Hemos visto cuán balanceados fueron en sus diagnósticos de causas de problemas personales. No debiera sorprender descubrir cuán balanceados fueron también en sus prescripciones y tratamientos.
Muchos consejeros cristianos tienden a reflejar enfoques seculares que, o fijan su atención en los sentimientos (como el enfoque provisto por Rogers, centrado en el cliente), o lo hacen en las acciones (como el enfoque conductista de Skinner y sus colegas), o lo hacen en "raciocinio" (como las terapias emotivo-racionales de Ellis y Beck).
Los Puritanos no caen en ninguna de estas categorías modernas.
Considere la discusión clásica sobre tentaciones que hace Thomas Brooks en "Remedios Preciosos" [Precious Remedies]. Cada tentación tiene raíces doctrinales. Brooks describe raíces de tentación en falsos arrepentimientos, en entendimiento inapropiado de la santidad de Dios, y en el hueco entendimiento del pecado remanente.
Muchas otras tentaciones tienen raíces sociales, por ejemplo malas compañías, la idolatría de buscar la complacencia de otros, o la desilusión provocada por líderes cristianos inconsistentes. Y muchas tentaciones provienen de pensamientos distorsionados sobre fuentes verdaderas de satisfacción. Tendemos a "racionalizar el pecado como si fuera virtud."
En cada caso Brooks considera de tres a cuatro "remedios", es decir enfoques de consejería. Algunos son conductas de "tareas en casa", como el alejarse de maas compañías. Otros son remedios de consuelo puro, como por ejemplo a la persona que repetidamente cae en pecado de la naturaleza. En lugar de sólo exhortar al arrepentimiento, Brooks alienta tiernamente. Puntualiza que "incluso el más renombrado y ahora coronado de los santos, en sus días terrenales tuvo recurrencias en el mismo pecado. Una oveja también puede caer en el pozo, igual que un cerdo."
Con gentileza, recuerda también al creyente desconsolado que ninguna experiencia de convicción de pecado o incluso del amor divino puede "vacunar o asegurar el alma contra la posibilidad de recurrir en el mismo pecado". Hasta personas como Pedro, testigo de la gloria de Cristo en el monte, más tarde le negó. Esta clase de consejería se dirige a traer consuelo y paz a la persona sujeta a dolor emocional.
Con todo, los remedios de Brooks parecieran muy similares a la terapia "cognitiva". El puritano ve los problemas como debidos en gran medida a distorsiones doctrinales, a incredulidad, a mentiras que creemos de Dios y de nosotros mismos. Por lo tanto sus remedios son apasionados argumentos escriturales en los cuales confiar con fuerza y constancia de modo consciente contra las mentiras que estén dominando en el corazón.
Urge constantemente al lector a "profundizar" en verdades particulares.
Por ejemplo, reconoce que muchos son tentados a presumir de la gracia. Creen que "la obra de arrepentimiento es fácil, y por ende su alma no tiene que lidiar con pecado. ¡Cómo! Supón que pecas -dice Satanás- bueno, no es tan difícil regresar, confesar, estar contristado y pedir perdón".
Brooks dice a la persona que se halla bajo el poder de semejante distorsión que recuerde cuál es la naturaleza del diablo, un mentiroso. Antes de pecar, te dirá que es fácil arrepentirse; pero después de pecar te dirá que arrepentirse es muy duro! Ambas cosas son mentira. "Ah almas, les tienta a pecar al sugerir lo fácil del arrepentimiento mientras socava hacia la desesperanza, y luego presenta el arrepentimiento como lo más difícil del mundo, como un trabajo tan arduo para el hombre así como el cielo lo es el infierno, como la luz a las tinieblas. Oh que tú fueras sabio para romper tus pecados con oportuno arrepentimiento! Arrepentirse es una obra que debe hacerse oportunamente, o nunca jamás se logrará."
En otro ejemplo explora el problema de la prosperidad de los malvados. Muchos cristianos se autocompadecen y pecan al ver la prosperidad de impíos y sus vidas confortables. Brooks ayuda a que la persona tentada "observe la cuenta estricta que los hombres vanos habrán de rendir sobre los bienes que han disfrutado." Cita a Felipe de España en su lecho de muerte, clamando "¿de qué me sirve toda mi gloria si soy atormentado en mi muerte?". Brooks recuerda al creyente ver las cosas desde la perspectiva de los juicios de Dios. Que no hay mayor miseria en esta vida que no haber padecido miseria ni aflicción, no haber experimentado la vara de Dios! (Oseas 4:7)." Poderosos argumentos para que el creyente "considere."
Es un balance notable. Tal pareciera que los remedios de Brooks son semejantes a la terapia "cognitiva": cambio de ideas para aliviar ansiedad, miedo, depresión. Tal pareciera en ocasiones como un "conductista": cambio inmediato de patrones de vida.
La realidad es que Brooks no tiene miedo de profundizar buscando motivos y deseos. Consuela. Toma muy en serio estados emocionales.
Luego entonces, ¿es Brooks conductista, terapeuta cognitivo, consejero Rogeriano? No. No es ninguno de ellos.
Su balance proviene del hecho de no ser controlado por modelos cognitivos sobre la personalidad ni por modelos conductistas. No considera que el pensamiento o la conducta o las emociones constituyan las porciones más básicas de la personalidad. Tampoco ofrece su propia versión teórica de la personalidad donde interrelacione estos componentes en un patrón nítido de causa-efecto.
Más bien se concentra en el corazón (una palabra que a menudo intercambia con alma). Los "movimientos" del corazón son pensamientos, sentimientos y acciones. Los problemas se presentan cuando el corazón opera en incredulidad. Los problemas se solucionan cuando se "presenta" al corazón la verdad de la Palabra de Dios (terminología de Brooks), e influye sobre los pensamientos así como la voluntad y emociones.
Brooks instará a obedecer una verdad de inmediato y al mismo tiempo reflexionar y meditar hasta que el principio pensamientos e sentimientos, ambos.
Tim Keller. CCEF http://www.ccef.org/puritan-resources-biblical-counseling
Tim Keller is pastor of Redeemer Presbyterian Church in New York City.
This article appeared in The Journal of Pastoral Practice Volume 9, Number 3, 1988.
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