lunes, 20 de septiembre de 2010

Meditación del 20 de Septiembre

"Y el rey de Egipto hizo llamar a las parteras y les dijo: ¿Por qué habéis hecho esto, que habéis preservado la vida a los niños? Y las parteras respondieron a Faraón: Porque las mujeres hebreas no son como las egipcias; pues son robustas, y dan a luz antes que la partera venga a ellas" (Éxodo 1:18-19).


Las parteras oían dos voces, una ordenaba "mata los varones" y la otra mandaba: "no matarás." Escogieron honrar a Dios antes que a los hombres. Tomaron hacer el bien y desecharon el mal.

Cuando oímos las voz del Señor más que de las criaturas, hay temor. Esto es temor a Dios. Las parteras obedecieron en desobediencia, valga la paradoja. Fueron débiles para responder a Faraón como se merecía, pero fuertes para hacerlo en la práctica. Temieron a Dios para no matar a los niños, y al rey para no ofenderlo de palabras.


Es verdad que mintieron al rey cuando fueron cuestionadas. No es posible meter la mano en el fuego y salir sin alguna quemadura. En ocasiones estamos conscientes para evitar grandes pecados, pero fallamos con los pequeños. Ahora bien, Faraón no maltrató las mujeres, sólo les habló de mala manera; cuando Dios está con uno nadie puede dañarnos.


Hay aquí una nota de verdadera sabiduría, o que la sabiduría enseña a poner cada cosa en su debido lugar: Dios perdonó la mentira de las parteras.
"Y Dios hizo bien a las parteras; y el pueblo se multiplicó y se fortaleció en gran manera" (v.20).

Y por el temor de ellas tuvo misericordia de sus familias: "Y por haber las parteras temido a Dios, él prosperó sus familias" (v.21).


Cuida tu mente para no hacer malas construcciones de tus adversidades.

Hay ocasiones en que nos parece que Dios trata con dureza, pero si consideras correctamente descubrirás lo contrario, las adversidades son para nuestro bien, como está escrito: "Todas las sendas de Jehová son misericordia y verdad para con los que guardan su pacto y sus testimonios" (Salmo 25:10).


Medita, fija tus pensamientos en las Santas Escrituras. Al oírla, al leerla, ten siempre en mente que fue dada para tu provecho. "Escúchalo tú y conócelo para tu bien" (Job 5:27).


En la Biblia tenemos el fundamento de la verdadera felicidad, esperanza, consuelo. Allí está el único remedio contra el pecado, las miserias, y las reglas para andar seguros, confiados y alentados.

En fin, para caminar guiados hasta ser perfeccionados. Y que sea nuestro principal deleite. Óyela, léela y hazlo fijando tus pensamientos en eso:

"Y el Dios de paz y de amor estará con vosotros" (2Corintios 13:11).


Amén.

P.Oscar Arocha; www.ibgracia.org

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