Agustín de Hipona escribio en su libro de CONFESIONES:
Pues ¿dónde y cuándo experimento yo mismo mi vida bienaventurada, para que me acuerde de ella, y la ame y la desee? Ni en esto soy yo solo, o tengo pocos que me acompañen, sino que todos deseamos ser bienaventurados, lo cual no apeteceríamos con una voluntad tan firme y determinada si no la conociéramos con certeza y no tuviéramos de ella cierta y segura noticia.
Pero ¿en qué consiste, que si a dos hombres se les preguntase si querían seguir la carrera de la milicia, es muy posible que el uno respondiera que sí y el otro que no, y que si a entrambos se les preguntase si querían ser bienaventurados, sea también muy posible que uno y otro respondiesen al punto y sin poner duda en ello que lo querían y estaban deseando, y que no por otro fin sino el de ser felices y bienaventurados tomaban dos partidos tan opuestos como querer el uno seguir la milicia y el otro no seguirla?
Por estoy totalmente de acuerdo con C.S. Lewis cuando dice que el probelma del hombre no es que vive para ser feliz o para satisfacer sus deseos, sino que el problema es que se conforma con muy poca cosa y busca satisfacción en cosas que nunca satisfacen. Si eres ser humano, el deseo de tu corazón es ser feliz y Dios te dice la única manera de conseguirlo.