lunes, 28 de febrero de 2011

Meditación del 28 de Febrero

"Jesurun se engordó y dio coces. (Te hiciste gordo, grueso y rollizo.) Y abandonó al Dios que lo hizo; desdeñó a la Roca de su salvación" (Deuteronomio 32:15).

Se necesita sabiduría celestial para que la prosperidad material no destruya el alma de un individuo. Si el progreso económico llega a un hombre necio de corazón, dice aquí la sentencia divina, ciertamente lo arruinará. Para ganar ventajas contra el mal de la prosperidad material, preferible emplear tal prosperidad en la gloria de Dios y el bien de otros.

Es corriente en la sociedad demandar a los ricos mayor participación en resolver males de los pobres, por ejemplo, quienes más tienen, pagar mayor cantidad de impuestos. Significaría que los beneficios aumentan la obligación para con los demás. 
Así las personas en dignidad debieran gobernar con ese bendito fin, que la sabiduría, el poder, la santidad, la justicia y la misericordia de Dios sea manifestada en las diferentes administraciones que El les ha dado.

Quienes disfrutan de cualquier tipo de buena abundancia, debieran, de acuerdo a sus capacidades, aliviar las necesidades de los otros. Cuando Dios prospera a un hombre, manda a dar para que de este modo la persona aumente sus riquezas, como alguien ha dicho: "Haz tu nido cerca del Señor y no en esta tierra, porque Dios ha vendido este mundo a la muerte".

Es cierto que en la historia del pueblo del Señor han habido muchos hombres prósperos y ricos en el buen sentido de la palabra, Abraham, Job, Daniel, 
Nehemíasetc.; pero también es notorio en la vida de aquellos santos varones que, al mismo tiempo de su abundancia, también fueron hombres muy generosos, porque no es posible que una persona sea piadosa y no dadivosa, como alguien ha dicho: ser cristiano y tacaño son asuntos opuestos.

A quienes  se le ha dado mucho de los bienes este mundo, mucho se les pedirá. Porque hay algunos que mucho reciben y poco dan, ven al pobre como una molestia en lugar de una excelente oportunidad para hacer el bien.

El mandamiento de Dios es: "Porque no faltarán menesterosos en medio de la tierra; por eso yo te mando, diciendo: Abrirás tu mano a tu hermano, al pobre y menesteroso en tu tierra" (
Deuteronomio 15:11). Es evidente la urgencia y peso que Dios imprime a este deber: "Por eso yo te mando"; no pensemos como los malos hombres, para ellos el deber es visto como una molestia en lugar de una necesidad del alma. Los deberes de la fe cristiana no deben considerarse molestia, sino beneficio a nuestras almas.

El apóstol persuadido de las glorias venideras da esta  exhortación: "A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos; atesorando para si buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna" (1 Timoteo 6:17-19).

Esto es, no seas como algunos que derrochan sus bienes  en cuanta vanidad y deseo mundano se les ocurra, siembran sus riquezas sobre la arena, olvidando que también de eso tendrán que dar cuentas a Dios. Tienen en abundancia, pero no saben ni les interesa aprender cómo hacer el bien a su prójimo, severamente serán castigados por su dureza. 

Pero aquellos quienes abren su corazón y extienden sus manos al necesitado, serán aceptados y recompensados por la divina misericordia. Ahora bien, a nadie se le ocurrirá sembrar semillas en la arena del mar sino en tierra fértil. En otras palabras, para hacer el bien se necesita un mínimo de sabiduría, y en aquello de dar debe empezar con la familia de la fe -nuestros hermanos en Cristo-, hacer bien a todos, pero primero a los soldados de Cristo porque esa es la mejor tierra para sembrar la generosidad, el Señor Jesús es alimentado y vestido en los miembros de Su iglesia.

En resumen, riquezas, honor, poder y prosperidad son tentaciones para el incrédulo, hacen crecer sus codicias, aumentan su culpa y destrucción. 
Para el sabio y fiel cristiano son talentos por medio de los cuales honran a su Señor y se hacen bien a ellos mismos: "El alma generosa será prosperada" (Proverbios11:25).

Amén.
P.Oscar Arocha,
www.ibgracia.org

jueves, 24 de febrero de 2011

Sumision a las Autoridades Civiles - 2

ROMANOS 13:1-7

El apóstol Pablo es bastante absoluto y explícito en cuanto a la actitud requerida de los cristianos de someterse a las autoridades. Esto, inevitablemente, provoca ciertas preguntas inquietantes. Sabemos por la misma Biblia y por la misma experiencia humana que las autoridades civiles no siempre hacen lo que están supuestos a hacer. No siempre recompensan al bueno y no siempre castigan al malo y en nuestro país podríamos decir que es un fenómeno muy común. Además en la Biblia hay casos particulares donde Dios aprueba que su pueblo no se someta a las autoridades civiles.

Entonces el problema que surge: ¿Cómo aplicar las enseñanzas de ROMANOS 13:1-7 ante la realidad que vivimos y viven otros creyentes en otras partes del mundo donde frecuentemente las autoridades no defienden lo bueno ni castigan lo malo?

Ejemplos de Desobediencia Civil en las Escrituras

Hechos de los Apóstoles 5.27-29
27 Cuando los trajeron, los presentaron en el concilio, y el sumo sacerdote les preguntó, 28 diciendo: ¿No os mandamos estrictamente que no enseñaseis en ese nombre? Y ahora habéis llenado a Jerusalén de vuestra doctrina, y queréis echar sobre nosotros la sangre de ese hombre. 29 Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.

Las autoridades habían prohibido a los apóstoles a predicar el evangelio de Jesús y los apóstoles no hicieron caso a las órdenes de las autoridades, pues evidentemente eran contrarias a las órdenes de Dios. Así que, obedecer a las autoridades nunca ha de estar por encima de la obediencia a Dios y cuando estas entran en conflicto el creyente ha de siempre escoger la obediencia a Dios.

Daniel 6.6-10
6 Entonces estos gobernadores y sátrapas se juntaron delante del rey, y le dijeron así: ¡Rey Darío, para siempre vive! 7 Todos los gobernadores del reino, magistrados, sátrapas, príncipes y capitanes han acordado por consejo que promulgues un edicto real y lo confirmes, que cualquiera que en el espacio de treinta días demande petición de cualquier dios u hombre fuera de ti, oh rey, sea echado en el foso de los leones. 8 Ahora, oh rey, confirma el edicto y fírmalo, para que no pueda ser revocado, conforme a la ley de Media y de Persia, la cual no puede ser abrogada. 9 Firmó, pues, el rey Darío el edicto y la prohibición. 10 Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes.

Aquí Daniel enfrenta el edicto del rey con coraje y valentía. En ningún lugar de la Biblia se manda a orar de rodillas con la ventana abierta tres veces al día. Cuando se dio el decreto, Daniel pudo haber escogido cambiar su costumbre y orar con las ventanas cerradas, pero Daniel escogió desobedecer de una manera confrontadora el edicto del rey claramente poniendo a Dios por encima de las autoridades civiles. Por esto fue echado a los leones, algo a lo cual no se resistió. Habrá momentos que como cristianos estaremos llamados a confrontar con desobediencia las leyes civiles cuando estas se opongan a los principios bíblicos o busquen presionarnos, con amenazas, a menospreciar a Dios. Es notable que Daniel no se resistió a ser arrestado ni tampoco buscó huir.

Otro caso de desobediencia lo encontramos Daniel 3:9-18 donde el Rey Nabucodonozor exige a todos los presentes que se postren ante una estatua de un ídolo y los amigos de Daniel, Sadrac, Mesac y Abednego se rehusan. En este caso estaban siendo mandados a pecar contra la ley moral de Dios y ellos hicieron como todo creyente haría, escogieron morir antes que pecar contra Dios. No obstante, en este caso, Dios los libró milagrosamente. En los versos 17-18 hallamos su impactante respuesta al rey.

He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. 18 Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado.

Obedecerían a Dios aunque les costara la vida.

También vemos desobediencia civil bendecida por Dios en el caso de la reina Ester, en el caso de Rahab la ramera y el caso de las parteras en Egipto.

Es evidente entonces, que aunque el creyente está llamado a someterse a las autoridades en todo, hay ocasiones cuando debe desobedecer. En ocasiones porque lo que se les manda es pecado y en otras porque su obediencia a las autoridades mostraría mayor temor a los hombres que a Dios.

Veamos algunas observaciones de estos casos de desobediencia civil que vemos en las Escrituras y que Dios aprobó.

1. Todas las desobediencias fueron pacíficas. En ninguno de los casos tomaron armas o usaron de violencia contra las autoridades establecidas.

2. Los que desobedecieron se sometieron voluntariamente a las consecuencias. Los apóstoles fueron aprisionados y golpeados por su desobediencia. Daniel fue echado en un foso de leones. Los amigos de Daniel fueron echados en un horno de fuego y tanto Ester, Rahab y las parteras estaban exponiendo sus vidas. Desobedecieron sabiendo que les podía costar la vida y estuvieron dispuestos a entregarla sin oposición.

3. La desobediencia no fue para preservar sus vidas o aumentar su comodidad sino como testimonio a la verdad de Dios. En todos los casos les hubiese sido menos riesgoso obedecer a las autoridades civiles, pero hay situaciones cuando el testimonio de la Palabra de Dios está en juego y como creyentes puede ser estratégico y en algunos casos necesario ser desobedientes a las autoridades civiles.

4. La convicción y la influencia del Espíritu de Dios juega un papel importante en aquellas situaciones cuando no es obligatorio desobedecer, sino un acto de heroísmo. Para tal persona pasa a ser obligatorio por el peso y la convicción del Espíritu en ellos. Fue el caso de Daniel. Por tanto, puede haber situaciones cuando no todos los creyentes tengan que desobedecer a las autoridades civiles porque pueden buscar la manera de no pecar sin desobedecer, pero Dios pondrá el peso y la convicción en algunos y estos desobedecerán a las autoridades civiles para honrar a Dios.

Si nuestras autoridades prohíben el congregarnos como sucede en otros países como Cuba y China, ¿qué haremos?

Si nuestras autoridades prohíben que disciplinemos a nuestros hijos con la vara como sucede en Finlandia, Suecia, Dinamarca, Noruega y otras naciones, ¿qué haremos?

Si nuestras autoridades prohíben predicar en contra del pecado de la homosexualidad como sucede en Canadá, ¿qué haremos?

Si ponemos en riesgo nuestras vidas por predicar el evangelio como en ciertos países Islámicos, ¿qué haremos?

Espero que en todos esos casos escojamos obedecer a Dios antes que a los hombres.

Meditación del 24 de Febrero

Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer” (Romanos 15:13).

El verso es una oración a favor de los creyentes en Roma, pedía para que fuesen llenos de gozo y paz, con el efecto de ensanchar la esperanza cristiana. Esto significa que sólo y únicamente Dios es quien puede dar paz y gozo, y esto con el poder del Espíritu Santo y por medio de Su Palabra. 
Ciertos dones pueden ser obtenidos por esfuerzo propio, sin embargo hay otros que Dios da por medio de la oración. Llevar el alma humana a esa dulce y deleitosa quietud es prerrogativa divina. Que Pablo rogase por los creyentes en Roma es señal de que solo Dios puede dar al corazón ese estado tan deseado, no podemos sin Su bendición.

Los creyentes son como los bebés, pueden ponerse nerviosos, atormentarse por sí mismos, pero no sosegarse, y mucho menos gozarse; llevarlos a gozo y paz es obra del Espíritu de Dios. 
La oveja puede extraviarse, incapaz de volver sola al rebaño, el pastor ha de traerla. Si el auto se descompone, el mecánico debe repararlo. Disfrutar la vida cristiana o vivir en gozo y paz, es obra de Dios. 
Dicho de otro modo, estas gracias no son adquiridas sino infundidas o concedidas, son dones del Señor. Y agregamos que serían concedidas en sus propios medios, la oración y fe en Su Palabra. 
Un hombre pudiera hacer lo que manda la Biblia para tener gozo, pero si no tiene la bendición del Señor, no podría gozarse. Eso es  prerrogativa divina: “Si Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican” (Salmo 127:1).

Viviendo una vida sumamente agitada, hay no pocas tensiones dentro y fuera del hogar. Necesitamos la paz de Dios que sosiegue y no nos deje zozobrar. 
Al presente, es necesario que el Señor nos vea con ojos de misericordia y nos bendiga con esta petición: “Nos llene de todo gozo y paz”
Estamos más cerca de la gloria que cuando creímos, ahora más que nunca es necesario ser llenos del gozo que prepara el alma para el cielo. Gozo del alma saludable que está más próxima del final glorioso. 
Es por medio de este gozo celestial que el Señor Jesús infunde al corazón creyente seguridad de Su eterno amor, y que por gracia nos pertenece la vida eterna.

Amén.
P.Oscar Arocha,
www.ibgracia.org

miércoles, 23 de febrero de 2011

Meditación del 23 de Febrero

Apolos, natural de Alejandría, varón elocuente, poderoso en las Escrituras…. siendo de espíritu fervoroso, hablaba y enseñaba diligentemente lo concerniente al Señor” (Hechos 18:25).

Hay diferencia entre carácter y personalidad. El carácter indica moralidad, y la personalidad manera de hacer las cosas. El carácter se relaciona con lo bueno o lo malo, la personalidad no siempre. El carácter es la esencia de la persona. 
Apolos era de buen carácter, hombre bueno, un verdadero cristiano, y su personalidad apasionada, manifestaba la bondad en forma ardiente. 

Los cristianos son de buen carácter y dentro de sus posesiones esenciales están el gozo y paz: “El reino de Dios es justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo” (Romanos 14:17). Tal es la alimentación para su peregrinar sobre la tierra. 
Dios tiene una despensa de gozo y paz celestial para hombres y mujeres cuyo carácter es ser verdaderos creyentes. El salmista, actuando como vocero divino lo dice así: “Para los santos que están en la tierra, Y para los íntegros, es toda mi complacencia” (Salmo 16:3). La paz y el gozo son propiedad exclusiva de los hijos de Dios. 

Esa quietud mental y alegría de corazón tiene origen en el Dios de esperanza, para apropiarse por medio de la fe: “En el creer”. La plenitud depende de la medida de confianza que el creyente tenga en Cristo. 
Hay ocasiones en que el día amanece nublado, el cielo está gris y el ánimo de la gente se apaga -en la naturaleza oscuridad y tristeza van de la mano. 
En el mundo espiritual es semejante, paz y alegría están unidas de manera inseparable con luz. Luz es sinónimo de felicidad. Un rostro brillante es lo mismo que una cara alegre, nótese: “Gozo y paz en el creer” 

El creyente pudiera atravesar por una providencia nublada, pero si hay luz en su alma -en contra y a pesar de todo pronóstico- estará gozoso, como Pablo: “Como entristecidos, más siempre gozosos” (2Corintios 610).

Amén.
P.Oscar Arocha,
www.ibgracia.org

martes, 22 de febrero de 2011

Sumision a las Autoridades Civiles - 1

Romanos 13:1-7.

El texto inicia con una declaración bastante absoluta:

Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas.

Este primer verso claramente nos dice que todos estamos mandados por Dios a someternos a las autoridades civiles y nos da varias razones.

1. La razón fundamental por la cual toda persona debe someterse a las autoridades es porque Dios es quien los puso allí. Como dice Daniel 2:21: [Dios] quita reyes y pone reyes. La razón fundamental para obedecer a nuestro presidente, al policía de tránsito, a los jueces y a cualquier autoridad civil es que Dios los puso allí. Y Dios no solo pone los buenos gobernantes sino también los malos.

El rey Jeroboam fue uno de los reyes más malvados de Israel y en 1 Reyes 12:15 se nos dice que fue Dios quien lo hizo rey. Poncio Pilato entregó a Jesús para que fuese crucificado injustamente y el mismo Jesús le dijo: Ninguna autoridad tendrías sobre mí si no te hubiera sido dada de arriba. Dios es quien pone a los gobernantes en su lugar, sean buenos gobernantes o malos.

Esto nos enseña que Dios ha establecido gobernar en parte por medio de autoridades civiles que el mismo establece. El hombre no se inventó el gobierno. Dios lo ha establecido. Es parte de su plan.

O sea, que la Biblia nos manda a someternos a las autoridades civiles, no por reverencia a ellos, sino por reverencia a Dios. Pues Dios los puso allí. La implicación es clara. Vs 2.

De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos.

Pero esa no es la única razón que el apóstol Pablo nos da. Veamos las demás.

2. Las autoridades civiles son servidores de Dios para tu bien. (vs. 3-4)

Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella; porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo.

Aunque no siempre actúan para nuestro bien, están allí para nuestro bien y si no hubiera autoridad civil cada quien hiciera lo que bien le pareciera, la sociedad sería un caos y la situación sería mucho peor.

3. No someterse puede tener fuertes consecuencias

Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo.

En otras palabras, si robas, es posible que vayas preso o hasta te maten. Si no respetas las leyes de tránsito es posible que te multen. Si no pagas tus impuestos te puede costar caro. El desobedecer las autoridades civiles puede tener consecuencias terrenales dolorosas y cuando ellos te aplican la justicia están sirviendo a Dios.

4. La autoridad civil está fundamentada en la ley moral de Dios

Cuando nos referimos a la ley moral de Dios nos referimos a esa regla de conducta y ética que Dios exige de todos los hombres en todos los tiempos y en todo lugar. Es a lo que Pablo le llama en Romanos 2:15 la obra de la ley escrita en el corazón de todos los hombres. Dios ha puesto su ley moral en el corazón de todos los hombres y cuando el texto dice: Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo, nos muestra que no son las autoridades quienes determinan lo bueno y lo malo, sino Dios y las autoridades están para defender a los que hacen el bien y castigar a los que hacen el mal. Ya Dios ha establecido lo bueno y lo malo, las autoridades están puestas por Dios, no para definir lo que es bueno o malo, sino para establecer el bien y castigar el mal. Por eso en el vs 5 el apóstol apela también a nuestras conciencias como razón para someternos a las autoridades civiles.

Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia.

Cuando no pagas tus impuestos, no solo estás violando las leyes de los hombres, sino también la ley de Dios, pues estás robando. Cuando no provees sustento a hijos de un matrimonio anterior o de una relación extra marital, no solo estás violando las leyes de los hombres, sino la de Dios. Por tanto, no solo obedecemos la ley de los hombres cuando nos pueden atrapar, sino que la obedecemos siempre para mantener una limpia conciencia delante de los hombres y delante de Dios.

En resumen, la Biblia nos manda a someternos a las autoridades civiles porque:

1. Son instituidas por Dios

2. Están allí para tu bien

3. Puedes ser castigado si no te sometes

4. Porque tu conciencia te acusaría por violar una le superior, la ley moral de Dios.

Meditación del 22 de Febrero

“Donde esté tu tesoro, allí también estará tu corazón” (Mateo 6:21).

Sería imposible esperar disfrutar una gran herencia y no darle mente. Cuando estamos a la espera de una gran fortuna festejamos la mente con la imaginación de lo que esperamos. Es obligado disfrutar los favores antes de poseerlos, es esa imaginación y esperanza lo que nos mueve. 
Del mismo modo, la contemplación del cielo es una fiesta a la imaginación. 
La sentencia divina es bien clara: “Donde esté tu tesoro, allí también estará tu corazón” (Mateo 6:21). Supongamos un mendigo adoptado por la realeza de Inglaterra, no será difícil adivinar donde estaría su imaginación durante el viaje hacia aquel palacio. Tiene paz porque se acabó la pobreza, gozo porque es rico, y todo ello alimenta su esperanza de la moradas celestiales.

Aquí hacemos conciencia que incluso un poderoso discurso, racional y deleitoso a la mente humana, sin embargo no afecta la voluntad del hombre. Obediencia a la verdad es obra exclusiva de Dios en el poder de Su Santo Espíritu obrando sobre la voluntad humana. 
En particular, esta vida de paz, gozo y sólida esperanza es exclusiva de los verdaderos creyentes porque el Espíritu de Dios reside sólo y únicamente en ellos. Leámoslo: “Por el poder del Espíritu Santo”
Es harto difícil mover la voluntad de hombres y mujeres, aun de uno mismo. Los padres son los que más poder han tenido sobre la voluntad ajena, sus hijos, y en el mejor de los casos no pueden moverlos a la obediencia, a menos que Dios bendiga sus labores paternales. 
Si alguno piensa el bien, es cosa fácil que trate de controlar su imaginación, y  no podrá. Sólo y únicamente el Espíritu Santo puede controlar la imaginación y llevarnos a paz y gozo que produce esperanza de vida eterna.

Amén.
P.Oscar Arocha,
www.ibgracia.org

lunes, 21 de febrero de 2011

Meditación del 21 de Febrero

“Que a nadie difamen, que no sean pendencieros, sino amables, mostrando toda mansedumbre para con todos los hombres.” (Tito 3:2)

La mansedumbre es gracia que ennoblece; proporciona honorabilidad triunfante, hermosa, primorosa, valiente y ejemplar. 
Y además es placentera, beneficiosa, y por último de singular ayuda en esta vida como preparación al mundo por venir. Recordemos lo que es y cómo opera: Cuando somos injuriados u ofendidos nos sentimos amenazados, el instinto natural nos pone en pie de guerra, pero allí la mansedumbre inicia su trabajo, cuando la ira inflama los sentimientos de venganza.

Su obra consta de cuatro partes, a saber: deliberar, calmar, amarrar la lengua y enfriar los sentimientos. Trabajo operado bajo luz del Cielo. 
Decimos esto porque hay una luz de la tierra y otra de arriba. 
No es un secreto que cuando nos vengamos u ofendemos a quienes entendemos se lo merecen, experimentamos una sensación de agrado, pero esto es un placer animal, como la fiera cuando se satisface con su presa. Nos sentimos bien pero no hemos hecho bien, porque la venganza es una prerrogativa divina. Además no se ha contribuido en nada al amor, lo cual procura el bien ajeno. Se actuó como hombre, no como santo. 
En cambio, cuando nos defendamos como mansos, haremos el bien y recibiremos la satisfacción que da el deber cumplido.

En este mundo hay muchas buenas cosas que proporcionan placer. Placer en lo que vemos, lo que a veces oímos, y en lo que sentimos, pero el mayor de todos es el placer que se levanta en nuestro fuero interno, el gozo del corazón. 
La mansedumbre tiene la tendencia de producirlo, allí donde el deleite puede ser más intenso y duradero.

Amén.
P.Oscar Arocha,
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domingo, 20 de febrero de 2011

Proverbios 18:19

El hermano ofendido es más tenaz que una ciudad fuerte, y las contiendas de los hermanos son como cerrojos de alcázar.

El proverbio parece extremo. ¿Será tan difícil reconciliar a un hermano ofendido? ¿Tan poca esperanza de recuperación?
Salomón enseña que una vez hemos ofendido a un hermano, casi estamos sin esperanza.
Señor, ¡ten misericordia!

¿Por qué la ruptura es tan severa?
Es ley natural que ofender a quienes nos aman puede crear odio. Porque nos han dado afecto, lealtad, servicio y confianza, la ofensa penetra hasta lo más íntimo y requiere mayores reparaciones que si lo hubiera hecho alguien extraño.
Pequeñas ofensas encienden fuegos maritales o familiares, aunque tales ofensas fueran insignificantes y fácilmente ignoradas en otro tipo de relaciones.

Caín mató a Abel. Esaú buscó acabar con Jacob. Los hermanos de José lo vendieron como esclavo. Abasalón planificó durante dos años la muerte de su hermano Amnón.
Pablo y Bernabé en su segundo viaje misionero discutieron fuertemente sobre Marcos. Pablo no podía olvidar la deserción de Marcos en su primer viaje. Bernabé, tío de Marcos, se ofendió por el rechazo de Pablo. Dos grandes santos, compañeros cercanos, se fueron por caminos diferentes.
Señor, ¡ten misericordia!

La sabiduría consiste en evitar ofensas entre hermanos, especialmente en la iglesia. Puesto que es tan difícil recuperar una relación cercana, lo mejor es evitar ofensas en primer lugar. ¿Has ofendido a otro? Busca reconciliarte tan pronto como puedas. ¿Eres tú el ofendido? Procura pasar por alto la transgresión o sigue el procedimiento ordenado para resolverlo.

El proverbio enseña una ley natural. No es justificación para ser lentos en perdonar a ofensores. Tampoco es justificación para abandonar a quienes están heridos.
El hombre espiritual no vive bajo leyes naturales.
Vive por el Espíritu de Dios, quien le enseña a ser lento para la ira y rápido en perdonar.
Señor, !ten misericordia!

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Meditación del 20 de Febrero

"De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien" (1Pedro 4:19).

Cuando es dicho con ligereza que se haga la voluntad de Dios, será hecha forzadamente y de último, pero hacerla bien requiere que sea libre y de primero. Si una ciudad ha sido sitiada y después de muchos ataques es capturada, la ciudad no se rindió, sino que fue vencida. 
Tampoco puede decirse que nos hemos encomendado a la voluntad de Dios si para ganar Dios tiene que darnos martillazos hasta quebrar la voluntad. 
De manera que una cosa es que nos quiebren la voluntad y otra que la hayamos cedido libremente a Dios. Cuando a Faraón se le agotaron los recursos para impedir la salida de los israelitas, entonces renunció a su voluntad y los dejó salir: "E hizo llamar a Moisés y Aarón de noche, y les dijo: Salid de en medio de mi pueblo vosotros y los hijos de Israel, e id, servid a Jehová, como habéis dicho" (Exodo 12:31).

Resignó su voluntad a la de Dios puesto que no podía hacer otra cosa. Hacer la voluntad de Dios o encomendarnos a Su voluntad, no es hacerlo forzado ni al final, sino libremente y desde el principio. Jesús no dijo: "Mi Padre me ha mandado a beberla, sino: "¿No la he de beber?" (v11). Sus palabras denotan una firme resolución. No de último, sino libre y de primero. No mencionó la necesidad de honrar las Escrituras, sino la voluntad del Padre. Tuvo en consideración las Escrituras y eso es obvio por Sus palabras, pero la esencia es que cumplió la voluntad del Padre por un principio de amor. 
Semejante lenguaje encontramos en José cuando fue tentado: "¿Cómo, pues, haría yo esta gran maldad y pecaría contra Dios?" (Génesis 39:9).
 
En las palabras de Cristo hay algo más que simple obediencia. 
Es como si dijera: "Es mi Padre, El me ha mandado a beber esta copa, ¿cómo no la beberé?" El amor debiera mover la obediencia de cualquier cristiano. El amor es el cumplimiento de la Ley. Así fue en Cristo, en los apóstoles y en todo verdadero creyente.

¿Cuándo hacer esta encomienda de nuestras almas a Dios? ¿Haciendo qué cosas nos resignamos a la voluntad del Padre? 
La respuesta en sentido general es esta: "Cada día muero" (1Corintios 15:3). Es una obra diaria, pero especialmente frente a los sufrimientos; Pedro particulariza así: "De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien" (1Pedro 4:19).

Amén.
P.Oscar Arocha,
www.ibgracia.org

sábado, 19 de febrero de 2011

Spurgeon

Meditación del 19 de Febrero

"Encomienda a Jehová tus obras, y tus pensamientos serán firmes" (Proverbios 16:3).

Tu conciencia y experiencia testifican que no es posible encontrar verdadero consuelo en ti mismo, y por eso haces lo correcto en salir a buscarlo, lo único que -a menudo- buscas en el lugar equivocado. 
Aprende esto: no podrás hallarlo en las criaturas, sino en el Creador. De ahí que el hombre sabio aconseja: "Encomienda a Jehová tus obras, y tus pensamientos serán firmes" (Pro.16:3). Las cosas descansan en su centro o apoyo, ¿y acaso no es Dios el centro y apoyo de todas las cosas?  
Mientras más indiferente sea el corazón de un hombre hacia las cosas externas o fuera de él, más quieto y sedado estará su espíritu. Cuando un hombre ha encomendado su alma a Dios, será más indiferente a todas las condiciones posibles: "En Dios solamente está acallada mi alma" (Salmo 62:5)
La oveja come quieta y reposadamente cuando se resigna a la voluntad del pastor. Por tanto, es una buena y excelente cosa encomendar y darnos nosotros mismos a la voluntad de Dios. Sus designios se harán de cualquier modo, por lo tanto estudia la Soberanía de Dios y pon tu mente, tus afecciones y tu voluntad a tono con la Suya, entonces conocerás de verdadera paz.

La consolación mayor ante el peligro se obtiene cuando nos resignamos a la voluntad de Dios, mire la resolución tomada por 
Joab: "Al ver Joab que el frente de batalla estaba delante y detrás de él, eligió a algunos de entre todos los escogidos de Israel y dispuso sus escuadrones para enfrentar a los sirios. Puso al resto de la gente bajo el mando de su hermano Abisai, quien dispuso sus escuadrones para enfrentar a los hijos de Amón. Y Joab dijo: Si los sirios son más fuertes que yo, tú me darás auxilio; pero si los hijos de Amón son más fuertes que tú, yo iré a auxiliarte. Esfuérzate, y luchemos valientemente por nuestro pueblo y por las ciudades de nuestro Dios; y que Jehová haga lo que le parezca bien. Entonces se acercó Joab, con la gente que estaba con él, para combatir contra los sirios; pero éstos huyeron ante él" (2Samuel 10:9-13). Nota el "entonces" del verso 13, haz tú lo mismo y el Señor será quien peleará por ti; tal como peleó por Jesús y por medio de la muerte venció la misma muerte.

Amén.
P.Oscar Arocha,
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viernes, 18 de febrero de 2011

Meditación del 18 de Febrero

“No te alegres, oh Israel, hasta saltar de gozo como los pueblos, pues has fornicado apartándote de tu Dios” (Oseas 9:1).
 
Esto es, no te alegres como se alegran los incrédulos. Ellos se alegran en una de estas tres cosas: una alta posición social, abundancia de dinero, o placeres. Honor, dinero o deleites. De otro modo: Fama, poder o delicias.

Uno puede gozarse en asuntos materiales o terrenales, pero el regocijo o gozo pleno de nuestro corazones creyentes pertenece sólo a Cristo: “No os regocijéis de que los espíritus se os sujetan” (
Lucas 10:20). 
Richard Baxter comenta: "No se regocijen que los espíritus se sujeten a ustedes, sino que ustedes están sujetos a quien redimió vuestras almas." Nadie se regocije porque posee una alta posición en la sociedad o aun dentro del pueblo de Dios, sino porque Dios te incluyó en el Nuevo Pacto. Como se dijo en días pasados, nuestro gozo ha de ser sólo en la Supremacía de Cristo. 
No cabe duda que tener la capacidad de echar fuera demonios proporciona un puesto de alta dignidad entre buenos hombres, pero el gozo del creyente radica en Cristo Jesús. 
Mientras mayor la altura de una persona, mayor peligro para su alma. Una alta posición social, abundancia de dinero, o placeres no debe ser motivo de gozo sino de precaución, por el peligro que envuelve. Bien fueron reprendidos: “No os regocijéis de que los espíritus se os sujetan”.

¿Cómo manejar adecuadamente el gozo carnal? 
Disfrutar con una eficaz medida de moderación. Si el refresco es muy dulce, lo propio sería aguarlo para que no empalague: una alegría carnal se modera desarrollando un sentimiento contrario. 
Job fue rico, honorable y con abundancia de placeres antes de que le sobreviniera enorme calamidad, y en sus deleites siempre le puso una nota eficaz de moderación, le echaba agua, nótese: “Me ha acontecido lo que yo temía” (Job 3:25). 
Cuando algo terrenal le daba alegría, pensaba en la posibilidad de perderlo, moderaba sus sentimientos de alegría de modo que el gozo carnal no afectase el bien de su alma. Repito, no decimos que tales gozos sean malos, sino que nuestra labor primaria es crecer en lo mejor, lo celestial -no tanto en lo bueno, sino en lo mejor-, y cultivarlo. 
Lo nuestro es sentir gozo del cielo estando en la tierra.

A esto Jeremías 
Borrough da tres recomendaciones. “Cuando recibas algún bien terrenal que te produzca gozo, haz estos tres: piensa que tú no lo mereces. Luego, piensa en tus hermanos en la fe que están pasando necesidad, y por último, piensa que en cualquier momento puedes perderlo. Moderaría tu corazón y te prepararía para gozarte solo en Cristo Jesús Señor nuestro”.

Amén.
P.Oscar Arocha,
www.ibgracia.org

jueves, 17 de febrero de 2011

Frases gastadas

¿Cómo es posible que reflexionemos tan poco sobre el verdadero amor?

Aprender, por ejemplo, a distinguir entre el amor y el afecto sensible hacia otra persona, entre la admiración y los deseos de posesión de otro ser, emociones que pudieran prolongar o coincidir con el amor pero que en realidad muy poco tienen que ver con él.

Escuchamos la ligereza de tantos cuando dicen que "han perdido el amor de determinada persona." ¿Qué han perdido? ¿El amor o solo el afecto hacia tal persona? Si lo que han abandonado es la decisión de entregarse a esa persona o solo un cierto atractivo que sintieron o unas cuantas experiencias placenteras que obtenían.
Me cuesta aceptar que el amor pueda perderse como si se perdiera un celular.
Quienes dicen que el amor se apagó, debieran ser lo suficientemente honestos para preguntarse si realmente lo tuvieron alguna vez.
Y quienes aducen que la sorpresa ha sido ver el cambio de tal o cual persona, y que tras tal decepción no son las mismas personas que amaron, pienso que el verdadero amor no acepta solamente a la persona querida tal y como ella es, sino también tal y como ella será.


Porque un amor verdadero no es otra cosa que entrega apasionada y buscar la felicidad de quien se quiere. El amor es don, y solo don, sin pedir nada a cambio. Es lógico que amor produzca amor, pero surge la duda si alguien en verdad ama cuando ama "para" ser amado, quien condiciona el camino de ida con el precio de vuelta.

Al subrayar que el amor verdadero pone a la gente "fuera de sí" para "re-centrarse" en otra persona, en otra tarea o en un más alto ideal, quiero indicar que no solamente amor es el que surge de un hombre concreto a una mujer concreta y viceversa. ¿Por qué, sino por amor, trabaja el investigador con auténtica devoción? ¿Qué, sino el amor, lleva a misioneros a lejanas tierras? ¿Quién más que el amor encienda las cocinas, cambia pañales, cuida ancianos, mima enfermos, se esfuerza porque el pan no falte en la mesa?

Así es el amor que enseña el evangelio, que nunca se opondrá al verdadero amor pero sí a esos engañosos "días de fiesta" así como a todos aquellos que aman cuando en rigor solo se aman a sí mismos. Ser creyentes es estar seguros de que nos esperan magníficas sorpresas.
Y efectivamente, una de ellas será descubrir que hemos sido más queridos de lo que nunca nos atrevimos a imaginar.


P.Roberto Velert Ch.
Iglesia Evangélica Piedra de Ayuda,
Barcelona, España

Meditación del 17 de Febrero

“Jesús le dijo: No me toques, porque aún no he subido a mi padre; más ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios ya vuestro Dios” (Juan 20:17).

No se trata de una negativa cerrada sino de una dilación o posposición a la petición, aunque sabemos que es de una naturaleza diferente a como ella veía las cosas.  
Leer las promesas de los escritos de los profetas y oírlas de la boca de los ministros de Dios es bueno, pero es mucho mejor cuando las leemos de los labios de nuestro hermoso Salvador, en el lenguaje de la fe, porque la fe trae las cosas futuras del alma como si fueran presentes: "Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a  mi Dios y a vuestro Dios". 

Este mensaje que el Señor Jesús envía a Sus discípulos, está lleno de consuelo y santo estímulo. Hacía apenas tres días que habían huido y abandonado vergonzosamente. Sin embargo, ahora les habla como si los hubiese perdonado y olvidado todo. Su interés presente fue rescatar lo que se había extraviado; traerlos a la luz para tranquilizar sus conciencias, infundirles nuevo ánimo y restaurarlos en un todo a su anterior comunión. 
Ver esta escena es para pensar "De cierto que cada ser o cosa tiene su propio lugar de descanso, y no descansará hasta que no haya llegado a su posición de balance." Los cristianos son hijos de Dios, nacidos de arriba, de lo alto, de modo que ningún creyente encontrará completo descanso hasta que no haya llegado al cielo: Nacimos de Dios y hacia Dios vamos. A donde subió nuestro Redentor, hacia allá vamos.

Algo más, que nuestra relación con Dios, como resultado de unión con Cristo mediante la fe, es un inefable consuelo. Hablando de esa inextinguible fuente de luz, vida y bendición, nuestro Señor dice: “El es mi Padre y  vuestro Padre, mi Dios y vuestro Dios” (v17)
La frase es reveladora de la cercana relación entre Cristo y los creyentes, como también: “Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos” (Hebreos 2:11). La misma naturaleza espiritual, el mismo principio de vida está en la cabeza y en los hijos, los miembros del cuerpo de Cristo. 
Otro consuelo: La gloria o excelencia de un cristiano, y la gran condescendencia de Cristo en llevarlos a una relación tan gloriosa y cercana, o la manera admirable en que obró la unión de ellos: “El es mi Padre y  vuestro Padre, mi Dios y vuestro Dios” (v17).
 
Nuestro Salvador ascendió para preparar un lugar para los Suyos, y está listo para recibirlos. El fue a la muerte por nosotros, y ahora está preparando gloria para nosotros. El fue a preparar una mesa, tronos y excelente gloria para los que mediante el don de la fe han unido sus almas y sus intereses con El. 
Cristo ha entrado en gloria para luego compartirla con Sus discípulos. 
El mensaje es similar al enviado por José a Jacob: “José vive aún; y es el señor en toda la tierra de Egipto” (Génesis 45:26): los poderes en los cielos y en la tierra son de Cristo.

Amén.
P.Oscar Arocha,
www.ibgracia.org