martes, 7 de diciembre de 2010

Meditación del 7 de diciembre

“Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento” (Lucas 2:6)

El texto informa las circunstancias en que nació el Señor Jesucristo, el Salvador del mundo. En cuanto a posesiones sabemos que las mansiones eternas de los cielos son Suyas, la tierra y su plenitud son de su propiedad. Con todo no rehusó ser echado en un pesebre, ni se quejó. Su llegada a este mundo fue por una puerta de pobreza: “No había lugar para ellos en el mesón” (v7)
Eran muy pobres, pues a Don Dinero le es fácil encontrar hospedaje en lugares cómodos, y si no hay habitación, la compra. Hay que suponer que diligentemente buscaron donde posar pero no encontraron. 
El hecho parece ser reflejo de la condición de la época, de mucha insensibilidad: que una mujer de aquella misma ciudad, de nobleza y virtud, no encontrara quien le hospedara, nadie se condolió ni se compadeció de su figura encinta. Una joven mujer a punto de parir es enviada a un establo, que por más limpio esté no deja de ser lugar para animales, por lo general construido en el fondo del patio. 
Una escena de necesidad que no movió al amor sino a  indiferencia o menosprecio. Desde antes de nacer fue despreciado por los hombres y hoy sigue siéndolo por muchos.

Por tanto, no tenemos razón alguna para amargarnos si somos rechazado por el mundo. No dudo que el impulso ocurra, pero si consideras debidamente el ejemplo de Jesús, de seguro que el desagrado sería eliminado, cuando no muy disminuido. La razón es obvia, todo es de Jesús, y aquí nada es nuestro. Y si  Jesús siendo dueño -puro y perfecto- actuó con humildad, es más propio y lógico que nosotros también. Todo lo que tienes y usas en este mundo es prestado, un día te lo pedirán. Así que, no te pongas en el lugar que no te corresponde,  vivirás más en paz pues el favor de Cristo está con los humildes: “Lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios… Si a mí me han perseguido, también á vosotros perseguirán” (1Corintios 1:27; Juan 15:20).
 
Dios no busca gente que lo haga brillar, sino individuos a quienes la práctica del Evangelio los haga brillar como buenos y obedientes. Sé, pues, humilde en todo, moderado en tus gustos y gastos, la bendición del Señor estará contigo.

Amén.
P.Oscar Arocha; www.ibgracia.org

No hay comentarios.: