"Y Jesús, teniendo misericordia de el, extendió la mano y le tocó, y le dijo: Quiero, sé limpio" (Marcos 1:41).
El corazón humilde se echa a los pies de Cristo, pero el Señor lo levantará a su pecho. La respuesta del Señor a los pedidos de los humildes es de misericordia y compasión.
Misericordia aquí significa que Cristo fue conmovido en sus entrañas al ver el cuadro que presentaba este leproso, pero lo que le movió no fue el cuadro en sí, sino Su gracia. Esto es, hacer el bien a quienes no se lo merecen. El leproso vino en actitud humilde, consciente de su miseria.
"Extendió la mano y le tocó", el leproso sabia que Cristo tenia el poder y que solo bastaba decir la palabra de sanación, no obstante Cristo le tocó. No se avergonzó de acercarse tiernamente a este pobre pecador, lo que El hace por nosotros lo hace de la manera más tierna posible.
Hay mucha ternura en este pasaje, pero mucha mayor ternura cuando tomó nuestros pecados y los cargó sobre sí en la cruz del Calvario. El poder de Cristo empleado para beneficio y cura de las almas necesitadas, por su pura compasión.
Nada tenemos que nos recomiende delante de Dios, más bien nuestras miserias son un buen argumento pero para rogar su misericordia.
Cristo resolvió rápidamente la duda del leproso, este dijo: "Si quieres, puedes limpiarme". Se acercó dudando del favor del Señor, puso un si condicional en su petición, condicionó la voluntad de Cristo. Pero Cristo rápidamente quitó la duda, y le dijo: "Sí quiero". El Cielo responde rápidamente aquellos que prontamente se apoyan en la voluntad de Dios, no en la de ellos mismos: "Se haga según tu voluntad".
Quienes por fe se entreguen a la voluntad de Cristo buscando misericordia y gracia pueden estar seguros que El generosamente les dará la misericordia y gracia que están buscando. El Señor dió la ayuda con más disposición, que el deseo con que el necesitado pedía.
Así es también con los que buscan salvación de sus almas del dominio del pecado. Y en esto Cristo es un Médico que no está siempre en el camino. Ha dado demostraciones más que evidentes y suficientes de que es capaz y está deseoso de salvar a los pecadores.
Mire cómo su poder y misericordia acompañan Su palabra: "Y así que el hubo hablado, al instante la lepra se fue de aquel, y quedó limpio" (v.42). La cura fue total y perfecta al instante que habló, quedó limpio. Cristo sana por medio de Su palabra, Su palabra tiene poder y energía, hará todo lo que El le mande hacer porque todas las criaturas tienen oído y voluntad para obedecer lo que Cristo mande. La inmundicia de la lepra salió despavorida tan pronto el Señor dijo: "Sé limpio". Nótese el texto: "Y la lepra se fue de aquél."
Así también el poder del pecado y adversidades se irán de nosotros tan pronto como Cristo diga: "Salgan de él".
Amén.
P.Oscar Arocha; ibgracia.org
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