martes, 21 de septiembre de 2010

Meditación del 21 de Septiembre

"Que en los postreros días vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias" (2 Pedro 3:3).


El espíritu de gracia revela que se levantarán impíos contra c
ristianos.

Somos advertidos para que la impiedad de esos hombres no dañe nuestras almas: "vendrán burladores". Sí, es cierto. Lo hemos visto en la historia y en nuestra propia generación. El texto no solo revela que está decretado por Dios que vendrán, sino también cuándo sucederá: "En los postreros días".


¿Cuáles son los postreros días?

Confesamos que se trata de una pregunta difícil de contestar. Veamos lo que dicen las Escrituras, por un lado Pablo dice: "Que no seáis movidos fácilmente de vuestro modo de pensar ni seáis alarmados, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, como que ya hubiera llegado el día del Señor" (2Tes.2:2). Esto es, que ese día no está a la mano.

Pero Pedro dice: "El fin de todas las cosas se ha acercado" (1Pedro 4:7).

¿Se contradicen ellos? No, definitivamente no. Parece que Pedro se refiere a la época final y Pablo a la hora final de los últimos días.


Otro texto dice: "Cuando vino la plenitud del tiempo, Dios envió a su Hijo" (
Gálatas 4:4). Hay un tiempo y la plenitud o culminación de ese tiempo.

Si leemos de Adán en adelante, hubo cambios en el pueblo de Dios. Primero fueron extranjeros en tierra ajena (Hechos 7:6), luego se estableció la monarquía en la tierra prometida (1Samuel 16:1). Después fueron llevados cautivos (2Crónicas 36:20). Más tarde fueron traídos de nuevo al estado glorioso de Israel. Entonces se consumó la llegada del Cristo: "Cuando vino la plenitud del tiempo, Dios envió a su Hijo".


Al principio tuvieron sólo luz de la naturaleza, luego la Ley escrita, y ahora la gracia de Jesucristo. De manera que desde el tiempo de la ascensión del Señor Jesús hasta Su regreso en gloria es el último tiempo o los postreros días, puesto que no ocurren las alteraciones antes de Su encarnación en el vientre de María.

Es obvio que los días postreros no se refieren a los días de Dios, sino al peregrinar de Su pueblo sobre la tierra, por tanto ahora tenemos un estado espiritual sin alteración por gracia.

Si para los apóstoles "el fin del tiempo" no estaba lejos, entonces ahora está muy cerca. Si allá fueron los últimos días, ahora estamos cerquísimo al día final. Si estamos en la última hora, no está lejos el último minuto.


¿Tiene usted idea de a cuántos años estamos del minuto final?

Agustín decía "No preguntemos lo que Dios no nos dirá".

Y alguien agrega, "lo que sí debe importarnos es estar plenamente seguros de que Cristo mora y gobierna en nuestros corazones, antes de que le veamos en las nubes."


Amén.

P.Oscar Arocha; www.ibgracia.org

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