jueves, 31 de diciembre de 2009
miércoles, 30 de diciembre de 2009
Una Ventaja de la Lectura Lenta
Dios me ha bendecido y me ha humillado con mi incapacidad para leer con rapidez. Leo a la misma velocidad que hablo. Al leer, escucho en mi mente lo que voy leyendo. Durante años he intentado cambiarlo. Los expertos en lectura rápida (he tomado sus cursos en vano) dicen que el pronunciar las palabras, incluso en la mente, convierte a un lector conejo en un lector tortuga. No de otra. Soy una tortuga.
Así que anímese que gran parte de la Biblia sea poesía. Es evidente para mí que la poesía no está diseñada para ser leída con velocidad, sino para ser leída en voz alta. Así que les animo a suplementar su velocidad con un saboreo lento de aquellas cosas escritas para para ser oídas.
- John Piper
Clásicos: penachos vívidos
Sublime Gracia
Resoluciones y Remordimiento
D. Martyn Lloyd-Jones, La Depresión Espiritual,
¿Te gustaría ser librado de esta depresión espiritual?
Lo primero que tienes que hacer es decir adiós ahora, una vez y para siempre a tu pasado.
Reconoce que ha sido cubierto y borrado en Cristo.
Nunca mires atrás a tus pecados otra vez.
Di: «Consumado es, está cubierto por la Sangre de Cristo".
Ese es el primer paso.
Toma eso y pon fin a toda conversación sobre bondad y pon tu mirada en el Señor Jesucristo.
Sólo entonces será posible para ti la verdadera felicidad y alegría.
Lo que necesitas no es hacer resoluciones de vivir una vida mejor, y empezar a ayunar y a sudar y a orar.
No! Sólo empieza a decir:
Mi fe descansa solo en El
Quien por mis pecados murió para hacer expiación.
(HT: David Mathis )
Aquí está el "una cosa" que Pablo quería hacer: "olvidando lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús" (Filipenses 3:13 -- 14).
También recuerde esta regla de Robert Murray M'Cheyne:
Por cada mirada a ti mismo,
Toma diez miradas a Cristo!
martes, 29 de diciembre de 2009
Economía 101
Cursillo rápido de introducción para el año que llega.
- Cuida tu trabajo. Procura tener y mantener la correcta actitud, diaria, para ir a tu trabajo; eficiencia, efectividad, eficacia y satisfacción no son sinónimos. Garantiza tu fuente de sustento.
- Gasta menos. Revisa tus gastos personales, aprieta el cinturón y procura no gastar en cosas que no sean necesarias.
- Ahorra todo lo que puedas.
- Ahorra en el banco. Tener tu dinero debajo del colchón, con tu compadre o en una caja de zapatos, no te proporciona ninguna garantía y además pierdes los intereses.
- Disminuye deudas lo más que puedas. En especial, deudas con tasa móvil de interés. ¿Cuáles? Tarjetas de crédito y créditos personales. Bajar gastos incluye luz, agua, teléfono, combustibles, papelería, ropa, etc.
- Analiza la tasa de interés que pagas por tus deudas. Acabarías pagando hasta dos veces el capital, o la cantidad que te prestaron o lo que compraste.
- Entiende la diferencia entre usar una tarjeta de crédito y endeudarse con una tarjeta de crédito. Usar la tarjeta es utilizar con discreción y pagarla completa cada mes, así no pagas interés. Endeudarse es utilizar el crédito del banco o de las tiendas, pagar solo el mínimo de lo que muestra tu estado de cuenta; te ahogarán los intereses.
- Tarjetas de crédito y tarjetas de tiendas son tentaciones enormes. No saques nuevas tarjetas, y si puedes cancelar algunas hazlo. Y procura no andar con la tarjeta de crédito en la cartera o tu bolsillo. Has listas de compras para ir al supermercado.
- Si tienes un crédito hipotecario con tasa fija, ahorra: no pagues por adelantado. Pero recuerda que tu casa es tu patrimonio, no caigas en atraso de pagos.
- No caigas en “ganchos”. Las ofertas de “meses sin intereses” tienen contratos con letras microscópicas: la única forma de comprar así y no pagar interés es cubriendo la cuota íntegra. Poca gente lo hace, porque no piensan que comprar así equivale a reducir el sueldo por esos meses según la cantidad por pagar.
- Trata de no pedir prestado, ni de prestar o hacerte garante. Ten cuidado, y si prestas, recuerda pedir garantía. Y si alguien se ofende por esto, mejor no prestarle.
- Cuida tu salud. Las enfermedades cuestan dinero. Cuida tu peso, come con inteligencia, haz ejercicio, etc.
- Cuida los activos de tu casa. Nevera, estufa, computadoras, vehículos, etc.
- Conversa todo esto con tu familia. Es importante que todos entiendan, y cooperen al logro de este cursillo.
¡Feliz año nuevo!
lunes, 28 de diciembre de 2009
No sea que olvidemos
Escrito de Carl Trueman, para su reflexión y análisis, especialmente en fin de año. Un poco largo, pero que bien vale la pena.
La memoria es muy importante. A nivel personal, es en gran porción responsable de lo que somos. Y esto puede ser perturbador: si nuestras memorias son falsas, luego entonces ni siquiera podemos saber quién somos.
La memoria es también una categoría bíblica significativa. Tomemos el Libro de Jueces, por ejemplo. Resulta increíble leer cómo los hijos de Israel olvidaron al Señor y todas las obras que realizó en Egipto, en los años de la peregrinación y en la invasión inicial de Canaán bajo el liderazgo de Josué y los ancianos que gobernaron con él.
Este olvido sirvió de contexto a su depravación, a su adoración de otros dioses y a su asimilación de las culturas cananitas y sus ritos de sacrificios humanos y violaciones en grupo.
En tal contexto -y perdonen la expresión- es muy fácil que olvidemos que el acto de olvidar no es un acto de la voluntad.
El olvido es una función de negligencia o de descuido, otras veces se debe a enfermedad. No es algo que uno diseña voluntariamente.
Uno puede desear olvidar ciertas miserables obligaciones que debe cumplir, pero, irónicamente, a mayor amenaza del deber, menor olvido.
Son aquellas cosas a las cuales somos indiferentes, las que podemos enviar como irrelevantes a la periferia de nuestra mente, y que olvidamos.
Lo interesante es que los medios establecidos por Dios, para ayudar a los hijos de Israel lo que tenían que recordar, eran igual de importantes. En sus negocios con Moisés, Dios estableció una serie de procesos repetitivos para que los israelitas recordaran constantemente todo lo que Dios había hecho por ellos.
Por ejemplo, en Exodo 12, Dios establece la Pascua, cuya celebración está diseñada en parte para provocar en las generaciones subsecuentes el preguntar por qué se hacía. Esto haría que los padres contaran a sus hijos los grandes hechos de Dios, Su gracia de salvación al librar a los hijos de Israel de la esclavitud en Egipto, incluso mediante el asombroso y terrible juicio contra los egipcios.
La Pascua es solo un ejemplo de numerosos rituales detallados en la Torah, cuya función primera servía como recordatorio de quién era Dios, quiénes son los israelitas, y cómo se relacionaban unos a otros. Cuando llegamos a la Tierra Prometida y encontramos a los israelitas y sus recurrentes períodos de amnesia, no hay que ser un genio para asumir que parte de la causa inmediata fue su abyecta negligencia de los medios establecidos por Dios para mantener Su nombre y Sus actos frescos en la mente del pueblo.
Esta clase de amnesia nos enseña que necesitamos recordatorios constantes de quién es Dios y de lo que El ha hecho si hemos de permanecer en el estrecho y angosto camino; y que tales recordatorios están contenidos en las rutinas y rituales que Dios especifica en la Escritura.
Para el creyente, bajo los términos del Nuevo Testamento, estos son: la Palabra de Dios, leída y predicada y escuchada, los sacramentos u ordenanzas del bautismo y la cena del Señor. Estas cosas se nos han dado para recordar quién es Dios; y su negligencia solo servirá para acelerar cualquier tendencia al olvido que nuestra instintiva rebelión estimula contra Dios.
Para un estudiante de teología, la tentación es caer en la respuesta obvia: “bueno, yo estudio acerca de Dios todo el día, será muy difícil que me olvide de El o de quién es El o de lo que El ha hecho.”
La realidad es que hay olvidos y olvidos. Por ejemplo, recordar que la última “guagua” sale a las 6 de la tarde es una cosa; recordar que debo estar en el autobús para llegar a tiempo a casa y celebrar la fiesta sorpresa de mi mujer, es otra cosa. Para un estudiante de teología, será muy fácil que termine recordando a Dios como un objeto de conocimiento; será algo muy diferente recordarle a El como el omnisciente y todopoderoso sujeto de la existencia.
Por ello es que la iglesia resulta tan vital e importante. Cierto. La iglesia local es el contexto necesario de toda vida cristiana. Y repetir esta verdad no disminuye su valor, sino todo lo contrario. Después de todo, algunos de ustedes -ejem- parecen haberlo olvidado. Como hemos visto, la Biblia misma indica lo que sucederá cuando se abandonan las importantes aunque predecibles rutinas o cuando se da por hecho su contenido.
Mucha de la moderna teología escolar, en particular de áreas de estudio del Viejo y del Nuevo Testamento predica sobre una cultura de amnesia. Se abandona lo que la Iglesia ha dicho sobre la Biblia entre el cierre de la era apostólica y el tiempo presente. Estas personas no tenían acceso a los documentos que ahora tenemos, no entendían al Judaísmo como nosotros lo hacemos, algunos de ellos eran bastante simples en su visión del mundo e interpretación de textos. Estos son la clase de argumentos que permean la cultura de amnesia.
Ahora bien, para el estudiante teológico de una maestría o de un doctorado, estos no son puntos insignificantes. Necesitan ser valorados, a menos que el estudiante quiera navegar en el oscurantismo. Pero también, el estudiante necesita darse cuenta que el marco de referencia de donde surgen esta clase de argumentos no es un valor neutral; tampoco reflejan una visión bíblica particular en interpretación bíblica, síntesis doctrinal sistemática o en aplicación tanto del pasado como de la importancia de la iglesia como Cuerpo de Cristo.
Es vital que el estudiante asegure su lugar dentro de una iglesia local y se coloque bajo la sana predicación de la Palabra y la administración de sacramentos/ordenanzas de modo regular. ¿Por qué? Porque de otro modo, sus memorias de quién es Dios y lo que El ha hecho a través de los años se diluirán lentamente o se distorsionarán o sencillamente se acomodarán a las humanas y pecaminosas expectativas de quién es Dios y cómo El obra.
Para el investigador, y quizás para quien inicia estudios teológicos, todo esto se oye terriblemente aburrido. ¿Pasar la semana navegando en los confines y lejanos mares de la escolaridad intelectual, y durante el fin de semana escuchar a cualquiera frente al púlpito que solo expone el texto o sirve pan y vino? ¿Qué hay de valor en esto?
Con un poco de imaginación podemos ver a los israelitas del Libro de Jueces haciendo las mismas preguntas: ¿Otra vez celebrando la Pascua? ¿Acaso sabemos todos lo que significa? ¿De verdad necesitamos que nos repitan La Ley tan a menudo? Y si ya la sabemos, ¿no podríamos pasar a otra cosa?
El resultado neto del Libro de Jueces fue que florecieron los valores de Sodoma en los mismos límites de la Tierra Prometida y se introdujeron en las mismas prácticas del pueblo del Señor, de consecuencias fatales para al menos una joven mujer. Negligencia de las aburridas, diarias, rutinas, condujo al desastre absoluto.
Es igual hoy en día. Todavía no he visto al estudiante que, en lucha o incluso luego de abandonar su fe, no haya primero abandonado -en algún punto de su lucha- las rutinas mundanas de la vida cristiana: asistencia regular a la predicación de la Palabra, oración, la comunión de los santos, etc. Por muy aburridas que sean, son el medio provisto por Dios para prevenir la amnesia; y peligramos si olvidamos esto.
Minority Report: Least We Forget. 2009 Themelios 34(3). Carl Trueman is Academic Dean, Vice President of Academic Affairs, and Professor of Historical Theology and Church History at Westminster Theological Seminary in Philadelphia, Pennsylvania. [N del T: Con algunas modificaciones]
domingo, 27 de diciembre de 2009
sábado, 26 de diciembre de 2009
Cualidades del poder de Dios en una mujer
Sirvan estas palabras de amorosa reflexión, en el contexto de una mente y espíritu diferentes (Números 14:24).
Una mujer de Dios:
- Se conoce a sí misma. Está consciente de quién es. Se respeta a sí misma y por tanto a otros. Esto significa que es una mujer satisfecha consigo misma, en el Señor, que no busca ser definida por otros o por el medio en que se encuentre. La satisfacción de ella proviene de saberse valiosa y amada a los ojos del Señor.
- Es capaz de articular su necesidad sin temor. No espera a que otros le adivinen el pensamiento ni se queda sentada a ver, si acaso, quizás, a lo mejor... Ella sabe expresar necesidades de aspectos espirituales, emocionales, materiales, y hasta sentimentales, por qué no. Esta mujer sabe dar y recibir, y sobre todo ¡sabe pedir! (Santiago 4:3).
- Mantiene viva la esperanza. Es una mujer lo suficientemente fuerte para dar vida a sus sueños, pero a la vez para reconocer que el motivo principal de sus acciones es cumplir la mente y voluntad del Señor, no la suya propia.
- Conoce el amor. Conoce el precio, lo experimenta cada día y esto la hace crecer. Esta mujer sabe que su amor es de gran valor y espera reciprocidad. Sabe que de su libre albedrío da y recibe, ama sin fingimiento y con plena certeza de que ama, no por obligación.
- No teme ser fuente de inspiración y confianza a otros. Sabe servir de faro para que otros toquen tierra, sabe que en el temor de Jehová está la fuerte confianza y que esperanza tendrán sus hijos (Proverbios 14:26).
- No teme a su pasado, entiende su presente y se mueve hacia el futuro. Experimenta día a día la renovación de su entendimiento y piensa de sí misma con cordura, sin tener más alto concepto de sí que el que debe tener.
- Sabe que el mundo que le rodea es vital y que todas y cada una de las experiencias que sufre o recibe son lecciones del Dios Altísimo para su bien y el de otros.
- Sabe que su nombre está escrito en la palma del Señor y esta íntima convicción le anima y hace feliz pese a cualquier circunstancia. Ha aprendido a contar sus días de tal modo que trae sabiduría a su corazón y al de otros.
- Es sabia para el bien e ingenua para el mal.
- La mujer de Dios alcanza el conocimiento de la verdad. No teme ser instrumento en la mano del Dios vivo (Proverbios 2:11). Sabe que Dios tiene efectivo control de todas las cosas y sabe que, si El quiere, usará a la mujer de modo poderoso como a El le plazca (Jueces 4:4-9).
- ¡Tiene sentido del humor! Sabe reír y lo hace de corazón, alegra a otros, tiene sal y pimienta y sabe sazonar con gracia sus palabras porque ha cultivado fortaleza de espíritu en el Señor.
- Sabe que sus cartas de presentación son sus hijos, saetas de Dios en manos de valientes, para el Señor.
viernes, 25 de diciembre de 2009
Hombres de Dios, amando
Amor intenso, abiertamente mostrado entre masculinos hombres de Dios -¿quién no quisiera formar parte de ello? He aquí tres maneras de crear esta clase de cultura en nuestras iglesias:
Uno, “prefiriéndoos los unos a los otros” (Romanos 12:10). Nada de menospreciar. Nada de socavar en secreto. Ni siquiera esperar a que el otro haga el primer movimiento. Más bien yo saliendo de mi concha para levantar al otro en alta estima. Hacerlo verbal, sin timidez ni vergüenza.
Dos, “soportándoos unos a otros” (Colosenses 3:13). No intentando cambiar a otros. ¿Quién nos colocó en semejante puesto? Nuestro privilegio es soportar unos a otros sus “debilidades, excentricidades, pruebas a nuestra paciencia... hasta el punto de hallar gozo en los arranques o caprichos ajenos [Bonhoeffer, Life Together, page 101].
Tres, “que ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la necesaria para la buena edificación” (Efesios 4:29). Nada es más anti-cristiano que negar unos a otros libertad de expresión. El hombre de Dios filtra cada palabra a través de un alto estándar. Incluso si las palabras que mi boca quiere prorrumpir son hechos ciertos, la pregunta real es “¿son mis palabras positivamente de ayuda al hombre que escucha?”
Los masculinos hombres de Dios que aman a otros con intensidad y apertura establecen ambientes sociales ricos donde florece vida.
Ray Ortlund. http://thegospelcoalition.org/blogs/rayortlund/2009/11/25/brothers-together-in-christ/
Job 12:7-9
No hay plan B
Imagina la escena: los ángeles preguntándose acerca del plan divino, cuando Jesús regresa al cielo. ¿Dejar en débiles e inseguras manos humanas la responsabilidad de llevar las buenas nuevas a otros?
Joe Aldrich, en su libro Lifestyle Evangelism nos presenta la siguiente fábula:
“El ángel Gabriel se acercó al Señor y le dice:
-Señor, sufriste terriblemente en manos de los hombres en la Tierra.
-Sí, -responde Jesús.
-Señor, ¿saben todo lo que les amaste e hiciste por ellos?
-Oh no -dijo Jesús- todavía no. En este momento lo saben solo unas pocas personas en Palestina.
Gabriel estaba perplejo.
-¿Qué has hecho, entonces -preguntó- para que todo el mundo sepa cuánto los has amado?
Jesús responde:
-Le pedí a Pedro, Jacobo, Juan y otros más que hablen a la gente acerca de mí. Quienes reciban la información la comunicarán a su vez a otras personas, y de esta manera mi historia será llevada a los lugares más remotos de la tierra.
Al final, toda la humanidad se habrá enterado de Quien Soy y de lo que hice por ella.
Gabriel frunció el ceño, escéptico. Conocía muy bien la pobre madera de que estaban hechos los hombres.
-Vaya... ¿Y si a Pedro y a Jacobo se les acaban las fuerzas? ¿Y si las personas que vendrán después de ellos se olvidan de hacerlo? ¿Y si la gente del tercer milenio no habla a los demás de ti? ¿No has hecho otros planes?
Jesús respondió:
-No, no tengo otro plan. Cuento con ellos.
jueves, 24 de diciembre de 2009
LA FOTO DE HOY
domingo, 20 de diciembre de 2009
Amnistía
IV. Fe saludable: la relevancia de Cristo.
III. Fe saludable: la relevancia de Cristo
Buscar sentido a la vida implica aprender a ver los problemas humanos a la luz de las misericordias y el poder de Cristo. Su amor es ingenuo, paciente, efectivo. El pretende que conozcamos nuestra necesidad y le hallemos a El como la verdad. Así, también creceremos en ingenuidad, paciencia y efectividad, en amor por otros que luchan.
Las persuasivas voces de la modernidad tienen otra visión. Los diagnósticos de moda disminuyen los problemas y hacen que las soluciones parezcan fáciles. Explican problemas en términos de genética + medio ambiente + cierto giro en la dirección de cómo nos hablamos a nosotros mismos. Luce tan atractivo: la medicación correcta, la apropiada selección de amigos y las afirmaciones adecuadas para elevar la autoestima nos permitirán corregir cualquier síndrome. El Salvador del mundo no tiene parte en el asunto porque estar separados de Dios no forma parte del problema.
Hay un abismo no pequeño entre ambas posiciones: etiquetas cuasi-médicas y enseñanzas bíblicas directas. Un abismo enorme entre soluciones terapéuticas y el amor sacrificial. ¿Por qué? Porque es muy duro enfrentar la realidad. Jesús nos llama a cambiar el corazón.
HECHOS SON HECHOS -pero, ¿qué significan?
Observa que nadie disputa los hechos. Uno es narcisista, intemperante, bebe mucho y es adicto a pornografía: intenta controlar su mundo porque cree que es su mundo. Aquella es anoréxica, trabaja sin cesar, se mira al espejo cada vez que puede: demanda perfección en sus propios términos.
¿Cómo interpretar los hechos? ¿Qué significan estos problemas? ¿Por qué las personas arruinan sus vidas? ¿”Sufren” o “tienen” alguna condición o enfermedad que las etiquetas nombran correctamente? ¿O “hacen” cosas desordenadas por razones confusas en extremo? ¿Mantienen estilos de vida que Dios nombra correctamente?
En otras palabras, ¿es la explicación final que algo malo nos está sucediendo? ¿O que es algo malo inherente a nosotros? La segunda es la explicación de Dios, y El tiene la última palabra. La interpretación divina señala en concreto el problema del pecado, entronizado en los detalles de la vida y sus problemas de cada quien.
Es crucial entender al pecado. Muchos piensan que al identificar algo como “pecado” significa que la persona escogió a conciencia hacer algo malo. Tal persona tenía el poder para decir No. Pero la Biblia enfoca el pecado desde la dirección opuesta. Hacemos muchas cosas, equivocadas e hirientes, sin siquiera saber por qué. Mucho de lo que hacemos, pensamos y sentimos revela cuán ciegos, engañados, ebrios y zombies estamos, encallecidos, como bestias, caminantes de tinieblas. Sin poder para decir No.
¿Ves por qué necesitamos un Salvador que nos libre de nosotros mismos? El pecado nos torna más inconscientes (ciegos) e impulsivos (esclavizados). Yo soy lo que soy y hago lo que quiero, no importa si me autodestruyo y destruye mis relaciones. Aún más, el pecado es una ofensa e insulto interpersonal -primero a Dios. Dios ve al pecado tal como es, no como muchos, que creen en una simple lista de conductas atroces que hieren a otros. Es imposible verme a mí mismo sino hasta que Dios me hace darme cuenta de cómo luzco delante de El.
Y con todo, el pecado es el blanco de la gracia. Jesús vino a causa del pecado. Otorga misericordia y compasión a causa del pecado. El perdón sepulta al pecado.
La mayoría cree que la palabra “pecado” solo implica juicio, condenación, auto- justicia y exhortaciones morales para trabajar más duro. Esto es lo obvio. Pero Dios no es tan obvio. Dios perdona gentes que son injustas, y la auto-justicia es pecaminosidad. Cristo hace lo que ninguno de nosotros hace. La sangre de Cristo, Su justicia y resurrección nos libra de la culpa y castigo del pecado. El espíritu de Cristo nos libera progresivamente del poder del pecado. El regreso de Cristo nos librará de la presencia del pecado. En directo, Dios aplicará Su misericordia y poder, transformándonos a la imagen de Su gloria.
Argumentamos en contra de las falsas interpretaciones dadas a problemas y estilos de vida. No negamos el problema. Jesús vino por causa del problema.
ETIQUETAS CUASI-MEDICAS SON ETIQUETAS FALSAS
Reflexiona un poco más en estos verbos “sufrir de”, “tener”, “un caso de”. Usamos verbos pasivos para describir experiencias médicas reales. Uno sufre de cáncer o tiene una pierna rota. Ninguna de estas condiciones describe la conducta, tus motivaciones o tu estilo de vida.
Por supuesto que nuestro estilo de vida tiene que ver con problemas médicos: el tabaquismo produce cáncer de pulmón [entre otras cosas]. Bicicletear las montañas puede provocar fracturas. Pero fumar o andar en bicicleta son cosas que hacemos -igual que beber mucho, preocuparse más de la cuenta u obsesionarse frente al espejo. Y nadie dice que “tiene un síndrome de la bicicleta de montaña” o algo parecido.
Observa que nuestros primeros ejemplos [ver parte I] describen lo que hacemos, pensamos, reaccionamos emocionalmente o cómo nos relacionamos con otros. Y en cada ejemplo es obvio que Dios no entra en la ecuación.
La verdad es que simplemente vivimos. Por definición, el ser humano es un “verbo activo”, no un ente pasivo. Deseamos y tememos, amamos y creemos, hacemos y hablamos, actuamos y reaccionamos. Uno no “tiene un caso de determinado” estilo de vida. Uno no sufre de tal o cual etiqueta.
LO QUE HACEMOS AFECTA NUESTRAS RELACIONES
Las etiquetas no son privadas. Otras personas se preocupan, se sienten heridas o se enojan con ellas. Y la razón es que accesos de ira, escapismo, dietas extremas, alcoholismo, auto-recriminación persistente, inestabilidad, morosidad, ansiedad social, son fenómenos que amenazan nuestras relaciones de modo intrínseco. Por definición, tales cosas aíslan de Dios y de otras personas. No podemos vivir así y al mismo tiempo confiar en Dios y amar a la gente.
Hay cuatro maneras de estar devotamente auto absorto. Y todos se dan cuenta. Se preocupan por la ruptura de relaciones debida a nuestra auto preocupación, y tienen buenas razones para ello. Considera el contraste cuando existe un real problema médico: las personas se acercan, las familias están más juntas en amor.
Recuerda, “pecado” no es siempre maldad escogida a propósito. Más bien, el o los pecados expresan cuán dictatorial o desordenado se ha vuelto mi amor por aquello que amo. Cuando el núcleo de mi amor se aleja de Dios, ciegamente me atraerá otra cosa -cualesquier cosa. Y viviré con las consecuencias de mis egoístas selecciones.
Nombrar tu problema como “pecado” no significa que otros deban escarnecer, moralizar o condenarte, o de que debieras llenarte de recriminaciones y trabajar más duro. Jesús vino “para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:16). Misericordia y gracia específicas contra el pecado. O sea que al identificar cómo opera el pecado se abre la puerta para obrar la misericordia, la paciencia y el poder de Dios. La misericordia divina restaura todas las relaciones amenazadas, reconciliándonos con Dios y equipándonos para reconciliarnos con otros.
ETIQUETAS CUASI-MEDICAS SEPARAN ARTIFICIALMENTE
Etiquetar una persona crea distancia artificial. Debiéramos identificarnos, pero si tú estás enfermo y yo sano, artificialmente me distancio.
Es curioso. Una condición médica real crea una distancia objetiva experimental. Si tengo una pierna rota, pero mis amigos no, su experiencia y la mía son diferentes. Yo estoy enfermo, ellos no. Yo necesito de ellos. Ellos pueden ayudarme precisamente porque no tienen las piernas rotas!
Pero las etiquetas cuasi-médicas de lo que hago, pienso y siento crean distancia subjetiva artificial. Si yo lucho con ansiedad, irritabilidad, escapismo... tú también. Y también los demás. Pero si etiquetas mi lucha como “una enfermedad”, significa que tú eres normal pero yo no. Es una distancia artificial, porque ninguno de nosotros se aíra, tiene temor o busca placer de la manera exacta.
Quizás yo tenga un problema más grande que el tuyo, pero nuestras diferencias son de grado. Quizás me encuentre cautivo y ciego mientras que tú has crecido en sabiduría en alguna área de la vida. Esto es relevante pues podrías ayudarme. Pero al nivel más básico de la experiencia humana, ambos sabemos que tanto tú como yo tenemos las mismas tendencias y tentaciones generales.
ESTA HISTORIA CONTINUARA. <{{{{><
II. Fe saludable: dos maneras de vivir.
Desde la visión de Jesús, hay dos caminos fundamentales para vivir la vida.
En un camino, estás conectado a Dios y El dirige tu vida. Esta es la idea del Salmo 23: “El Señor es mi pastor… y sus misericordias me seguirán todos los días de mi vida”.
En el otro camino, estás conectado a ti mismo en gran medida, desconectado de Dios. Llamaré a esto el Antisalmo 23: “Ando por mí mismo… y la frustración me persigue todos los días de mi vida.”
Analicemos primero este camino antisalmista de vivir la vida:
ANTISALMO 23
Ando por mí mismo. Nadie mira por mí ni me protege.
Experimento un continuo sentido de necesidad. Nada está en lo correcto.
Estoy siempre inquieto.
Fácilmente frustrado y a menudo decepcionado.
Es una selva –me siento abrumado. Es un desierto –tengo sed.
Mi alma se siente rota, torcida, estirada. No puedo enderezarme a mí mismo.
Tropiezo y caigo en obscuras vías.
Con todo, insisto: Quiero hacer lo que yo quiero, cuando yo quiera y como yo quiera.
Pero la vida es confusa. ¿Por qué será que las cosas no funcionan realmente?
Soy asaltado por el vacío y la futilidad –sombras de muerte.
Temo la gran herida y pérdida final. La muerte me espera al final de cada camino, pero no pienso en ello. Paso mi vida protegiéndome a mí mismo.
Pueden suceder cosas malas, no hay consuelo que dure.
Estoy solo… encarando todo aquello que pudiera herirme.
¿Son mis amigos realmente amigos? Otras gentes me utilizan para sus fines.
No puedo realmente confiar en nadie. Nadie está a mi espalda.
Nadie está a favor mío –excepto yo.
Y estoy tanto solo sobre mí, que resulta enfermizo.
No pertenezco a nadie excepto a mí mismo. Mi copa nunca está totalmente llena.
Tengo vacío. La frustración me persigue todos los días de mi vida.
¿Seré simplemente obliterado hacia la nada? ¿Estaré solo para siempre, sin hogar, en caída libre al vacío?
Sartre dijo “el infierno es la otra gente”. Yo añado “el infierno es yo mismo también”. Es una muerte en vida, y luego moriré.
El Antisalmo describe cómo se siente y cómo luce la vida cuando Dios desaparece de la escena. Captura el sin-sentido y la futilidad de propósitos mezquinos y autodeprecatorios. Expresa los temores y la silenciosa desesperación de quien no puede encontrar una voz porque no tiene, no hay nadie, con quien hablar realmente.
Y cuando alguien se halla cautivo en el Antisalmo no sirve de nada ser etiquetado como “una alteración”, “un síndrome”, o “un caso”.
El problema es mucho más serio. La alteración es “mi vida”. El síndrome es “yo ando por mí mismo”. El caso se pregunta “¿quién soy, para qué vivo?” cuando es muy evidente que uno es el centro de su propia historia.
Pero el Antisalmo no tiene por qué ser la historia final.
Será nuestra realidad únicamente si la construimos a partir de mentiras. En la verdadera realidad, alguien más es el centro de la historia. El YO SOY fue, es y será -por siempre y siempre- realidad independiente a si la gente se percata o no.
Al despertar, al ver quién es Jesús, todo cambia.
Ves la Persona en cuyo cuidado y capacidad puedes confiar. Experimentas Su cuido. Ves la Persona a quién estás destinado a adorar y dar gloria. Le amas porque El te ama.
Observa cómo el Salmo 23 captura el sentir y cómo luce la vida cuando Cristo pone Su mano sobre nuestro hombro:
SALMO 23
Jehová es mi pastor; nada me faltará.
En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma; me guiará por sendas de justicia por amor de Su nombre.
Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temerá mal alguno, porque Tú estarás conmigo. Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.
Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa de Jehová moraré por largos días.
¿Puedes ver, sentir, la diferencia?
LA DIFERENCIA
Quizás quieras leer ambos otra vez, el Salmo y el Antisalmo, lentamente. O bien leerlos en voz alta. El salmo es dulce, tierno, suave; está lleno, no hay vacío. No intenta agarrar el viento con las manos desnudas. Alguien más te toma en Sus manos. No estamos solos.
Jesucristo juega un doble papel en este tiernísimo salmo. Primero, El recorrió este camino. Fue un hombre que miró hacia Dios. Repitió estas mismas palabras, y les dio significado. El conoció nuestros predicamentos. Caminó en los valles de sombras de muerte. Enfrentó cada maldad. Sintió la amenaza del antisalmo, la necesidad de restauración de nuestra alma. Buscó el cuidado del Padre en su humillación -por nosotros- hasta la muerte. Y la misericordia y bondad de Dios le siguió y le cargó.
La vida ganó.
Segundo, Jesús es también el Señor a quien buscamos. Es el Pastor vivo a quien llamamos. El restaurador de nuestra alma. Quien nos guía por senderos de justicia. ¿Por qué? Por quien es El: “por amor de Su nombre”.
Tú también puedes andar el Salmo 23. Tú puedes repetir estas palabras y darles significado. La bondad y misericordia divinas son verdad, y todas Sus promesas se cumplirán. El Rey está en su trono en el universo.
Jesús lo dijo así: a vuestro Padre le ha placido daros el reino (Lucas 12:32). El se deleita en caminar con nosotros.
LA SINGULARIDAD DEL MAL
Al llegar a este punto, hay preguntas obvias: ¿Por qué no escuchamos más sobre este refrescante y realista modo de pensar acerca de la gente? ¿Cuál es el propósito de etiquetar personas con palabras tales como “enfermedad”, “síndrome” y otras parecidas, además de la carga que representan? ¿Por qué los médicos no usan explicaciones y términos humanos para describir el camino del Antisalmo? ¿Cómo es que Dios explica la conducta, las emociones y el corazón humano de una manera tan distinta a dichas etiquetas? ¿Y por qué las terapias usuales no ofrecen nada ni remotamente similar a la intimidad del Salmo 23?
La respuesta es compleja. Podríamos resumir en dos puntos:
1) Si enfrentamos los problemas por lo que realmente son, hemos de reconocer el problema del mal. Lo equivocado es algo mucho más serio que una enfermedad o un síndrome. La maldad opera desde adentro -celo malo y ambiciones egoístas. Y el mal nos llega desde afuera: traiciones, falsos valores, modelos pobres, relaciones confusas, un cuerpo fuera de sincronía, lesiones, vejez, muerte. Pecado y sufrimiento, ambos, caracterizan el problema del mal.
Sin embargo los diagnósticos (y la sabiduría de la calle) nunca mencionan la letra M (Maldad). ¿Qué distorsiona nuestra vida? Maldad. ¿Qué corrompe nuestras vidas? Maldad. De dentro y de fuera. Algo muy obscuro y muy complejo se halla en operación.
Nadie puede ignorar la evidencia de la maldad. Podemos sentirla. Participar de ella. Pero nadie quiere nombrarla por lo que es. Admitimos la maldad de un Hitler o de un terrorista suicida que mata niños inocentes. Pero no vemos la maldad que opera en los problemas comunes y corrientes.
2) Si reconocemos el alcance del problema del mal, nos damos cuenta que necesitamos un Salvador. Si el mal infecta a todos, luego entonces todos necesitamos que alguien fuera del poder del mal traiga luz y vida, alguien fuera del sistema de muerte y obscuridad. Esta persona es el Señor Jesucristo.
El caminar “yo insisto en mi manera” es un pecado del corazón contra Dios, único Rey, cuya voluntad es que le amemos y demos gloria. Necesitamos lo que sólo Jesús puede dar: perdón, misericordia, arrepentimiento y giro de 180 grados. Como seres humanos, todos estamos por naturaleza inmersos en el Antisalmo. Necesitamos que Jesús nos salve de la lógica interna de nuestros corazones. Necesitamos que nos salve de sufrimiento y muerte.
Si tan solo “arreglamos un poco el temperamento”, o si “comemos más saludable”... apenas hemos limpiado la superficie de los problemas. Necesitamos misericordia. Necesitamos cambio de corazón, un Salvador, un Señor. Necesitamos el camino del Salmo 23. Todos.
Pero si no queremos necesitar a Jesucristo, entonces tendremos que negar la profundidad y el alcance del problema del mal.
ESTA HISTORIA CONTINUARA. <{{{{><