miércoles, 9 de marzo de 2011

Meditación del 9 de Marzo

“Entonces Caleb hizo callar al pueblo delante de Moisés, y dijo: Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos” (Números 13:30).

Su reacción fue buena, confiada en el poder y promesa de Dios: Dios no estuvo de acuerdo con la desconfianza de los demás, nos les mandó a espiar la tierra,  más bien lo permitió para probar lo que había en sus corazones. 
Caleb salió victorioso de la prueba. 
Es sabido, por la Biblia y nuestra experiencia, que en toda sociedad hay hombres y mujeres corruptos, pero al mismo tiempo es difícil que no aparezca un hombre fiel, helo aquí. Entre los doce apóstoles hubo un Judas, y entre los doce espías un Caleb y un Josué. Dios no abandonará nuestras buenas causas, aun cuando sea con poco.

Josué guardó silencio, sabiamente pospuso hablar para un momento más adecuado, con Caleb era ahora suficiente. 
Es notorio que Caleb era un hombre de fe, de mente espiritual, pues su convicción le impulsó a hablar y le sostuvo cuando toda la multitud estaba en contra. En ningún momento se  le oye decir: "¿Qué podemos hacer yo y Josué contra todo un pueblo? ¿O ir en contra de diez príncipes?" Al contrario, mire su valentía de fe: “Entonces Caleb hizo callar al pueblo delante de Moisés, y dijo: Subamos luego”
Nadó en contra de la corriente, condujo sus amigos a la verdad y los enemigos contra su persona. Aceptó el reto y enfrentó la multitud.

Un hombre de convicción, cuando se dispone a defender algo, no considera tanto el número o capacidad de sus oponentes, sino la legitimidad de la causa a defender. El individuo tampoco pone mucha atención a si está sólo o acompañado. Caleb no cuidó ser popular, sino agradar a Dios. 
Vio algo que los otros no pudieron ver, pues miró con ojos de fe, mientras que los demás lo hicieron con ojos físicos. El miedo carnal agranda los peligros y la fe los disminuye. Muchos de tus problemas se agrandan por tu incredulidad. Los valientes que hay en este mundo, son hombres de fe. Hubiese sido un éxito para Israel si hubiesen seguido el consejo de Caleb. 
Hermano, la Iglesia no se gobierna por el sentir de la multitud, sino por la Palabra de Dios.
Amén.
P.Oscar Arocha,
www.ibgracia.org

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