miércoles, 28 de octubre de 2009

Remedio contra la Amargura

El mundo solo tiene dos maneras de tratar con la amargura.

  • La mantienes dentro de ti y te enfermas
  • La expulsas y contaminas a otros.

El Evangelio da el único remedio que sana la amargura y no solo la tapa.

Efesios 4.31-5.2
31 Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. 32 Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo. 1 Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. 2 Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.

  1. La amargura es pecado. Mientras veas la amargura como un derecho o una actitud justificable cuando alguien te ofende, nunca verás la necesidad de ser sanado, de quitarla. Claramente, las Escrituras presentan la amargura como un pecado. Es un pecado que te hace daño a ti, a los demás y bloquea la gracia de Dios en tu vida.
  2. La amargura hay que quitarla, no taparla. “Quítense de vosotros toda amargura.” ¿Por qué no eliminamos la amargura de nuestras vidas? Es porque cuando nos ofenden nos enfocamos en lo que el otro hizo, pero perdemos de vista que mi reacción amarga ante ese pecado también es pecado. Muchas veces razonamos de la siguiente manera:
    • “Cuando deje de actuar así entonces quitaré mi amargura.” ¿Y si nunca para, vas a vivir toda una vida de amargura porque otra persona continúa pecando contra ti?
    • “Cuando se arrepienta entonces lo perdonaré todo estará bien.” Eso simplemente no es verdad. Si mantienes una actitud de amargura, cuando te vengan a pedir perdón no podrás perdonar. Para poder perdonar a una persona cuando te venga a pedir perdón debes ya haberlo perdonado en tu corazón antes que venga. La amargura no es un botón que se puede presionar cuando te pidan perdón. El problema de la amargura se resuelve unilateralmente independiente de la actitud del otro.
      • ¿Y entonces por qué la Biblia nos manda a corregir a los que pecan contra nosotros? Pues para el bien del otro. Para que el vea su falta y se arrepienta y pueda estar bien con Dios; si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele… si te oyere, has ganado a tu hermano (Mt. 18:15). Es por e bien de tu hermano, no como condición para eliminar tu amargura.
      • Es posible que tengas amargura hasta con personas que han muerto. Ellos no te van a pedir perdón pero tú si tienes que quitar de ti toda amargura contra esa persona. Es por tu bien y para honrar a Dios.
  1. Refleja el amor del Padre y de Cristo por ti.
    • Si verdaderamente crees que Dios te amó y te perdonó cuando eras su enemigo, cuando aun estabas muerto en delitos y pecados, cuando lo aborrecías y si verdaderamente crees que Cristo dio su vida y sufrió todo el castigo que tu merecías por tus pecados contra El, entonces lo más razonable es esperar que tu perdones a los demás como Dios te perdonó a ti.
    • Y si verdaderamente crees que lo que Dios te ha perdonado es cien mil veces mayor que lo que tu tienes que perdonar, entonces te sería fácil perdonar.
    • Eso es glorificar a Dios, reflejar su carácter en una manera totalmente radical y contraria a lo que el mundo espera. El mundo no contempla el perdón como una opción, pero nosotros somos la comunidad de la gracia, la comunidad de los perdonados.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Pero yo intento ponerlo en practica cada día y a veces la ira me sale y luego la culpa me amarga. Será cuestión de lucha porque la teoría la pongo en practica pero sigue saliendo...

inpray dijo...

siempre la teoria no garantiza la practica, pero, si sigue saliendo ira, enojo, amargura, es porque debemos saber que no todo fue nuestra culpa, perdonemonos a nosotros mismos, cosa por cosa, analicemos honestamente todos los hechos.
la amargura es falta de perdon, a otros o a nosotros mismos, empecemos por nosotros mismos.

inpray dijo...

siempre la teoria no garantiza la practica, pero, si sigue saliendo ira, enojo, amargura, es porque debemos saber que no todo fue nuestra culpa, perdonemonos a nosotros mismos, cosa por cosa, analicemos honestamente todos los hechos.
la amargura es falta de perdon, a otros o a nosotros mismos, empecemos por nosotros mismos.