En reposo,
en silencio,
sé que Tú eres Señor.
Al estar en Tu presencia
sé que hay restauración.
Al oír Tu dulce voz
te seguiré,
mi Rey,
mi Dios.
No hay nadie como Tú, solo Cristo.
Moriste por mí en la cruz, viviré para alabar.
En el caos,
en tormentas,
sé que sigues siendo Dios.
Cuando siento que soy débil me das la gracia para seguir.
Al oír Tu dulce voz cantaré esta canción...
No hay nadie como Tú, solo Cristo.
Moriste por mí en la cruz, viviré para alabar.
Brooke Fraser/Hillsong Publishing 2005
viernes, 11 de febrero de 2011
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