martes, 10 de marzo de 2009

Idolatría los Domingos en las Mañanas, Parte 1

Así temieron a Jehová aquellas naciones, y al mismo tiempo sirvieron a sus ídolos. (2 Reyes 17:41)

¿Cuál es nuestro obstáculo más grande al adorar a Dios? Podríamos obtener unas cuantas respuestas posibles.
"Los servicios son demasiado planeados / espontáneos."
"Las canciones son muy complejas / simples."
"El piano / organo / musicos / guitarrista suena mal."
"Hay demasiadas canciones antiguas / modernas."
"Nuestra iglesia es muy grande / pequeña."

"Nuestro líder de adoración no tiene mucha experiencia / llama mucho la atencion."

Ignorando por un momento que todas estas afirmaciones se refieren a un contexto congregacional, ellas revelan una mala y profunda interpretación sobre los obstáculos a la verdadera adoración. Contrario a lo que podríamos pensar, nuestro problema más grande no yace fuera de nosotros, sino dentro de nuestros propios corazones. Es el problema de la idolatría.

El pasaje de 2da de Reyes describe una situación que existió cuando Samaria fue invadida por el rey de Asiria. Es una situación que potencialmente podría existir en nuestros servicios de adoración de hoy. Podemos temer al Señor externamente, envolviéndonos en lo que percibimos como todos los elementos apropiados de la adoración – (cantar, ofrendar, arrodillarse, escuchar la Palabra de Dios, etc.) – y estar al mismo tiempo sirviendo a dioses falsos en nuestros corazones. Dios lo deja claro en Éxodo 20 que El no tolerará ninguna competencia por la lealtad y los afectos de nuestros corazones. "NO tendrás dioses ajenos delante de mí." Eso describe la idolatría con precisión.

Cuando alguien menciona la idolatría, podemos imaginarnos a algún hombre de una tribu en Nueva Guinea inclinándose delante estatuas de madera o metal, y pensar, "Gracias a Dios que no tengo que lidiar con ESO." No obstante, los ídolos son mucho más penetrantes, insidiosos, y engañosos. La idolatría es atribuirle valor, autoridad o supremacía absoluta a cualquier objeto que no sea Dios.

Pensamos neciamente que los ídolos pueden proveernos lo que solo Dios puede darnos. Ellos nos tientan todos los días, todo el día. No es sorprendente, entonces, que aún mi hija de diez años, Mckenzie, esté lidiando con ídolos. Uno de sus ídolos principales es "no bañarse." Conocidos de otra forma como los ídolos de control y placer. Ella me confesó, que en los últimos tres días, solo ha estado simulando que se estaba bañando. (Por alguna razón, la mayoría de los niños de diez años no encuentran el darse una ducha divertido) Después de trabajar con una confesión con lágrimas con mi esposa, y enterarme de su disciplina (no jugar con amigos por tres días), hablamos sobre su corazón. Yo le expliqué que el no darse una ducha podría ser un ídolo para ella. Ella pensó que quedarse sucia podría traerle felicidad, más que obedecer a Dios no mintiendo. Eso, la llevó a engañar a aquellos quienes ella más ama y deshonrar al Dios Quien la creó para Su gloria. Y definitivamente, su ídolo no cumplió con la promesa de felicidad. Al fin y al cabo, los ídolos nunca cumplen.

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