sábado, 12 de septiembre de 2009

II. EL DISCIPULADO EMPIEZA EN LA CASA

Podemos y debemos enseñar a nuestros hijos creencias cristianas básicas y cómo memorizar Escritura. Esto puede ser divertido y educacional al mismo tiempo. Podemos escoger versos cortos para empezar y poco a poco introducir pasajes más largos como los Diez Mandamientos y el Salmo 23, a medida que “sentimos” que podemos avanzar. También puede usarse el catecismo familiar corto, con preguntas y respuestas abiertas a discusión de tal modo que nuestros hijos aprendan doctrinas bíblicas básicas.

Algunas ideas prácticas
He aquí algunas ideas sencillas que nos sirven para discipular:
• encuentre una buena Biblia para niños
• recuerde ser alegre al aprender Biblia
• mantenga tiempos breves y procure conservar la atención
• recite el o los versos varias veces al día en presencia de sus hijos, de modo que les sean familiares
• escriba tarjetones con el verso en un lado y en el anverso el libro, capítulo y # de versículo.
• haga rimas con el verso, o agregue música; los niños disfrutan cantar y aplaudir
• piense en actividades (“dígalo como pueda”, por ejemplo) que faciliten la memoria
• permita que sus hijos reciten a sus maestros o a los abuelos, dando gloria a Dios por su buena cabeza para recordar
• ore con sus hijos cada día, antes de cada alimento y antes de que se acuesten por la noche.

SI CADA FAMILIA DE CADA IGLESIA
REALIZARA SU TRABAJO
DE HACER DISCIPULOS CON SERIEDAD,
CAMBIARIA EL MUNDO

La revolución empieza en la casa
Si queremos revolucionar el discipulado en nuestra nación, tendrá que empezar en nuestros hogares. El dscipulado empieza en nuestros matrimonios, amando a nuestras esposas con el amor de Cristo. Sucede al enseñar, amar y disciplinar a nuestros hijos. Cuando llevamos el evangelio de vuelta a nuestro hogar, se diseminará hacia el vecindario y hacia las comunidades donde vivimos. Si cada familia de cada iglesia hace discípulos con seriedad, cambiaría el mundo.

El gran pastor puritano Richard Baxter conocía la importancia del ministerio familiar. “Tengamos ojo especial sobre las familias, ver que sean ordenadas y se realicen los deberes de cada relación. La vida religiosa, y el bienestar y gloria de ambos –Iglesia y Estado- depende mucho del gobierno familiar. Si somos negligentes en esto, se caerá el edificio… les exhorto… ¿desean la reforma y bienestar de su pueblo? Hagan todo lo que puedan por promover la piedad familiar”.

No seamos negligentes en nuestro deber de disciplinar y discipular a quienen viven dentro de nuestros propios hogares.

P. Winfield Bevins.
http://theresurgence.com/discipleship-starts-at-home-2

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