jueves, 30 de septiembre de 2010

Meditación del 30 de Septiembre

"Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifiesta el hombre de pecado, el hijo de perdición" (2 Tesalonicenses 2:3).

Apostasía, en general, es de carácter religioso: desobediencia contra Aquel a quien debemos sumisión. Nuestros primeros padres, Adán y Eva, fueron apóstatas desde el momento que desobedecieron el mandato divino: "Por la desobediencia de un solo hombre, muchos fueron constituidos pecadores" (Romanos 5:19). La apostasía que refiere el texto trata de un apartarse de la Iglesia visible de la sumisión y obediencia que debe a la Palabra de su Señor y Salvador Jesucristo.

Es apostasía religiosa por el carácter de las personas a quienes el apóstol Pablo escribe, personas que profesaban y estaban comprometidas con el cristianismo, de carácter religioso y no civil, no relacionada con reinos que habrían de surgir en Europa. 
"El Espíritu dice claramente que en los últimos tiempos algunos apostatarán de la fe" (1Timoteo 4:1). Siempre han habido y habrán quienes se apartan de la fe profesada en Cristo, pero el lenguaje del verso denota que la apostasía trata de un movimiento organizado con su peculiar cuerpo de doctrina.

Mantén tus ojos abiertos contra la apostasía del corazón, que nada te haga caer de tu firmeza. A nadie le parece haber caído de su profesión de fe por lo general; aún cuando abandonen el Cristianismo, muchos dirán que creen en Dios, que con cierta regularidad leen 
sus Biblias y a veces oran, cuando lo cierto es que se han apartado del celo y fervor por el Señor. 
Podrán hablar de Cristo, pero no disfrutan comunión con la Iglesia; ciertamente se han vuelto a la sensualidad, al aprecio por el mundo y las cosas que están en el mundo. El alejamiento de Cristo y Su pueblo prevalece contra la luz de su entendimiento bíblico.

Toda persona que ha entrado al camino de la piedad entra con cierto grado de regocijo, y si este gozo decae, entonces uno también disminuye, la vida celestial es obstruye: "Mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo" (Mateo 13:25). 

La apostasía religiosa se conocerá por dos signos: frialdad en los deberes (apatía) y facilidad para pecar. 
Apatía: "Mi pueblo se ha olvidado de mí por innumerables días" (Jeremías 2:32). 
Será frecuente encontrar a Dios en el Antiguo Testamento reprochando a Israel por perder deleite en la verdadera religión, cansado de Dios (Isaías 43:22).
Cuidado, si hablas de Dios y no te deleitas en tener comunión íntima con El, eso es apostasía.
Facilidad de pecar: los gobiernos procuran mantener bien iluminadas de noche las calles, con miras a reducir la maldad, puesto que en la oscuridad es más fácil para los malos cometer fechorías. 
De modo semejante, cuando alguien se aparta de la luz del Evangelio aumenta la facilidad de pecar: "Porque si los que se han escapado de las contaminaciones del mundo por el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo se enredan de nuevo en ellas y son vencidos, el último estado les viene a ser peor que el primero" (2Pedro 2:20). 
Si alguno se aparta de las amonestaciones que trae la predicación, los chequeos de su conciencia y del freno que impone la comunión entre los santos, entonces el corazón natural se desenfrena.
Cuídate, pues, y no apartes tu corazón del mandamiento divino.

Amén.
P.Oscar Arocha; www.ibgracia.org

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