La gracia restaura lo que ya no puede ser quitado. La restauración, por tanto, de las gracias de amor a Dios y al prójimo, del celo por la santidad y la justicia, implica la pérdida de ello debido al pecado original. Estos regalos sobrenaturales se perdieron en la Caída. También quedaron comprometidos nuestros dones naturales, de tal manera que ya no estuvieron enfocados en el honor a Dios –como debiera de ser.
Nuestra razón, por ejemplo, es un don natural que no puede sernos quitado. Nos pertenece como seres humanos racionales que somos. No somos bestias brutas. Existe una arena donde brilla la evidencia de nuestra nobleza, pero se halla envuelta en tinieblas.
Una de estas arenas es el área del entendimiento. El hombre investiga su medio ambiente con el anhelo de establecer verdad. Pero tropieza en la oscuridad, incapaz de reconocer o abrazar la verdad. El final de la búsqueda de sabiduría hecha por Salomón, divorciado de Dios, es “vanidad de vanidades”.
Observa que el hombre no es enteramente incapaz. Calvino menciona al gobierno, el manejo de los asuntos domésticos, las habilidades mecánicas y todas las artes liberales (2.2.13) como áreas donde el hombre puede alcanzar mucho –incluso en la oscuridad. Puede enmarcar leyes civiles y regular sociedades civilizadas. Por supuesto, hay excepciones; pero en general, el hombre es capaz de encontrar su camino alrededor del mundo de Dios, así como uno encuentra camino en una habitación oscura.
Ahora bien, la capacidad natural humana en las artes y las ciencias depende de “la peculiar gracia de Dios” (2.2.14). La competencia humana en estas áreas no solo es atributo de la gracia de Dios sino de las obras del Espíritu de Dios.
El Espíritu Santo obra como Santificador solo en los creyentes; pero –dice Calvino- El “llena, mueve, impulsa” a incrédulos al desarrollo de genio en las artes y las ciencias, y debiéramos respetarlos por esto. La diferencia es que Dios no es glorificado al perseguirse estos dones naturales.
Depravación no significa que no podemos hacer nada; significa que somos capaces de hacer y hacerlo sin deferencia alguna al honor del Creador.
Ya sea que llamemos a esto “la gracia general de Dios” o la gracia especial de Dios “en la naturaleza común” (2.2.17), es evidente que los dones naturales del hombre caído muestran “trazas remanentes de la imagen de Dios”. Seremos esclavos, nobles algunos. Ciertamente somos humanos, pero en esclavitud al pecado.
Blog 45: 2.2.12 - 2.2.17
http://www.reformation21.org/calvin/iain-d-campbell/
miércoles, 18 de marzo de 2009
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