viernes, 11 de diciembre de 2009

Dos clases de popularidad

Durante gran parte de su vida Calvino tuvo dos amigos cercanos -Farel y Viret. Farel era “cabeza caliente” y muy hablador, mientras que Viret era de temperamento suave, un pacificador natural.

A menudo, Farel visitaba Ginebra y se hospedaba en el hogar de Calvino, donde, algunas veces con Viret, los amigos sostenían largas conversaciones sobre teología, los eventos de la época y demás.

Calvino se deleitaba en la compañía de su celoso amigo. Sin embargo, con el tiempo se dio cuenta que la naturaleza inflexible de Farel le hacía un fuerte defensor pero limitado propagador del evangelio. A menudo enviaba sus propios discursos y cartas a Viret, cuyo trabajo era moderar su lenguaje. Calvino mismo había sido bastante “cabeza caliente” en su juventud, y trabajaba para refrenar su lengua.


Después que Farel denunciara muy inapropiadamente desde el púlpito a una prominente mujer de Ginebra, lo cual provocó la ira de toda la familia contra él, Calvino le escribió una carta asombrosa: “cuando tienes a Satanás como adversario, y peleas bajo la bandera de Cristo, quien te coloca su armadura y dirige hacia la batalla, te dará también la victoria. Pero... nosotros hemos de desear intensamente que, tanto como el deber lo permita, nos acomodemos con la gente. Como sabes, hay dos clases de popularidad: una, cuando solicitamos favores por motivos de ambición y deseos de agradar; la otra, cuando por equidad y moderación, ganamos su estima de tal manera que se tornan enseñables por nosotros. Perdóname si te escribo con esta libertad... sabes bien cuánto te amamos y estimamos... Deseamos que en el ejercicio de esos enormes dones que el Señor te ha conferido, no sea hallada ninguna mancha o defecto alguno que otras mentes malévolas pudieran aprovechar."


Calvino establece aquí una diferencia de suma importancia.

Hay dos tipos muy diferentes de motivaciones para adaptar y acomodar nuestro mensaje a la sensibilidad de algún grupo de gente. El primer motivo es “ambición” -lo hacemos para nuestro beneficio, nuestra propia gloria y aprobación. La segunda razón es para el beneficio de la gente, de tal modo que gradualmente ganemos su confianza hasta que se abran a la verdad que tanto necesitan.

La primera razón nos controlará de tal forma que nunca ofenderemos a nadie.

La segunda razón nos ayudará a saber escoger nuestras batallas y a no ofender innecesariamente.


Los Farel del mundo no pueden ver la diferencia, piensan que cualquier esfuerzo para ser prudente y con juicio es muestra de cobardía o de que uno “se ha vendido”. Pero Calvino reconoce con sabiduría que las constantes denuncias e intemperancias de su amigo a menudo proceden no del valor altruista sino de su opuesto: orgullo. Escribe a Viret sobre Farel, diciendo “él no puede soportar con paciencia a quienes no se acomodan a sus deseos.”


Hay una razón para ganar la estimación de la gente que no es vanagloria; y, al mismo tiempo, hay una razón para hablar la verdad con firmeza, que es vanagloria.


Las cartas de Calvino y la información provista son de la nueva y gran biografía escrita por Bruce Gordon:Calvin (Yale, 2009) pp.150-152.

Tim Keller. http://www.rcpc.com/blog/view.jsp?Blog_param=69


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