viernes, 18 de febrero de 2011

Meditación del 18 de Febrero

“No te alegres, oh Israel, hasta saltar de gozo como los pueblos, pues has fornicado apartándote de tu Dios” (Oseas 9:1).
 
Esto es, no te alegres como se alegran los incrédulos. Ellos se alegran en una de estas tres cosas: una alta posición social, abundancia de dinero, o placeres. Honor, dinero o deleites. De otro modo: Fama, poder o delicias.

Uno puede gozarse en asuntos materiales o terrenales, pero el regocijo o gozo pleno de nuestro corazones creyentes pertenece sólo a Cristo: “No os regocijéis de que los espíritus se os sujetan” (
Lucas 10:20). 
Richard Baxter comenta: "No se regocijen que los espíritus se sujeten a ustedes, sino que ustedes están sujetos a quien redimió vuestras almas." Nadie se regocije porque posee una alta posición en la sociedad o aun dentro del pueblo de Dios, sino porque Dios te incluyó en el Nuevo Pacto. Como se dijo en días pasados, nuestro gozo ha de ser sólo en la Supremacía de Cristo. 
No cabe duda que tener la capacidad de echar fuera demonios proporciona un puesto de alta dignidad entre buenos hombres, pero el gozo del creyente radica en Cristo Jesús. 
Mientras mayor la altura de una persona, mayor peligro para su alma. Una alta posición social, abundancia de dinero, o placeres no debe ser motivo de gozo sino de precaución, por el peligro que envuelve. Bien fueron reprendidos: “No os regocijéis de que los espíritus se os sujetan”.

¿Cómo manejar adecuadamente el gozo carnal? 
Disfrutar con una eficaz medida de moderación. Si el refresco es muy dulce, lo propio sería aguarlo para que no empalague: una alegría carnal se modera desarrollando un sentimiento contrario. 
Job fue rico, honorable y con abundancia de placeres antes de que le sobreviniera enorme calamidad, y en sus deleites siempre le puso una nota eficaz de moderación, le echaba agua, nótese: “Me ha acontecido lo que yo temía” (Job 3:25). 
Cuando algo terrenal le daba alegría, pensaba en la posibilidad de perderlo, moderaba sus sentimientos de alegría de modo que el gozo carnal no afectase el bien de su alma. Repito, no decimos que tales gozos sean malos, sino que nuestra labor primaria es crecer en lo mejor, lo celestial -no tanto en lo bueno, sino en lo mejor-, y cultivarlo. 
Lo nuestro es sentir gozo del cielo estando en la tierra.

A esto Jeremías 
Borrough da tres recomendaciones. “Cuando recibas algún bien terrenal que te produzca gozo, haz estos tres: piensa que tú no lo mereces. Luego, piensa en tus hermanos en la fe que están pasando necesidad, y por último, piensa que en cualquier momento puedes perderlo. Moderaría tu corazón y te prepararía para gozarte solo en Cristo Jesús Señor nuestro”.

Amén.
P.Oscar Arocha,
www.ibgracia.org

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