Este don es la capacidad de recibir a invitados y personas desconocidas y hacerles sentir bienvenidos, a menudo en la propia casa, con alegría y gentileza, de manera que se convierten en nuestros amigos.
La hospitalidad incluye a nuestras familias (1Timoteo 5:8), amigos (Proverbios 27:10), cristianos (Gálatas 6:10), así como desconocidos que pudieran no ser cristianos (Levítico 19:34).
Personas con este don
Mantienen una actitud de “casa abierta”, los visitantes se sienten bienvenidos y alentados a seguir visitando. Este don suele combinarse con talentos naturales tales como diseño de interiores, cocina, planificación… De modo importante, la hospitalidad NO se extiende a falsos maestros y similares, quienes son peligro (2 Juan v10-11).
Hospitalidad en la Escritura
Jesús gastó tiempo siendo amigo de los desamparados sociales (Mateo 11:19), a menudo comía con Sus discípulos; nos ha recibido y hecho parte dentro de la familia de Dios, lo cual incluye hogar eterno (Juan 14:2) y recepción eterna (Isaías 25:6-9; Apocalipsis 19:6-9).
Ancianos y pastores son comandados al ejercicio de la hospitalidad (1 Timoteo 3:2; Tito 1:8). Pedro disfrutó la hospitalidad de Simón (Hechos 9:43) y de Cornelio (Hechos 10:48). Pablo gozó la hositalidad de Lidia (Hechos 16:15) y del carcelero de Flipos (Hechos 16:34).
¿Tienes este don?
¿Disfrutas el recibir gente en tu casa?
¿Disfrutas al observar cómo otros se encuentran y gozan en eventos y fiestas donde has participado en planificación y recibimiento?
¿Es tu casa la clase de hogar donde otros se sienten cómodos y hasta “caen de visita” sin anunciarse?
¿Sientes que falta algo en tu vida cuando no hay huéspedes en tu casa?
Al pensar en tu casa, ¿puedes visualizarla desde la perspectiva de quienes te visitan?
¿Consideras tu casa como un ministerio?
P. Mark Driscoll, http://theresurgence.com/series/spiritual_gifts
viernes, 7 de agosto de 2009
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1 comentario:
Muy buena explicación
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