viernes, 25 de diciembre de 2009

Hombres de Dios, amando

Amor intenso, abiertamente mostrado entre masculinos hombres de Dios -¿quién no quisiera formar parte de ello? He aquí tres maneras de crear esta clase de cultura en nuestras iglesias:


Uno, “prefiriéndoos los unos a los otros” (Romanos 12:10). Nada de menospreciar. Nada de socavar en secreto. Ni siquiera esperar a que el otro haga el primer movimiento. Más bien yo saliendo de mi concha para levantar al otro en alta estima. Hacerlo verbal, sin timidez ni vergüenza.


Dos, “soportándoos unos a otros” (Colosenses 3:13). No intentando cambiar a otros. ¿Quién nos colocó en semejante puesto? Nuestro privilegio es soportar unos a otros sus “debilidades, excentricidades, pruebas a nuestra paciencia... hasta el punto de hallar gozo en los arranques o caprichos ajenos [Bonhoeffer, Life Together, page 101].


Tres, “que ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la necesaria para la buena edificación” (Efesios 4:29). Nada es más anti-cristiano que negar unos a otros libertad de expresión. El hombre de Dios filtra cada palabra a través de un alto estándar. Incluso si las palabras que mi boca quiere prorrumpir son hechos ciertos, la pregunta real es “¿son mis palabras positivamente de ayuda al hombre que escucha?”


Los masculinos hombres de Dios que aman a otros con intensidad y apertura establecen ambientes sociales ricos donde florece vida.

Ray Ortlund. http://thegospelcoalition.org/blogs/rayortlund/2009/11/25/brothers-together-in-christ/

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