lunes, 2 de agosto de 2010

Amando a mi Invisible Vecino

Me resulta muy fácil amar a mi vecino. Esto es, siempre que permanezca invisible.
¿Se han dado cuenta cuán abstracta y etérea es mucha de la retórica cristiana en casi cualquier tópico?
Algunos cristianos hablan y hablan sobre "La Familia" mientras desatienden a sus hijos.
Otros cristianos "luchan" por "justicia social", "levantando las conciencias" acerca de "El Pobre" mientras compiten con sus amigos sobre la marca de sus ropas.
Otros cristianos pontifican sobre "La Iglesia" mientras miran para arriba cada vez que se refieren a la gente de sus congregaciones.
Otros cristianos son dogmáticos acerca de "La Verdad", mientras se auto-engañan sobre su propia esclavitud al pecado.

Pienso que esta tendencia se halla en cada uno de nosotros, de una u otra forma. Afirmamos todas las cosas correctas, ya sea en doctrina cristiana o en la práctica, aunque luchemos unos con otros acerca de ellas. Pero todo se halla en lo abstracto. Estas cosas son "temas", no personas.

Mientras "La Familia", "El Pobre", "La Iglesia" o "La Verdad" se mantengan como conceptos abstractos, mientras mi interacción sea tan distante como un argumento o una política, luego entonces los conceptos serán lo que yo quiero que sean.

El Espíritu nos advierte de este mal. Jesús lo advirtió a los fariseos que "luchaban por" la Ley de Dios mientras ignoraban sus obligaciones financieras con sus padres, todo bajo el manto de religiosidad (Marcos 7:10-12).

Y Santiago, en particular, nos enseña la diferencia que hay entre "luchar" por una causa y amar las personas. "Si tu hermano o hermana carece de ropas o de alimentos, y uno de ustedes le dice 've en paz, come y abrigáte' sin darle lo que necesita, ¿qué hay de bueno en esto?" (Santiago 2:15-16).
"Come y abrígate" es política, "ven, involúcrate" es amor.

Si nuestro amor se dirige a personas invisibles, ¿será sorpresa que menosprecien el evangelio?

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