lunes, 23 de agosto de 2010

Meditación del 23 de Agosto

"El que sacrifica alabanza me honrará" (Salmo 50:23).


Honrar al Creador de manera activa es cuando nos entregamos de corazón a hacer lo que Dios manda y que sea magnificado y tenido en cuenta entre los hombres. En este sentido las alabanzas o el reconocerle en público y en privado son una forma de dar gloria.

Las cosas de la creación manifiestan el poder y la deidad del Creador, pero nosotros como criaturas racionales y redimidas podemos hacer más que eso, podemos hablarla, cantarla y explicarla a otros hombres como una invitación a que hagan lo mismo: "Te alaben, oh Jehová, todas tus obras, y tus santos te bendigan" (Salmo 145:10).


También es dar honra a Dios cuando sujetamos nuestra voluntad a la Suya, porque nuestras obras glorifican más al Señor que nuestras palabras: "Por lo cual asimismo oramos siempre por vosotros, para que nuestro Dios os tenga por dignos de su llamamiento, y cumpla todo propósito de bondad y toda obra de fe con su poder, para que el nombre, de nuestro Señor Jesucristo sea glorificado en vosotros, y vosotros en él, por la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo" (2Tesalonicenses 1:11-12).

Muchos pueden hablar buenas cosas de Dios, pero sus corazones no están sujetos a El, le honran con sus alabanzas pero lo deshonran con sus vidas.

Dios es muy glorificado en la obediencia de las personas. También le glorificamos cuando estudiamos cómo agradarle: "Para que andéis como es digno del Señor, a fin de agradarle en todo; de manera que produzcáis fruto en toda buena obra y que crezcáis en el conocimiento de Dios" (Colosenses 1:10).

Es honra para el maestro cuando sus alumnos se esfuerzan en complacerle.


En la providencia podemos glorificar a Dios, por ejemplo cuando preferimos Su gloria que nuestra comodidad, Su honra que nuestra complacencia.

Así fue con Cristo: "Ahora está turbada mi alma. ¿Que diré: Padre, sálvame de esta hora? ¡Al contrario, para esto he llegado a esta hora! Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: ¡Ya lo he glorificado y lo glorificaré otra vez!" (Juan 12:27-28).

Los hijos de Dios deben tener siempre presente que están para anunciar las virtudes de Cristo en este mundo, y así como hay empresas extranjeras que anuncian sus productos entre los dominicanos, del mismo modo los creyentes: "Pero vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido, para que anunciéis las virtudes de aquel que os ha llamado de las tinieblas a su luz admirable" (1Pedro 2:9).

La vida de un Cristiano fiel es un himno a Dios, y la de un infiel es una deshonra que ensucia y profana el nombre de Cristo: "Pero cuando llegaron a las naciones a donde fueron, profanaron mi santo nombre cuando se decía de ellos: ¡Estos son el pueblo de Jehová, pero de la tierra de él han salido!" (Ezequiel 36:20).


Es notorio que los hombres sobre la tierra piensan más en sus intereses personales que en la gloria de Dios. Una de las enfermedades a la cual están expuestos los creyentes es la que nos advierte el apóstol: "Porque habrá hombres amantes de los placeres más que de Dios. Tendrán apariencia de piedad, pero negarán su eficacia. A éstos evita" (2Timoteo 3:1-5).

Esforcémonos en buscar la gloria de Dios, porque la sentencia divina es muy clara sobre los que no le glorifican: "Porque he aquí viene el día ardiente como un horno, y todos los arrogantes y todos los que hacen maldad serán como paja. Aquel día que vendrá los quemará y no les dejará ni raíz ni rama, ha dicho Jehová de los Ejércitos. Pero para vosotros, los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá sanidad. Vosotros saldréis y saltaréis como terneros de engorde" (Malaquías 4:1-2).


Sea tu más sabio y conveniente deber glorificar a Dios en la posición que te ha colocado.

Si eres pobre glorifícale como tal, sé diligente, paciente, inocente y contento con tu estrechez.

Si eres rico, entonces glorifica a Dios con una mente humilde.

Si estás sano, glorifícale con tu salud.

Si estás enfermo, glorifícale por ser manso bajo Su mano que te ha afligido.

Si estás en posición de gobernar a otros, mejora el celo de tu labor mejorando todas las ventajas de ese servicio.

Si eres comerciante, glorifícale siendo justo en todos tus negocios, sin olvidar el dar a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César. Entiéndase que cada hombre ha sido enviado a este mundo para actuar la parte que el Gran Señor de la escena le ha puesto: "Que no defrauden a nadie, sino que demuestren toda buena fe para que en todo adornen la doctrina de Dios nuestro Salvador" (Tito 2:10).

Por tanto, que en todo consideres el fin por el cual fuiste enviado aquí, y que un día tendrás que comparecer ante el tribunal de Dios: "¡Ojalá fueran sabios, que comprendieran esto, Y se dieran cuenta del final que les espera!" (Deuteronomio 32:29).


Quiera el Señor darnos Su bendición en esto y que cuando lleguemos al final de la jornada podamos decir sin fingimiento como el apóstol:

"Porque nuestro motivo de gloria es este: el testimonio de nuestra conciencia de que nos hemos conducido en el mundo (y especialmente ante vosotros), con sencillez y la sinceridad que proviene de Dios, y no en sabiduría humana, sino en la gracia de Dios" (2Corintios 1:12).


Amén.

P.Oscar Arocha; www.ibgracia.org

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