jueves, 10 de marzo de 2011

¿Imposición o anticipación amorosa?

¿Es imposición lo que los padres tratan de enseñar a sus hijos? ¿Atenta contra la personalidad de los retoños? ¿Será una rémora en su desarrollo?

Estas y otras preguntas semejantes se las formulan muchas familias al socaire de las modernas tendencias pedagógicas actuales. Respondiendo a esta mentalidad, formulada por un profesor en un periódico, alguien que firmaba simplemente "Una Madre" escribió al mismo periódico lo siguiente:

CARTA DE UNA MADRE
Paso a mencionarle algunas de las más flagrantes violencias e imposiciones que han sufrido mis vástagos:
- cuando han nacido mis hijos, no les he dejado decidir su sexo, ni tampoco el tamaño ni el color de sus ojos y pelo;
- cuando los he alimentado, no les he preguntado qué marca de leche ni que clase de papilla querían;
- cuando han tenido la edad, no han podido decidir si quedarse en casa conmigo o ir al jardín de infancia;
- cuando han enfermado, no han podido elegir médico ni tratamiento acorde con sus preferencias;
- cuando han debido ir a la escuela primaria, no les he mostrado todas las posibles para su elección.

Hay también otras facetas en las que no han elegido:
- les he dado mi sangre y mi vida sin consultarles;
- les he dado mi corazón sin consultarles;
- les he dado noches sin dormir y días de dolor sin consultarles;
- les he dado mis privaciones, mis esfuerzos y mis ilusiones sin consultarles.
Y continuaré sirviéndoles en lo que pueda, sin consultarles.
Creo que, en cuestiones de amor, no se funciona por consultas populares ni decisión de la mayoría.
Y mal podrán ser útiles a la sociedad los que no saben amar.
Una Madre.
(de un recorte de La Vanguardia, 25-12-77).

El paso de los años no ha hecho perder actualidad a esta carta. La madre tiene razón: el amor toma la iniciativa siempre. Se anticipa constantemente a las necesidades del ser amado.
Este ha sido siempre el método de Dios. "Con amor eterno te he amado" -le dice Dios a Su pueblo, aún más, desde toda la eternidad, desde antes de la fundación del mundo.

La bondad del Creador convertido en Salvador responde a un plan amoroso de buena voluntad hacia los pecadores, un plan sobre el cual no fuimos consultados sino solamente beneficiados, bendecidos, salvados y transformados.
Porque el amor se anticipa, obsequia y se goza en el amado.
"De su plenitud -de la plenitud de Cristo- tomamos todos, y gracia sobre gracia."

¿Has tomado tu parte?
¿Te has sumergido ya en el amor que Dios te brinda en Cristo Jesús?
José Grau, España
1997

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