para confrontar la muerte. Mientras que el material de Los Navegantes asume una existencia general tipo clase media, segura, Baxter enfoca los problemas particulares del pobre, del rico, del oprimido, así como del profesional.
Y Baxter no es un autor aislado en este "realismo". Otros dos textos puritanos son clásicos sobre el tema de la depresión (Thomas Goodwin's A Child of Light Walking in Darkness y William Bridge's A Lifting Up for the Downcast). Ambos asumen que el cristiano verdadero con "verdadera paz" atravesará períodos desérticos -tiempos donde se ha escondido la luz de Dios. Bridge cita diversas causas en la pérdida de paz:
(1) "grandes pecados" (conducta pecaminosa obvia)
(2) "debilidad en la gracia" (aumento del orgullo y deseos idolátricos subyacentes)
(3) "negligencia en el deber" (de disciplinas básicas en los medios de gracia)
(4) "falta de seguridad" (acusaciones demónicas sobre la consciencia)
(5) "tentaciones"
(6) "deserción" (distanciamiento deliberado de Dios con propósito de disciplina)
(7) "aflicción"
(8) "inutilidad" (falla en usar dones para ministerios)
(9) "desalientos derivados de la condición misma" (deprimirse porque se está deprimido!)
El dominio del pecado
En esencia, la causa principal del realismo puritano deriva de su total entendimiento sobre la naturaleza del pecado remanente. Las cuatro obras de John Owen le convierten en el maestro por excelencia: "Sobre la Mortificación del Pecado en el Creyente", "Sobre Tentaciones, su Naturaleza y Poder", "Naturaleza, Poder, Decepción y Prevalencia de los Remanentes del Pecado en Creyentes", y su "Tratado sobre Los Dominios del Pecado y la Gracia" [“Of the Mortification of Sin in Believers,” “Of Temptation: The Nature and Power of It,” “The Nature, Power, Deceit, and Prevalency of the Remainders of Indwelling Sin in Believers,” and “A Treatise on the Dominion of Sin and Grace.”].
Para Owen, la principal diferencia entre creyentes y no creyentes es la ruptura del dominio del pecado (Romanos 6). Sin embargo, en el creyente permanece la influencia del pecado con sus mismas tendencias básicas, aunque debilitadas. Por lo tanto hay dos problemas pastorales: convencer de su ubicación a quienes todavía estén bajo el dominio del pecado y convencer de su nueva ubicación a quienes ya no están bajo el dominio del pecado. Un buen consejero bíblico debe prepararse para ambas tareas con sumo cuidado.
¿Cuáles son los signos del dominio del pecado?
Para Owen, algunas veces el dominio es muy discernible ...como en el caso de quienes visiblemente entregan sus miembros a ser instrumentos de injusticia y pecado. Una vida abiertamente licenciosa muestra a tal persona sujeta al dominio del pecado -sin importar lo que diga. Pero Owen rápidamente nos muestra que el dominio del pecado no siempre es evidente.
Una vida de moralidad externa, de interés en estudios bíblicos, de gozo en los deberes religiosos, y de arrepentimiento de pecados externos no son sinónimos de estar libres del dominio del pecado (todos estos signos pudieran estar presentes y sin embargo que el pecado reinara en tal persona). El pecado reina cuando la "imaginación" (es decir los motivos) del corazón se halla controlada por el pecado.
Los patrones básicos de la imaginación pecaminosa son tres, según Owen: (1) "orgullo, auto-exaltación, deseo de poder y de grandeza", (2) "sensualidad y falta de limpieza de vida", (3) "incredulidad, desconfianza, pensamientos duros acerca de Dios". Egoísmo, auto-gratificación, voluntariedad.
Si bien el creyente ya no está bajo el dominio del pecado, sin embargo no escapa a su influencia. La influencia tiene poder real, permanece en el creyente aunque esté destronada. La "carne" se refiere a esa corrupción remanente que anhela ser Dios en lugar de colocarse bajo Dios. Es un principio de aborrecimiento a Dios.
Egoísmo, auto-gratificación, voluntariedad están presentes en cada uno de nosotros. Como cristianos hemos de aprender a detectar la carne y sus operaciones cuando, como en las raíces de viejos árboles, penetra y enreda la vida por debajo de la superficie. A menos que seamos capaces de discernir tales raíces, nos controlarán y distorsionarán y nos harán realizar incluso deberes piadosos con motivaciones falsas.
Egoísmo, auto-gratificación y voluntariedad deben discernirse cada vez que aletean y afectan nuestra conducta, relaciones, actitudes, posturas. Los puritanos no se asombrarían con las revelaciones sobre líderes cristianos (aparentemente) efectivos en inmoralidad sexual. Ellos sabían cuán fácilmente es que un cristiano verdadero haga su ministerio y buenas obras bajo el control de la carne.
Lovelace: "no es sorpresa darse cuenta que muchas congregaciones llenas de personas regeneradas están, sin embargo, medio muertas en lo espiritual, puesto que la vida espiritual demanda metanoia, una nueva mente arrepentida, y esto requiere mucho más que programar el corazón contra las sombrías expresiones del pecado -como cuando el creyente recién es convertido... muchas congregaciones de cristianos profesantes están saturadas de esta clase de justicia muerta... justicia superficial que no proviene de fe y acción renovadora del Espíritu, sino de orgullo religioso condicionado conforme a tradiciones..."
¿Cómo entonces establecer diferencia entre dominio del pecado y pecado remanente en el creyente? Owen escribe cuán crucial es para un consejero poder decir la diferencia.
Especialmente importante porque el pecado puede ser más violento y en apariencia más fuerte porque ha sido destronado y está muriendo.
Owen primero enseña que el dominio del pecado se nota en la "dureza de corazón." Los creyentes que pudieran sufrir la influencia del pecado se entristecen de sus propias motivaciones pecaminosas. Tal tristeza y preocupación de su pecado es signo saludable de que esta persona no está bajo el reinado del pecado.
También, Owen puntualiza que el creyente verdadero experimenta "mortificación": reconocen y trabajan en sus motivaciones pecadoras y no solamente en su conducta externa. "Cuando las únicas restricciones sobre el pecado son las consecuencias de las acciones, el pecado tiene dominio sobre la voluntad."
Los puritanos (y Owen no es la excepción), fueron preocupados al extremo para clasificar todo. Pero incluso Owen admite que hay un tipo de "condición intermedia" en la cual es imposible decir si una persona está bajo el dominio del pecado o si ha caído en una pérdida de poder espiritual irrecuperable con los medios ordinarios de la gracia. Por ejemplo el caso de David en los meses posteriores a su adulterio con Betsabé. En tales casos un pastor debe enfrentar a la persona como lo hizo Natán, advirtiéndole en los más fuertes términos sobre el peligro.
Por supuesto, el tipo de consejería para quienes están bajo el dominio del pecado es evangelismo. Owen nos dice que estas personas están adoloridas por las consecuencias de su pecado, pero son incapaces de ver su pecado como pecado. Necesitan la presentación clara y directa del evangelio.
Tim Keller. CCEF http://www.ccef.org/puritan-resources-biblical-counseling
Tim Keller is pastor of Redeemer Presbyterian Church in New York City.
This article appeared in The Journal of Pastoral Practice Volume 9, Number 3, 1988.
© 1988, 2010 - The Christian Counseling and Educational Foundation
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