El evangelista Lucas, al referirse a José de Arimatea dice: "que era de Arimatea, ciudad de los judíos, y que esperaba el reino de Dios." Esta esperanza en la venida del reino de Dios es la razón por la cual se hizo cargo del cadaver del Señor sin temor al concilio, Pilato o lo que cualquiera pudiera decir o hacerle. Esperar el reino es lo que capacita a un hombre a tomar riesgos por causa de Cristo. Esperar en el reino implica que las perdidas y ganancias de este mundo son nada en comparación con las pérdidas y ganancias del mundo venidero.
Una persona que espera en el reino:
- Es compasiva y acepta el sufrimiento con gozo porque sabe que tiene una mejor y más duradera posesión
- Hebreos 10:34 - Porque tuvisteis compasión de los prisioneros y aceptasteis con gozo el despojo de vuestros bienes, sabiendo que tenéis para vosotros mismos una mejor y más duradera posesión.
- Tiene como mayor riqueza sufrir con Cristo que los deleites temporales del pecado
- Hebreos 11:25-26 - escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los placeres temporales del pecado, considerando como mayores riquezas el oprobio de Cristo que los tesoros de Egipto; porque tenía la mirada puesta en la recompensa.
- Está dispuesto a sufrir vergueza y a abandonar la comodidad porque está conciente que esta no es su morada, sino que su morada viene con la venida del Reino.
- Hebreos 13:13-14 - Así pues, salgamos a El fuera del campamento, llevando su oprobio. Porque no tenemos aquí una ciudad permanente, sino que buscamos la que está por venir.
- Ama aun a sus enemigos porque su recompensa será grande con la venida del Reino.
- Lucas 6:35 - Antes bien, amad a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad no esperando nada a cambio, y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo; porque El es bondadoso para con los ingratos y perversos.
- Le hace el bien a los que no pueden pagarle ni devolverle porque su mirada está en la recompensa que será recibida en la resurrección de los muertos (la venida del Reino).
- Lucas 14:12-14 - Y dijo también al que le había convidado: Cuando ofrezcas una comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos, no sea que ellos a su vez también te conviden y tengas ya tu recompensa. Antes bien, cuando ofrezcas un banquete, llama a pobres, mancos, cojos, ciegos, y serás bienaventurado, ya que ellos no tienen para recompensarte; pues tú serás recompensado en la resurrección de los justos.
Señor, abre nuestros ojos para ver las glorias de tu reino y aumenta nuestra fe para atesorarlo.
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