martes, 22 de junio de 2010

Meditación del 22 de Junio

“Y aconteció que tres días después le hallaron en el templo, sentado en medio de los doctores de la ley, oyéndoles y preguntándoles” (Lucas 2:46).


Mientras los niños de su edad jugaban en las calles, Jesús estaba sentado en el templo, no mirando el mármol, ni los hermosos candelabros, ni el oro de sus paredes, ni la gloria exterior del edificio.

Tampoco hizo como hacen algunos padres con sus hijos que les permiten venir a jugar al momento de la predicación, el niño Jesús oía y hacía preguntas a los grandes teólogos de su época. Toda la sabiduría y conocimiento que ellos habían obtenido fue dada por El, ahora está oyendo lo que habían aprendido.

Helo aquí como un humilde discípulo. Sea esto un excelente ejemplo para nuestros jóvenes, será una virtud sentarse a oír atentamente las enseñazas de sus maestros. El pudo darles clase a todos, pero el Padre todavía no le había ordenado a Su ministerio público, así que por un buen rato debía sentarse a oír con diligencia y preguntar con decencia, aunque luego pueda salvarlos.


La vida humana tiene diferentes etapas, cada una para ser usada con humildad. No dudo que hay entre nosotros jóvenes que mañana serán grandes teólogos y predicadores, pero por el momento han de esperar turno.

En el ínterin su labor no es criticar ni murmurar sino oír atentamente y preguntar.


Oír y preguntar es algo que se aprende. Nadie podrá educarse correctamente si primero no aprende a oír, nótese: “Sentado en medio de los doctores de la ley, oyéndoles y preguntándoles”. Aun el Hijo de Dios tenía que quemar esa etapa: “Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres” (v.52).

El hombre sabio agrega: “Inclina tu oído y oye las palabras de los sabios… Porque es cosa deliciosa, si las guardares dentro de ti” (Proverbios 22:17). Padres, no dejes de orar y esfuérzate a que desde temprana edad tus hijos sean enseñados a amar la instrucción.

Que sean como Jesús, quien fue sabio y quería ser más sabio aún.

Amén.

P.Oscar Arocha; www.ibgracia.org

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