martes, 7 de diciembre de 2010

TRABAJO Y ORACION

Dietrich Bonhoeffer (1906-1945), teólogo alemán, quien fuera ejecutado en un campo de concentración nazi, escribió lo siguiente sobre trabajo y oración:
Después de la primera hora de la mañana, el día del cristiano pertenece al trabajo. “Sale el hombre a su labor, y a su labranza hasta la tarde” (Salmo 104:23)... Orar y trabajar son asuntos diferentes. La oración no debiera ser estorbada por el trabajo, pero tampoco el trabajo debiera ser impedido por la oración. Fue voluntad divina que el hombre trabajara seis días y reposara y celebrara delante de Dios en el séptimo, también ha sido voluntad divina que cada día sea para el creyente de oración y trabajo. La oración requiere su tiempo propio. Pero la mayor parte del día pertenece al trabajo. La inseparable unidad de ambos será más clara cuando cada uno reciba su cuota indivisa. 
Sin la carga y labor cotidiana, la oración deja de ser oración. Y sin oración, el trabajo ya no es trabajo. Solo el creyente sabe esto. De modo que la distinción clara y precisa entre ambos es lo que mejor manifiesta su unidad...
Unidad de oración y trabajo, la unidad diaria, es la presencia de Dios subyacente en la exhortación de Pablo a “orar sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:17). De modo que la oración del cristiano se extiende más allá del tiempo dedicado a ella hasta el tiempo mismo del trabajo. Rodea el día por entero, y al hacerlo no obstaculiza el trabajo. Promueve el trabajo, lo afirma, le da mayor significado y contentamiento. Cada palabra, cada oficio, cada pieza de trabajo se convierte en una oración... “y todo lo que hagáis, de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús” (Colosenses 3:17).
Matt Perman http://www.whatsbestnext.com

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