domingo, 8 de marzo de 2009

¿Qué aprendimos en 2008?

Que hablar de la supremacía de Cristo y vivir la supremacía de Cristo en nuestras vidas no son sinónimos. Vivir la cruz y resurrección de Cristo incluye reformatear todo el disco duro de nuestro diario vivir.

Que hemos de fortalecer nuestra visión cristiana del mundo y la vida.
Crecer en esta perspectiva fortalecerá nuestra fe y paciencia. Pero conocimiento sin amor es vanidad. La perspectiva cristiana debe vivirse en las pequeños cosas de la vida, pues si Dios no gobierna lo diario, entonces no nos gobierna en nada [porque vivimos en las pequeñas cosas].

Que la paciencia y la consolación de las Escrituras fortalecen la esperanza.
Mi paciencia, mi conocimiento, no el de otros. Es decir que mi conducta y mi conocer son regalos para que mi experiencia cristiana sea más plena y alegre [y pueda proveer a otros de lo mismo].

Que somos incapaces de consolarnos a nosotros mismos.
Sólo la Escritura es verdad. ¡Que Dios aumente nuestra fe! Pues la fe es por el oír la Palabra de Dios.

Que hemos de alimentar nuestra alma con las promesas del Señor, pues si nuestra nueva naturaleza es espiritual luego entonces necesitamos alimento espiritual. ¿No hacen mis palabras bien al que camina rectamente? (Miqueas 2:7).

¡Cuán importante es memorizar la Escritura desde niños! Y aprender/enseñar a meditar, a reflexionar, a saber aplicar la verdad en la vida diaria y saber trasladar la verdad en genuino pensamiento cristiano y expresarlo en palabras.

Que vivir la resurrección de Cristo nos libera de nosotros mismos, nos da vida para mortificar al yo, nos libera para servir a otros, nos da poder para seguir las pisadas del Señor y en el proceso revelar –ser espejos- de lo que significa vivir para la gloria de Dios.

Que ciertamente Dios hace todo lo que él quiere, y él ha dicho que quien empezó la buena obra en nosotros la perfeccionará hasta el Día de Cristo. ¡Amén!

¡Cuán importante es alabar en espíritu y en verdad!

¡Cuán importante es tener un corazón enseñable y disponer el alma!

Que si hemos sufrido por Cristo, gocémonos en la esperanza de haber sido tenidos como dignos de ser humillados para que aprendamos Sus estatutos y veamos hacia la eternidad viviendo conforme a la voluntad de Dios.

Que en Dios hay perdón, para que sea reverenciado.

Que ciertamente Dios oye la oración y trae reposo al alma.
Amén.

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