miércoles, 25 de febrero de 2009

1. Cómo estar limpio para la gloria de Dios (y algunos consejitos de lavado)

Me apasiona conectar la teología con los asuntos de la vida diaria. Disfruto mucho al lavarme para la gloria de Dios. ¿Por qué?

Cuando un legalista se lava
¿Cómo te das cuenta de esto? Porque lavan los cacharros y todo lo que visten, pero dejan la ropa interior “en remojo” y tampoco limpian por debajo de la superficie de la mesa. ¿Por qué? Porque no lo hacen por amor a Dios o amor a otros. Lo hacen porque sienten que debieran hacerlo o porque quieren que otros lo vean haciéndolo. De modo que no hay gozo intrínseco en hacerlo.
Como resultado, hacen apenas lo suficiente como para decir que se han limpiado. La cocina se ve limpia por “encimita”, pero no está limpia en verdad.

Encontrando gozo al lavarse
Así que, ¿cómo hallar gozo al lavarse? Primero, podemos gozarnos en la oportunidad de servir a otros. Si, por ejemplo, quedó loza de anoche por lavar en el fregadero, me levanto temprano y limpio antes que mi esposa se levante. ¡Me encanta la idea de que se despierte pensando en el trabajo que le espera y la sorpresa de encontrarlo ya terminado!
Segundo, podemos compartir el gozo del Creador a medida que creamos orden en nuestro caos. El primer acto creativo de Dios fue crear orden del caos (Génesis 1:1-2). Y ese primer acto creativo es prototipo de todos los actos creativos. Ser hechos a la imagen del Creador para tener cuidado de Su creación significa haber sido hechos para compartir Su gozo en el orden y la belleza. Cuando limpiamos el patio y nos apoyamos en el mango de la escoba solemos admirar el trabajo realizado. Es un acto profundo. Estamos expresando nuestra verdadera humanidad y compartiendo el gozo de Dios al crear. Es lo mismo cuando uno se lava. El agua sucia se convierte en una pila de ollas limpias. La trastornada cocina se convierte en nueva otra vez.

Idolatría y limpieza
Pero al lavarnos podríamos equivocarnos de dos maneras. El primero –ya visto- es cuando expresamos el deseo de ser nuestro propio salvador (legalismo). El segundo es cuando expresamos el deseo de ser nuestro propio señor. Nuestra cocina se convierte en nuestro dominio. Así que buscamos la perfección. Sacamos a otros de “nuestra” cocina. “Será más fácil si lo hago yo”, “Tú no podrías hacerlo bien”. Nos molesta si alguien pone los vasos en el lugar incorrecto. Piensa un poco en la palabra “incorrecto” de la frase “lugar incorrecto”. ¿Quién determina lo correcto o lo incorrecto en esta circunstancia? No el Dios Vivo en verdad.

El fregadero de la cocina es lugar santo –un teatro para la gloria de Dios
Un ultimo pensamiento. Zacarías termina con estas palabras: En aquel día estará grabado sobre las campanillas de los caballos: SANTIDAD A Jehová; y las ollas de la casa de Jehová serán como los tazones del altar.
Y toda olla en Jerusalén y Judá será consagrada a Jehová de los ejércitos; y todos los que sacrificaren vendrán y tomarán de ellas, y cocerán en ellas; y no habrá en aquel día más mercader en la casa de Jehová de los ejércitos (Zacarías 14:20-21).

En el Viejo Pacto la santidad se hallaba atada a lugares y rituales. El templo era santo. Para entrar uno tenía que estar limpio según el ritual. Pero ahora todo es santo. Cada lugar y cada cosa es santa. En la visión del profeta las ollas del templo son santas, y por igual las ollas de la cocina. El fregadero de tu cocina es un lugar santo –puede ser teatro para la gloria de Dios.

Tim Chester. http://timchester.wordpress.com/2009/02/23/how-to-wash-up-to-the-glory-of-god-plus-washing-up-tips/

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