miércoles, 8 de diciembre de 2010

Meditación del 8 de diciembre

“Pero cuanto más los oprimían, tanto más se multiplicaban y crecían, de manera que los egipcios temían a los hijos de Israel” (Éxodo 1:12).
 
Una de las verdades más enseñadas en la Biblia es que vivimos en un mundo caído. Por más alto que volemos, tarde o temprano volvemos al piso. 
Cuando los hijos de Israel estaban en penurias, sin comida, se les abrió una puerta de salvación: Egipto. Esa nación fue un granero en medio de la hambruna, un oasis en el desierto, pero luego su libertad se convierte en cárcel y después son tratados como hombres inútiles, vagos, ociosos. Las vueltas que da la vida. Un Faraón los favoreció y el otro los maltrató.

En otras palabras, muy a menudo Dios obra por medios contrarios. 
Si tuviéramos eso en cuenta, nuestra confianza en el Señor y sus promesas serían mucho menos afectadas por las circunstancias de nuestro peregrinar. Es como si alguno quisiera vaciar una piscina sacándole agua, y mientras más le saca más se llena. Dios actúa por medios contrarios. Los egipcios pensaron que los israelitas no podrían resistirles y que en consecuencia la población se reduciría, sin embargo no resultó así: “Pero cuanto más los oprimían, tanto más se multiplicaban y crecían, de manera que los egipcios temían a los hijos de Israel. Y los egipcios hicieron servir a los hijos de Israel con dureza, y amargaron sus vidas." 
El escritor divino usa un juego de palabras difíciles de tragar con el fin de transmitirnos los sufrimientos del pueblo de Dios por el rigor y severidad con que eran tratados.

Los comisarios egipcios intentaban disminuir al pueblo de Israel y que no les representase peligro, atemorizarlos y que sirvieran al imperio con sumisión, que se dedicaran al trabajo y a nadie se le ocurriera la idea de conspirar. Sin embargo Dios usó este maltrato con el fin de fortalecerlos más. 
En ocasiones la providencia nos mete en adversidad moderada, no destructora, para robustecernos. He aquí que quienes se consideraban fuertes, vinieron a ser los débiles y miedosos: “De manera que los egipcios temían a los hijos de Israel”. Fueron por lana y salieron trasquilados. Los hebreos se propagaban cada vez más, y el resultado fue que la malicia de los egipcios resultó impotente.

Faraón fue malo porque los israelitas prosperaron, quizás hubiera sido más excusable si los hubiese castigados por desobedientes o conspiradores, pero no fue así, sino porque les iba bien. Faraón se sintió ofendido porque Israel prosperó. Lo que debe ser motivo de amistad y beneficio fue causa de malicia. No hay cosa más odiosa a los ojos de un hombre malvado que la prosperidad de una persona buena y hacendosa. Al orgulloso le molesta sobremanera el humilde. El ojo malo ve peligro y enemistad incluso entre sus amigos e inofensivos colaboradores. Sólo cuando el espíritu de Cristo more en un corazón será que tales sentimientos malvados podrán mortificarse.
Dios hará por Su pueblo todo lo que ellos esperan de El. 
El Señor ha comprometido Sus atributos para que sean ventajas para Su pueblo: "Dios de Israel, es Dios para Israel" (1Crónicas 17:24). Esto es, que cumplirá todo lo que se espera y te guiará en temor para favorecerte. Lo que fue Dios para los israelitas también lo es para ti. Resta que te dediques a cultivar fe en Cristo, porque será esa fe lo que te hará ver que hay un Rey por encima de todos los reyes de la tierra, y que ese Rey gobierna para nuestro bien.

Amén.
P.Oscar Arocha; www.ibgracia.org

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