martes, 8 de junio de 2010

Discernimiento

Ministrar es más que duro. Ministrar es imposible. Y a menos que tengamos el fuego del Espíritu Santo impreso en nuestros huesos, simplemente no sobreviviremos. El ministerio Pastoral es un llamado, no una carrera. No es un trabajo a realizar para subir escalones de la carrera o alcanzar posiciones donde se obtiene más atención.
Uno no entra al ministerio porque le agrada su pastor de jóvenes o porque Mami piensa que eres bueno para eso o porque sirve para evitar trabajos manuales.
Es increíble la cantidad de gente que desea entrar sin tener un sentido claro de ser llamado.
La pregunta es ¿Qué es ser llamado?
Y para responder, aprendamos de los que han sido antes que nosotros.

8 CUALIDADES DE UN MINISTRO
Martín Lutero, reformar del siglo 16, teólogo que despertó la Reforma Protestante, listaba las siguientes ocho cualidades obligadas:
* capaz de enseñar sistemáticamente
* elocuencia
* una buena voz
* una buena memoria
* saber cuándo y cómo terminar
* seguridad de doctrina
* disposición de entregar cuerpo y sangre, riqueza y honor, en la obra
* sufrir para sí mismo burlas y sarcasmos de otros

3 INDICACIONES DEL LLAMADO
John Newton, clérigo anglicano del siglo 18 y escritor del famoso himno "Sublime Gracia", describe (1) el deseo honesto y sincero de ser empleado en el servicio, (2) competencia suficiente en canto a dones, conocimiento, presencia, y (3) apertura correspondiente de la Providencia, por una cadena gradual de circunstancias que apuntan a los medios, el tiempo, el lugar, de comenzar realmente la obra.

¿ES EL MINISTERIO PARA TI?
George Whitefield, evangelista del siglo 18, ofrecía este consejo: "pregunta a ti mismo una y otra vez si predicarías a Cristo si tuvieras que entregar tu vida por hacerlo; si percibes el descontento humano de tener que cumplir tu deber ahora, ten por seguro que tu mente no está dispuesta."

CALIFICACIONES
Charles Hodge, teólogo reformado del siglo 19, distinguía entre calificaciones intelectuales, calificaciones espirituales y calificaciones corporales, todas las cuales han de estar presentes en el llamado genuino.
Robert L. Dabney, otro distinguido teólogo presbiteriano del siglo 19, listaba las siguientes calificaciones:
* piedad saludable y de crazón
* reputación justa de santidad de vida
* fuerza de carácter respetable
* alguna experiencia cristiana
* aptitud para enseñar

Si bien las perspectivas de estos hombres estuvieron condicionadas por la cultura, el punto principal es el mismo: es imperativo examinarse. Se requiere confirmación. El llamamiento es importante.
Al discernir el llamado de Dios en tu vida, considera el consejo de quienes han ido antes de ti.

Darrin Parick. The Resurgence. http://theresurgence.com/discerning-God%27s-call

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