martes, 29 de junio de 2010

Meditación del 29 de junio

"Henos aquí por siervos tuyos. Y les respondió José: No temáis; ¿acaso estoy yo en lugar de Dios? Vosotros pensasteis mal contra mi, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo” (Génesis 50:18).


He aquí graficado el carácter del patriarca José como modelo de un hombre compasivo, la ternura y misericordia de este buen hombre hacia aquéllos que le hicieron el mal: "Y José lloró mientras hablaban".

Si hubiese sido hombre de espíritu mundano, habría sido agrio con sus hermanos. Pero verdaderamente los había perdonado de todo corazón y les había dado abundantes pruebas de que la mala conducta de ellos había sido borrada de su memoria. ¿Cómo podemos imaginar que durante los diecisiete años transcurridos desde la llegada a Egipto se hubiera comportado como un hipócrita?

Pero José no atribuyó la desconfianza de ellos a la ingratitud, sino a los temores de la nueva situación en que estaban a consecuencia de la muerte de Jacob.


Si los hubiese visto como ingratos se habría enojado y no se habría fundido en lágrimas como ocurrió. Las suaves pasiones de su alma operaron fuertemente en el corazón de José. La furiosa pasión del enojo no encontró cabida, Josué temía a Dios.

Ahora bien, sus hermanos tampoco eran los mismos hombres fieros y envidiosos de antaño, la aflicción y el miedo los habían humillado hasta el polvo, como bien señala el salmista: "Bueno me es haber sido humillado, para que aprenda tus estatutos" (Salmo 119:71). Aceptaron el castigo de su iniquidad y se humillaron bajo la poderosa mano de Dios, habían cambiado, ahora son hombres diferentes. Es orgullo lo que nos hace sentir molestos cuando somos puestos por debajo de aquellos que hoy son nuestros iguales.

Procuremos no olvidar que es del Señor bajar al grande y exaltar al de abajo, de acuerdo a su propio placer.


Es notorio el esfuerzo de José para disipar todo pensamiento inquietante en las mentes de sus hermanos, vea su ternura: "Lloró y les respondió: No temáis; ¿acaso estoy yo en lugar de Dios" (v.19), Como si dijera "la venganza por el pecado es prerrogativa de Dios, no me pertenece."

José fue un magistrado puesto por Dios para tomar venganza de los que hacen el mal, sin embargo él mismo sabía y practicaba con temor santo que no podía ejecutar venganzas personales contra sus hermanos.


José vivió muchos años antes de que Moisés dijera: "Mía es la venganza, dice el Señor". No obstante sabía que la venganza es de Dios. Porque Dios se revela a los piadosos, les enseña buen sentido y sabiduría a todos los que creen y obedecen sus mandamientos. José no se atrevió a usurpar prerrogativas del Juez de toda la tierra, por su temor santo. Prerrogativas como la venganza, diariamente usurpada por todos y cada uno de los que no tienen espíritu perdonador, ¡cuánto daño hacen a la causa de la verdad y a ellos mismos!

Recuerda, tú y yo somos llamados a ser como Cristo: "A seguir sus pisadas" (1 Pedro 2:21-23).

Amén.

P.Oscar Arocha; www.ibgracia.org

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