El hecho de que cientos de páginas de la Palabra inspirada de Dios se dedican a la poesía es algo que me conmueve.Uno de los efectos es que me hace consciente de que Dios considera que el sonido del idioma tiene importancia.
Dios me ha bendecido y me ha humillado con mi incapacidad para leer con rapidez. Leo a la misma velocidad que hablo. Al leer, escucho en mi mente lo que voy leyendo. Durante años he intentado cambiarlo. Los expertos en lectura rápida (he tomado sus cursos en vano) dicen que el pronunciar las palabras, incluso en la mente, convierte a un lector conejo en un lector tortuga. No de otra. Soy una tortuga.
Así que anímese que gran parte de la Biblia sea poesía. Es evidente para mí que la poesía no está diseñada para ser leída con velocidad, sino para ser leída en voz alta. Así que les animo a suplementar su velocidad con un saboreo lento de aquellas cosas escritas para para ser oídas.
- John Piper
miércoles, 30 de diciembre de 2009
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario