Scott Klusendorf:
En breve, no provienes de un embrión, fuiste alguna vez un embrión. En ningún punto de tu desarrollo prenatal experimentaste algún cambio substancial o de naturaleza.
Empezaste como ser humano y permanecerás así hasta que mueras. Está bien, te faltaba madurez en las etapas tempranas de la vida (como cualquier infante), pero eras humano.
“Las cosas vivientes no se convierten en criaturas diferentes por el hecho de cambiar su forma” escribe Greg Koukl. “Más bien, crecen y se desarrollan de acuerdo a cierto patrón físico preciso precisamente por la clase de ser que ya son”.
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