Sólo los ingenuos creen que el amor es de cemento y que basta tenerlo para que dure eternamente. Es todo lo contrario: frágil como un costoso jarrón de porcelana china. Y necesita arte, mimos, cuidados. Y mucha atención a la menor grieta, que dolorosamente tienden a crecer.
Vivirlo sin cuidarlo, para después llorar sobre su tumba, es la mejor manera de destrozar la vida.
Porque cuando se pierde un amor se pierde mucho más que eso. Si un amor es capaz de iluminar toda una vida, ¿no será la vida la que se oscurece cuando el amor se apaga?
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