Hoy inicio varias publicaciones consecutivas sobre el tema de Cristo y el cumplimiento de la ley basados en Mateo 5:17-18.

17 No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. 18 Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido.

La manera como Jesús empieza el verso 17 sugiere que probablemente era común que las personas pensaran que Jesús vino a cambiar la Ley. El pueblo era enseñado sobre la ley por los escribas y fariseos, pero cuando aparece Jesús en el panorama, una gran parte de sus reprensiones y correcciones fueron dirigidas a los escribas y fariseos. Ellos enseñaban ciertas regulaciones sobre el día de reposo y Jesús permitía que sus discípulos las violaran. Ellos daban reglas sobre como limpiarse para comer, pero Jesús permitía que sus seguidores no las respetaran. Los fariseos enseñaban a no juntarse con personas mundanas y pecadores, pero Jesús comía y bebía con personas conocidas por su inmoralidad con el fin de salvarlos.
Para el espectador común y corriente es muy probable que se llevara la impresión que Jesús estuviera enseñando una doctrina nueva y contraria a la que se encontraba en la Biblia que existía hasta ese entonces, nuestro Antiguo Testamento.
Entonces, en respuesta a esa posible impresión que sus contemporáneos podían tener de sí, Jesús afirma categóricamente que él no vino al mundo a abrogar o desechar la ley y los profetas.

Vs. 17 – No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir.

La frase “la ley y los profetas” es usada varias veces por Jesús para referirse a todo el Antiguo Testamento. “Ley” hace referencia a los primeros cinco libros de la Biblia y “profetas” hace referencia al resto del Antiguo Testamento. En otras ocasiones, “Ley” también puede usarse para referirse a todo el Antiguo Testamento. El punto es que Jesús está afirmando categóricamente que él no vino al mundo para abrogar, desechar o reemplazar la ley, sino para cumplirla.

Jesús no habló en contra de la Biblia, sino en contra de las tradiciones. El problema es que las tradiciones humanas estaban tan mezcladas con las enseñanzas bíblicas que resultaba difícil discriminar entre lo que eran mandamientos de Dios y lo que eran los mandamientos de los hombres. Eso fue un gran problema y lo sigue siendo hoy. Es normal que en una comunidad o en una iglesia surjan normas que con el tiempo se convierten en reglas no escritas. Pero si no se tiene cuidado, estas reglas son elevadas a nivel de mandamiento y cuando una persona las viola los vemos como si hubiesen pecado.

Un ejemplo de esto lo vemos cuando Jesús sana la mano seca de un hombre en Día de Reposo. Dios había mandado que no se trabajara en el día de reposo pero con el tiempo los fariseos habían desarrollado ciertas reglas particulares que se mezclaron con el mandamiento divino y produjo una distorsión en el propósito del mandamiento.

La reacción de Cristo y sus fuertes palabras contra los mandamientos de hombre fueron una reprensión contra las tradiciones humanas. No en contra de la Biblia. Dios conceda que esta iglesia siempre exalte la Palabra de Dios sobre las tradiciones humanas.

Entonces, Cristo deja claro que él no vino a rechazar o poner a un lado las enseñanzas del Antiguo Testamento, sino a cumplirlas.

- Mañana continuaremos con este tema