lunes, 16 de agosto de 2010

Adolescentes.3

TEMAS BASICOS

Proverbios 1 describe tres aspectos fundamentales para los años juveniles. Estudia Proverbios 1. Discute cada tema con tus adolescentes. Primero, porque la opinión de Dios importa de modo supremo. El mira y pesa lo que hacemos. Segundo, porque los hijos necesitan aprender a escuchar a sus padres y recordar las cosas sabias que dicen. Tercero, porque hemos de ser cuidadosos para elegir nuestros amigos.

1. El temor de Dios

El temor a Dios es el principio del conocimiento, pero los necios desprecian sabiduría y disciplina (Proverbios 1:7)

Dios nos ve y nos pesa. Aquí empieza la sabiduría. Vivimos en tiempos peligrosos. Hay multitud de carreras tontas. Y algunas veces la iglesia no puntualiza aquello que más necesitamos escuchar. Por ejemplo, el evangelismo moderno enfatiza la inmanencia de Dios (Dios está con nosotros). El es nuestro amigo. Pero esto debiera balancearse igualmente con la trascendencia de Dios: Dios es Dios Santo. El es Soberano. El es Dios de gloria. Hemos de adorarle en asombro y reverencia.

Necesitamos enfatizar la trascendencia de nuestro poderoso y majestuoso Dios a quien teme todo aquel que es sabio.


El evangelismo moderno se pierde en esto a menudo. En lugar de ser atraídos a la presencia de un Dios asombroso y glorioso, reducimos la adoración a un mero entretenimiento. En los últimos 50 años, en círculos evangélicos, hemos abandonado la riqueza del himnario que teníamos. En muchos casos ha sido reemplazado con parodias musicales que se pueden aplaudir y brincar, que carecen la profundidad, belleza y majestad del himnario de generaciones pasadas.

Forma parte del movimiento de lejanía al sentido de un Dios trascendente, quien es glorioso, majestuoso, santo, asombroso, maravilloso. Es moverse lejos de un Dios quien ha de ser temido, adorado, ante quien nos inclinamos.

Nuestros hijos necesitan esta verdad. Necesitan conocer al GRAN Dios que les ama.

El temor a Dios es el Paso #1 en el sendero de la sabiduría.


Mi esposa y yo fuimos bendecidos con tres hijos nacidos en un período de cinco años. Han crecido juntos. Cuando pequeños, les leíamos historias del Nuevo y Viejo Testamento. Cuando jovencitos, argumentadores de todo y de todos, leímos juntos las epístolas. Tomamos las cartas de Pablo por separado y discutíamos cada uno de sus finos razonamientos en la mesa de la cocina.

De adolescentes, leímos los profetas. ¿Cuál es el tema de los profetas? Juicio. La santidad de Dios. Un Dios puro y santo que no tolera el pecado, que no pasa por alto nada, que está dispuesto incluso a expulsar al pueblo escogido del Pacto fuera de la tierra prometida y preservar sólo un pequeño rebaño. Un Dios que no será burlado, y que no pasará por alto la maldad.

Noche tras noche, confrontamos escenas de juicio en nuestras lecturas. Algunas veces me cuestioné como padre: “¿estaré haciendo lo mejor?”. Una noche, sentados los cinco a la mesa, revisábamos uno de los momentos de santidad del pueblo judío previos a un terrible período de juicio. Uno de nuestros hijos soltó de repente lo siguiente: “Papá, en lugar de traer un letrero pegado en el carro que dice ‘Sonríe, Dios te ama’, debiéramos pegar otro que diga ‘Tiembla, Dios es fuego consumidor’.”

Lleno de verdad, ¿no es cierto? De hecho, el amor de Dios no puede entenderse si no tenemos conocimiento apropiado de la ira de un Dios santo.


¿Por qué Cristo colgado entre el cielo y la tierra clama “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” ¿Por qué Dios derramó su ira sobre Su Hijo?

Porque El es Santo. No puede pasar por alto el pecado. No hay modo de que nos acepte en Su cielo a menos que nuestro pecado sea justificado [en Cristo]. Dejó de mirar a Su Hijo para poder vernos a nosotros. No podemos entender la muerte de Cristo si no entendemos la ira de un Dios santo y entender algo del temor a Dios.

Tus adolescentes necesitan desesperadamente conocer el temor a Dios.

Por esto es tan importante mostrarles al Dios grande y glorioso de modo que ocupe el tamaño que El debiera tener en sus vidas -no como algo insignificante en la órbita tangencial de sus vidas, sino en el único lugar.

El temor a Dios es el principio de la sabiduría.

  1. Recuerda las palabras de tus Padres

Oye, mi hijo, la instrucción de tu padre y no deseches la enseñanza de tu madre. Porque collares de gracia serán para tu cabeza y adornos para tu cuello (Proverbios 1:8).


Salomón amplía la idea en Proverbios 6:20-24

“Guarda, hijo mío, el mandamiento de tu padre, y no dejes la enseñanza de tu madre; átalos siempre en tu corazón, enlázalos a tu cuello. Te guiarán cuando andes; cuando duermas te guardarán; hablarán contigo cuando despiertes.

Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz, y camino de vida las reprensiones que te instruyen, para que te guarden de la mala mujer.”


Urge a su hijo: “recuerda las palabras de tus padres.”

Durante esos años adolescentes necesitamos conectarnos con nuestros hijos, decirles cosas como “cariño, te quiero mucho; estamos comprometidos contigo. Por favor no permitas que estos años sean tiempos de lejanía.”

Ciertamente no tienen por qué ser así.

Necesitamos urgir a nuestros jóvenes a que vean la sabiduría de amarrarse a lo que Papá y Mamá han dicho y enseñado y a no distanciarse de ellos.


¿Acaso suena esto a egoísmo? Si tú no hablas así a tus hijos, ¿quién lo hará? ¡No nuestra cultura!

Tristemente hay hasta ministerios eclesiásticos de jóvenes que podrían alejar los hijos de sus hogares y familias. Margy -hija nuestra- fue con un grupo de jóvenes de la escuela cristiana a un gran congreso sobre liderazgo juvenil. El conferencista, un hombre joven, lo primero que dijo fue “quiero que todos los viejos salgan del salón. Los jóvenes no hablarán conmigo si ustedes están aquí.” De modo que todos los sabios y maduros adultos, con eones de experiencia, se levantaron y salieron del salón. Todos excepto Margy.

El conferencista debió levantarse y decir “jóvenes, miren a estos viejos que los han traído. Demos gracias a Dios por ellos. Se han sacrificado para que ustedes disfruten educación cristiana. Manejan los mismos viejos carros. Han ahorrado para ustedes. Demos gracias a Dios por ellos.”

En lugar de hablar así, ¿Cuál fue el mensaje? “saquemos a todos estos viejos de aquí porque no pueden entendernos.”

Este no es el mensaje que nuestros adolescentes necesitan oír.

Los ministerios de jóvenes necesitan enfocarse en tender puentes entre familia y hogar, y asegurarse que la familia y hogar caminen juntos en los senderos que deben andar.

Nuestros hijos necesitan ver la importancia de amarrarse a la guía y sabiduría de sus padres.


Tedd Tripp is Senior Pastor of Grace Fellowship Church in Hazleton, Pennsylvania.

This article appeared in Journal of Biblical Counseling, Volume 23 Number 3, Summer 2005.

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