lunes, 13 de diciembre de 2010

Meditación del 13 de diciembre

“Y aconteció que tres días después le hallaron en el templo, sentado en medio de los doctores de la ley, oyéndoles y preguntándoles” (Lucas 2:46).

Mientras los niños de su edad jugaban en las calles, Jesús estaba sentado en el templo -no mirando el mármol o los hermosos candelabros, o el oro de sus paredes o la gloria exterior del edificio. 
Tampoco hizo como algunos padres hacen con su hijos, les permiten venir a jugar en la Iglesia [mientras transcurre el culto de adoración]. 
Jesús oía y hacía preguntas a los grandes teólogos de su época: “Y aconteció que tres días después le hallaron en el templo, sentado en medio de los doctores de la ley, oyéndoles y preguntándoles” (v.46). Toda la sabiduría y conocimiento que ellos habían obtenido les fue dada por El, sin embargo ahora oye lo que habían aprendido. Helo aquí como un humilde discípulo. 
Sea esto un excelente ejemplo para nuestros jóvenes, será una virtud sentarse a oír atentamente las enseñazas de sus maestros. Jesús podía dar clase a todos, pero el Padre todavía no le había ordenado a Su ministerio público; así que por un buen rato debía sentarse a oír con diligencia y preguntarles con decencia, aunque luego pueda salvarlos.

La vida humana tiene diferentes etapas, cada una a ser usada con humildad. No dudo que haya entre nosotros jóvenes que mañana serán grandes teólogos y predicadores, pero por el momento han de esperar turno. En el ínterim su labor no es criticar ni murmurar, sino oír atentamente y preguntar. 
Oír y preguntar es algo que se aprende. Nadie podrá educarse correctamente si primero no aprende a oír, nótese: “Sentado en medio de los doctores de la ley, oyéndoles y preguntándoles”. Aun el Hijo de Dios debía quemar esa etapa: “Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres” (v.52). 
Y el hombre sabio agrega: “Inclina tu oído y oye las palabras de los sabios… Porque es cosa deliciosa, si las guardares dentro de ti” (Proverbios 22:17). 
Padres, no dejen de orar por sus hijos y sigan esforzándose para que desde temprana edad tus hijos sean enseñados a amar la instrucción.

Que sean como Jesús, quien fue sabio y quería ser más sabio aun. 
Como hijo de Dios por fe, imita al muchacho Jesús. Hijo de Dios por naturaleza, nosotros lo somos por gracia, fuimos adoptados mediante arrepentimiento hacia Dios y fe en Cristo. 
Cuando el Padre le llamó a estar en el templo, Jesús abandonó su ocupación habitual y se sometió. No puede haber nada en la tierra, en tus ocupaciones diarias, que te distraiga tanto que no tengas tiempo de obedecer a Dios cuando El te llame. Que sea dicho de ti como dijo Pablo: “Cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero” (1Tesalonicenses 1:9). 
Aunque los otros no entiendan tu vida -como tampoco José y María entendieron a Jesús- ahora y día tras día es para servir la voluntad de Dios.

Amén.
P.Oscar Arocha; www.ibgracia.org

No hay comentarios.: