Sirvan estas palabras de amorosa reflexión, en el contexto de una mente y espíritu diferentes (Números 14:24).
Una mujer de Dios:
- Se conoce a sí misma. Está consciente de quién es. Se respeta a sí misma y por tanto a otros. Esto significa que es una mujer satisfecha consigo misma, en el Señor, que no busca ser definida por otros o por el medio en que se encuentre. La satisfacción de ella proviene de saberse valiosa y amada a los ojos del Señor.
- Es capaz de articular su necesidad sin temor. No espera a que otros le adivinen el pensamiento ni se queda sentada a ver, si acaso, quizás, a lo mejor... Ella sabe expresar necesidades de aspectos espirituales, emocionales, materiales, y hasta sentimentales, por qué no. Esta mujer sabe dar y recibir, y sobre todo ¡sabe pedir! (Santiago 4:3).
- Mantiene viva la esperanza. Es una mujer lo suficientemente fuerte para dar vida a sus sueños, pero a la vez para reconocer que el motivo principal de sus acciones es cumplir la mente y voluntad del Señor, no la suya propia.
- Conoce el amor. Conoce el precio, lo experimenta cada día y esto la hace crecer. Esta mujer sabe que su amor es de gran valor y espera reciprocidad. Sabe que de su libre albedrío da y recibe, ama sin fingimiento y con plena certeza de que ama, no por obligación.
- No teme ser fuente de inspiración y confianza a otros. Sabe servir de faro para que otros toquen tierra, sabe que en el temor de Jehová está la fuerte confianza y que esperanza tendrán sus hijos (Proverbios 14:26).
- No teme a su pasado, entiende su presente y se mueve hacia el futuro. Experimenta día a día la renovación de su entendimiento y piensa de sí misma con cordura, sin tener más alto concepto de sí que el que debe tener.
- Sabe que el mundo que le rodea es vital y que todas y cada una de las experiencias que sufre o recibe son lecciones del Dios Altísimo para su bien y el de otros.
- Sabe que su nombre está escrito en la palma del Señor y esta íntima convicción le anima y hace feliz pese a cualquier circunstancia. Ha aprendido a contar sus días de tal modo que trae sabiduría a su corazón y al de otros.
- Es sabia para el bien e ingenua para el mal.
- La mujer de Dios alcanza el conocimiento de la verdad. No teme ser instrumento en la mano del Dios vivo (Proverbios 2:11). Sabe que Dios tiene efectivo control de todas las cosas y sabe que, si El quiere, usará a la mujer de modo poderoso como a El le plazca (Jueces 4:4-9).
- ¡Tiene sentido del humor! Sabe reír y lo hace de corazón, alegra a otros, tiene sal y pimienta y sabe sazonar con gracia sus palabras porque ha cultivado fortaleza de espíritu en el Señor.
- Sabe que sus cartas de presentación son sus hijos, saetas de Dios en manos de valientes, para el Señor.
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