ROMANOS 13:1-7
El apóstol Pablo es bastante absoluto y explícito en cuanto a la actitud requerida de los cristianos de someterse a las autoridades. Esto, inevitablemente, provoca ciertas preguntas inquietantes. Sabemos por la misma Biblia y por la misma experiencia humana que las autoridades civiles no siempre hacen lo que están supuestos a hacer. No siempre recompensan al bueno y no siempre castigan al malo y en nuestro país podríamos decir que es un fenómeno muy común. Además en la Biblia hay casos particulares donde Dios aprueba que su pueblo no se someta a las autoridades civiles.
Entonces el problema que surge: ¿Cómo aplicar las enseñanzas de ROMANOS 13:1-7 ante la realidad que vivimos y viven otros creyentes en otras partes del mundo donde frecuentemente las autoridades no defienden lo bueno ni castigan lo malo?
Ejemplos de Desobediencia Civil en las Escrituras
Hechos de los Apóstoles 5.27-29
27 Cuando los trajeron, los presentaron en el concilio, y el sumo sacerdote les preguntó, 28 diciendo: ¿No os mandamos estrictamente que no enseñaseis en ese nombre? Y ahora habéis llenado a Jerusalén de vuestra doctrina, y queréis echar sobre nosotros la sangre de ese hombre. 29 Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.
Las autoridades habían prohibido a los apóstoles a predicar el evangelio de Jesús y los apóstoles no hicieron caso a las órdenes de las autoridades, pues evidentemente eran contrarias a las órdenes de Dios. Así que, obedecer a las autoridades nunca ha de estar por encima de la obediencia a Dios y cuando estas entran en conflicto el creyente ha de siempre escoger la obediencia a Dios.
Daniel 6.6-10
6 Entonces estos gobernadores y sátrapas se juntaron delante del rey, y le dijeron así: ¡Rey Darío, para siempre vive! 7 Todos los gobernadores del reino, magistrados, sátrapas, príncipes y capitanes han acordado por consejo que promulgues un edicto real y lo confirmes, que cualquiera que en el espacio de treinta días demande petición de cualquier dios u hombre fuera de ti, oh rey, sea echado en el foso de los leones. 8 Ahora, oh rey, confirma el edicto y fírmalo, para que no pueda ser revocado, conforme a la ley de Media y de Persia, la cual no puede ser abrogada. 9 Firmó, pues, el rey Darío el edicto y la prohibición. 10 Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes.
Aquí Daniel enfrenta el edicto del rey con coraje y valentía. En ningún lugar de la Biblia se manda a orar de rodillas con la ventana abierta tres veces al día. Cuando se dio el decreto, Daniel pudo haber escogido cambiar su costumbre y orar con las ventanas cerradas, pero Daniel escogió desobedecer de una manera confrontadora el edicto del rey claramente poniendo a Dios por encima de las autoridades civiles. Por esto fue echado a los leones, algo a lo cual no se resistió. Habrá momentos que como cristianos estaremos llamados a confrontar con desobediencia las leyes civiles cuando estas se opongan a los principios bíblicos o busquen presionarnos, con amenazas, a menospreciar a Dios. Es notable que Daniel no se resistió a ser arrestado ni tampoco buscó huir.
Otro caso de desobediencia lo encontramos Daniel 3:9-18 donde el Rey Nabucodonozor exige a todos los presentes que se postren ante una estatua de un ídolo y los amigos de Daniel, Sadrac, Mesac y Abednego se rehusan. En este caso estaban siendo mandados a pecar contra la ley moral de Dios y ellos hicieron como todo creyente haría, escogieron morir antes que pecar contra Dios. No obstante, en este caso, Dios los libró milagrosamente. En los versos 17-18 hallamos su impactante respuesta al rey.
He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. 18 Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado.
Obedecerían a Dios aunque les costara la vida.
También vemos desobediencia civil bendecida por Dios en el caso de la reina Ester, en el caso de Rahab la ramera y el caso de las parteras en Egipto.
Es evidente entonces, que aunque el creyente está llamado a someterse a las autoridades en todo, hay ocasiones cuando debe desobedecer. En ocasiones porque lo que se les manda es pecado y en otras porque su obediencia a las autoridades mostraría mayor temor a los hombres que a Dios.
Veamos algunas observaciones de estos casos de desobediencia civil que vemos en las Escrituras y que Dios aprobó.
1. Todas las desobediencias fueron pacíficas. En ninguno de los casos tomaron armas o usaron de violencia contra las autoridades establecidas.
2. Los que desobedecieron se sometieron voluntariamente a las consecuencias. Los apóstoles fueron aprisionados y golpeados por su desobediencia. Daniel fue echado en un foso de leones. Los amigos de Daniel fueron echados en un horno de fuego y tanto Ester, Rahab y las parteras estaban exponiendo sus vidas. Desobedecieron sabiendo que les podía costar la vida y estuvieron dispuestos a entregarla sin oposición.
3. La desobediencia no fue para preservar sus vidas o aumentar su comodidad sino como testimonio a la verdad de Dios. En todos los casos les hubiese sido menos riesgoso obedecer a las autoridades civiles, pero hay situaciones cuando el testimonio de la Palabra de Dios está en juego y como creyentes puede ser estratégico y en algunos casos necesario ser desobedientes a las autoridades civiles.
4. La convicción y la influencia del Espíritu de Dios juega un papel importante en aquellas situaciones cuando no es obligatorio desobedecer, sino un acto de heroísmo. Para tal persona pasa a ser obligatorio por el peso y la convicción del Espíritu en ellos. Fue el caso de Daniel. Por tanto, puede haber situaciones cuando no todos los creyentes tengan que desobedecer a las autoridades civiles porque pueden buscar la manera de no pecar sin desobedecer, pero Dios pondrá el peso y la convicción en algunos y estos desobedecerán a las autoridades civiles para honrar a Dios.
Si nuestras autoridades prohíben el congregarnos como sucede en otros países como Cuba y China, ¿qué haremos?
Si nuestras autoridades prohíben que disciplinemos a nuestros hijos con la vara como sucede en Finlandia, Suecia, Dinamarca, Noruega y otras naciones, ¿qué haremos?
Si nuestras autoridades prohíben predicar en contra del pecado de la homosexualidad como sucede en Canadá, ¿qué haremos?
Si ponemos en riesgo nuestras vidas por predicar el evangelio como en ciertos países Islámicos, ¿qué haremos?
Espero que en todos esos casos escojamos obedecer a Dios antes que a los hombres.