viernes, 16 de enero de 2009

2. Puertas estrechas

LA HISTORIA DE JAIME Y SARAH

Evangelista decidió sentarse en una piedra junto al camino. Una pareja se acercaba, parecían argumentar uno contra el otro, pues su expresión y sus manos se movían inquietas. Se puso de pie, pero no le hicieron ningún caso, enfrascados como venían en su acalorada argumentación.

Evangelista decidió interrumpirles: -Buenas tardes, ¿quizás pueda ayudarles?

El hombre entonces le miró, sorprendido “mmm, ¡sí! Para empezar, ¡no se meta en lo que no le importa!

Evangelista sonrió. “Excúsenme. Pero no ví ninguna indicación de que quisieran mantener en secreto su conversación”. Al oírle, se ruborizó la cara de la mujer quien se apresuró a decir “lo siento, realmente no queríamos publicar nuestras dificultades. Usted no puede ayudarnos. Creo que nadie puede. Me llamo Sarah y éste es mi futuro ex-esposo Jaime”. “¿Quién es usted?”.

“Mi nombre es Evangelista y voy por este camino esperando ayudar a personas en situaciones como la suya”.

Sarah miró a su esposo, quien continuaba enfurruñado, y le preguntó si quería hablar con Evangelista. No pareció muy feliz con la idea, pero de mala gana aceptó hacerlo.

Nuestro amigo empezó preguntando desde cuándo estaban casados y desde cuando eran infelices uno con el otro. Respondieron que tenían 3 años casados y ambos estuvieron de acuerdo en que desde hacía 6 meses las cosas iban de mal en peor. Al preguntarles de qué argumentaban, resultó que cualquier razón era suficiente.

 En este momento Evangelista preguntó si querían oír buenos consejos o buenas noticias.

 Por primera vez Jaime se mostró interesado. “¿Qué quieres decir?”

-“Bueno, que hay dos enfoques posibles al querer ayudar parejas con problemas matrimoniales. Uno es decirles lo que están haciendo mal: haz esto y no hagas lo otro. Este es el enfoque del buen consejo. El otro es decirles Quién les puede ayudar al darles el poder para hacer lo que es correcto. Este es el enfoque de las buenas noticias”.

Evangelista se dirigió a Sarah: “¿Has leído algún libro de cómo tener un matrimonio feliz?”. Aquí Sarah se rió fuertemente “he leído tantos que ya ni me acuerdo, de finanzas, de comunicación, de sexo e intimidad, de apertura…”. Miró a Jaime y dijo “él no ha leído ninguno”. 

Ignorando el último comentario, Evangelista quiso saber si alguna lectura le había sido útil. –“Oh, aprendí muchas cosas”. Pero Evangelista insistió. “Mi pregunta es si te han ayudado, no cuánto aprendiste. ¿Eres más feliz, sí o no?”.

-“¿Qué?”, la sorpresa se reflejó en el rostro de la mujer.

-¿Has aprendido cosas buenas, y te has dado cuenta que no tienes el poder de llevarlas a la práctica?

-“Sí, eso pasa muchas veces”, dijo ella.

-¿Es decir que habéis recibido muchos buenos consejos, y ninguna buena noticia?

-“Pues… sí, así es”.

Evangelista se volvió a Jaime y le interrogó qué pensaba de esos libros. Jaime contestó que los evitaba por dos razones: “porque me dicen lo que necesito hacer, algo que ya sé y además sé hasta dónde soy capaz. Si no me puedo comer lo que ya tengo en el plato, ¿para qué me sirvo más?”. –“¿Y la segunda razón?”. –“Sarah desea que yo sea líder, que muestre más iniciativa. Así que me pone enfrente todos estos libros; quiere que yo sea líder… siempre y cuando sea ella la que me dirija”. Sarah quiso interrumpir, pero Evangelista no lo permitió.

¿Entendiste la diferencia entre buenos consejos y buenas noticias?

“Sí, pero cualquier cosa que digas cae en la categoría de consejos. En un matrimonio solo hay dos, y cualquier cosa por hacer tendremos que hacerla nosotros. Y tal parece que no tenemos la capacidad para hacerlo”.

Al decir esto, Jaime se volvió para continuar su camino pero Evangelista lo detuvo una vez más: “¿Qué dirías si te digo que el problema de tu matrimonio es precisamente que sólo hay dos personas en él? Si Dios estuviera en sus vidas, tendrían poder para hacer lo que El requiere de ustedes”.

 “¿Cuál sería la diferencia? Tenemos un montón de amigos religiosos que son tan infelices como nosotros”. 

No hablo de religión vacía de relación con Dios. Muchas personas utilizan la religión como fuente de buenos consejos, mismos que les condenan cada vez que fallan. Este error es muy común, incluso entre verdaderos cristianos, que debieran saber mejor.

¿Ves ese árbol? ¿Produce fruto porque es árbol de manzanas, o es que trata de producirlas en un intento de ser árbol de manzanas?. Jaime se rió y contestó: “las manzanas son resultado de lo que el árbol es”. “¿Y esos arbustos, darían manzanas?”  “¡Claro que no, el intento es inútil!"

¿Significa esto que las manzanas no te gustan?

“No, sólo que yo sé que los arbustos no dan manzanas”.

 Correcto. De la misma manera, los consejos recibidos en verdad son buenos. Pero ustedes no tienen poder para practicarlos. Son como los arbustos.

Sólo hay Alguien que tiene el poder y la autoridad para transformarles. El lo hará cuando ustedes se acerquen a El apoyados en la muerte y resurrección de Su Hijo. El matrimonio no cambia lo que ustedes son. Más bien amplifica lo que ya son. Por ello hay tantos problemas matrimoniales. En la intimidad, se amplifica el egocentrismo. Ni una multitud de consejería puede cambiar esto.

 Un matrimonio será transformado cuando los individuos que lo componen sean transformados. Cuando cada uno de ustedes, individualmente, venga a Dios a través de Jesucristo. Las buenas noticias son primero, luego los buenos consejos. De otro modo, el único valor de los buenos consejos será revelar cuánto han caído y qué lejos están de los requisitos de Dios.

Por primera vez, ambos permanecieron quietos.

Luego hablaron entre sí en voz baja y después se acercaron a Evangelista y le agradecieron sus palabras. “Hay mucho en lo que has hablado. Por favor, explícanos más”.

PERSUASIONS. A dream of reason meeting unbelief. Douglas Wilson 

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