sábado, 7 de febrero de 2009

21. LOS INSTITUTOS DE CALVINO

Habiendo defendido el uso de lenguaje técnico teológico como un soporte para nuestro entendimiento de doctrinas escriturales como la Trinidad, Calvino ahora argumenta que la terminología teológica apropiada nos ayuda a “desenmascarar falsos maestros”. 

Términos precisos nos limitan a lo que realmente queremos decir, de modo que los falsos maestros serán incapaces de “evadir [la verdad] con sus giros”. En característico lenguaje florido, Calvino señala que “estas resbalosas serpientes se deslizan fuera a menos que sean firmemente perseguidas, cazadas y luego muertas”. 

Cuán oportunas resultan estas palabras en nuestros días, pues si hay algo que los falsos maestros de hoy aborrecen, es la teología confesional de la iglesia. ¿Por qué?  Porque ésta requiere de ellos que establezcan sus enseñanzas con claridad, ya sea afirmando o negando con claridad sus proposiciones. Calvino dice que este fue el único enfoque que permitió a la iglesia temprana descubrir las evasiones de Arrio y derrotar sus herejías.  A pesar de las quejas de que un enfoque así entroniza fórmulas humanas sobre la Palabra de Dios, la realidad es que solo mediante clara teología confesional será posible a la iglesia defender la verdad de la Escritura.

Calvino luego advierte a no ser más devotos de la cuenta con meras palabras, cuando es la verdad de las ideas lo que realmente importa. 

La terminología debe ser sierva de la verdad, no maestra. Así, en la porción 1.13.5, Calvino relata como numerosos teólogos ortodoxos de la iglesia temprana lucharon en sus variados enfoques sobre terminología, pero que debido a la ortodoxia de sus ideas fueron capaces de llegar a eventuales acuerdos. Recordando que nuestras definiciones son más aptas para guardarnos del error que para contener toda la verdad, evitemos severidad excesiva en nuestra devoción a la terminología. Todo aquel que se enganche en disputas teológicas debiera ser obligado a leer este párrafo de Calvino, debido a la riqueza de sabiduría que contiene.

Luego, en el párrafo 1.13.6 Calvino especifica su propia terminología al tratar la Trinidad, nos informa que para él, “subsistencia” correlaciona con las tres Personas divinas, mientras que “esencia” se refiere al único “ser” divino. Cada subsistencia (persona) comparte la misma esencia (ser), si bien posee cualidades individuales que la diferencia de las otras subsistencias (personas).

Por tanto, la palabra “Dios” se aplica en igualdad a todas las tres personas de la Unidad, si bien cada persona es distintiva y únicamente Padre, Hijo, o Espíritu Santo.

Al enfocarse en la eterna deidad del Hijo en la sección 1.13.7, Calvino inicia apelando a la descripción de Juan sobre Dios el Hijo como “la Palabra” en Juan 1:1-3. Puesto que Génesis 1 relata que Dios creó todas las cosas por su Palabra, y dado que Juan dice que aquella divina Palabra en la creación fue personificada en el Hijo de Dios, entonces hemos de concluir que Cristo es co-equivalente con Dios en eternidad y divinidad. 

Vemos a Calvino practicando el mismo procedimiento que antes aplaudió: escudriñar con cuidado a través de la Escritura para detectar proposiciones teológicas que con propiedad afirmen verdad.

Blog 21: 1.13.4 - 1.13. 7

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