jueves, 5 de agosto de 2010

De parte de Santiago

Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, a todos ustedes: saludos.
Hermanos míos, tengan por máxima alegría cuando se encuentren en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de su fe produce paciencia. Pero tenga la paciencia su obra completa, para que ustedes sean perfectos y completos, sin que les falte cosa alguna.

Y si alguno de ustedes tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada; porque quien duda es como la ola del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra.
No piense, pues, quien pida sin fe, que recibirá cosa alguna del Señor.
El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos.

El hermano que es de humilde condición, alégrese en su exaltación; pero el que es rico, en su humillación, porque él pasará como la flor de la hierba.
Porque cuando sale el sol con calor abrasador, la hierba se seca, su flor se cae, y perece su hermosa apariencia. Así también se marchitará el rico en todas sus empresas.

Bienaventurado el varón que soporta la tentación, porque cuando haya resistido la prueba recibirá la corona de vida que Dios ha prometido a los que le aman.
Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios, porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie, sino que cada uno es tentado cuando de sus propios malos deseos es atraído y seducido. Entonces, los malos deseos, después que han concebido dan a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.
Amados hermanos míos, no se equivoquen.
Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, de Padre de las luces, en quien no hay cambios ni sombra de variación. El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos lo primero y mejor de sus criaturas.

Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse (porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios). Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, reciban con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar sus almas.
Pero sean hacedores de la palabra y no solamente oidores, engañándose ustedes mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es como el hombre que se mira en el espejo: se considera a sí mismo y se va, y luego olvida cómo era.
Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.

Si alguno se cree religioso entre vosotros y no refrena su lengua sino que engaña su corazón, la religión del tal es vacía.
La religión pura y sin mancha delante de Dios el Padre es esta: visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo.
Amén.
De PD para los niños en Los Platanitos.

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