miércoles, 16 de junio de 2010

Meditación del 16 de Junio

“Procura venir pronto a verme, porque Demas me ha desamparado, amando este mundo, y se ha ido.” (2 Timoteo 4:9).


Más que una expresión, las palabras son un grito de congoja. Siendo ya viejo y listo para honrar con su sangre la verdad que había predicado, Pablo murió por su creencia, en su profundo amor por el Evangelio. Este capítulo registra que durante su ministerio recibió consuelo tanto de parte de Dios, como de los hombres. Pero también encontró infidelidad de los hombres.


Demas había abandonado al apóstol Pablo, con el agravante de que Alejandro el calderero trató de hacerle la vida imposible cuando con malicia combatió contra el apóstol. Y recibió maldición: “Alejandro el herrero me ha causado muchos males. El Señor le pagará conforme a sus hechos” (v.14).

Los hombres más amados por Dios a veces son entregados a fuerte desconsuelos y oposición. La partida de Demas fue muy dolorosa debido a la eminente posición que tuvo dentro de la iglesia; se volvió atrás luego de poner la mano en el arado, amó más las luces del mundo que a Dios.

En el contexto se ve que verdaderos cristianos, aún si fallan por carecer de espíritu y coraje, retendrán amor por la causa de Cristo, y Dios no dejará que las acusaciones del pecado los consuman, sino que vendrá a ayudarles: “En mi primera defensa nadie estuvo de mi parte. Más bien, todos me desampararon. No se les tome en cuenta. Pero el Señor sí estuvo conmigo y me dio fuerzas para que por medio de mí fuese cumplida la predicación, y que todos los gentiles escucharan. Y fui librado de la boca del león” (v. 16-17).


Es parte de la vida de los más amados hijos de Dios ser a veces abandonados por aquellos que han tenido más de cerca.

Fue así con Cristo mismo: “Pero todo esto ha ocurrido para que se cumplan las Escrituras de los profetas. Entonces todos los discípulos le abandonaron y huyeron” (Mateo 26:56).

A David le sucedió igual: “Casi me han eliminado de la tierra, pero yo no he abandonado tus ordenanzas” (Salmo 119:87).

Elías se lamentó de lo mismo: “Y él respondió: He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos, porque los hijos de Israel han abandonado tu pacto, han derribado tus altares y han matado a espada a tus profetas. Yo sólo he quedado, y me buscan para quitarme la vida” (1Reyes 19:10).


Dios permite esto para conformar a su propia cabeza, la cual es Cristo, quien fue abandonado por sus amados discípulos y nadie le consoló.

También, estarían forzados a ir a la fuente de todo consuelo, que es Cristo, Jesús.

Amén.

P.Oscar Arocha, www.ibgracia.org

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