La iglesia permanece firme o cae por su liderazgo. Sus líderes la guían a una mayor utilidad y fruto de la obra del Señor o la estancan en controversia, mediocridad y escándalo. Para desarrollar e inspirar una generación venidera de líderes en la iglesia, debemos abrazar y encarnar los principios bíblicos del liderazgo cristiano efectivo. Esta presentación organiza estos principios bajo tres grandes encabezados: (1) El Hacedor supernatural del liderazgo cristiano efectivo; (2) el método bíblico del liderazgo cristiano efectivo; (3) la Manera bíblica del liderazgo cristiano efectivo.
I. El Hacedor Sobrenatural:
"Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre." (Hechos 20:28)
"Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros…" (Efesios 4:11)
Estos textos muestran que Dios, y sólo Dios, hace líderes cristianos eficaces. Él da, hace, envía. Él llama y los comisiona. Les comunica gracia, los unge, los equipa, los capacita para servirle efectivamente. Sin esta autorización y unción divina el liderazgo cristiano efectivo es imposible. Esto desplega la singularidad del liderazgo cristiano efectivo, cosa que no requiere el liderazgo en el mundo de los negocios.
Dios ha dado a Su pueblo el privilegio de reconocer a aquellos a quien ha autorizado y ungido (Hechos 6:3; 1 Tim. 3:1-7; Tito 1:5-9)
Esto tiene implicaciones profundas con respecto a cómo gobernamos y cómo identificar y desarrollar líderes emergentes dentro de la generación venidera.
- Nos llama a orar (Mat. 9:38).
- Nos llama a buscar evidencia de la comisión y comunicación de Dios.
- Nos llama a asegurarnos de nuestra propia autorización y unción para gobernar con una confianza que viene de parte de Dios y encontrando nuestra competencia en Dios (2 Cor. 3:4-6).
Esta perspectiva debe sostenernos en tiempos de prueba, confusión, pérdida, vergüenza, problema, sentido de impotencia y sentido de nuestra indignidad y miserabilidad.
- Greg Nichols
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