Richar Baxter vivió hace muchos años, pero como todo lo clásico, sus escritos son tan relevantes hoy como lo fueron hace 400 años. Analiza este condensado sobre la ira y medita:
Ira es una emotiva respuesta pasional contra aquella maldad percibida que nos impida o sea un obstáculo para lo bueno. Es una emoción dada por Dios para nuestro bien y que nos despierta contra todo aquello que se opone a la gloria de Dios, nuestra salvación y bienestar, o para el bien de nuestro prójimo. O sea que la ira es buena cuando se utiliza para el fin apropiado, ejecutada en la forma y medida correcta. ¿Cuándo entonces es ira pecaminosa?
Consideraciones prácticas para evitar ira pecaminosa.
1. Cultiva actitudes correctas. Vive bajo la autoridad de Dios, gobernado por el sentido de obediencia a El. Ten presente Su misericordia que nos perdona y sostiene y de la gracia que nos asiste y nos sana. Ten presente Sus promesas de amor eterno. Estas vitaminas fortalecerán tu corazón. Así como la ira surge de nuestro interior, así también la humildad. El punto de ebullición o de enfriamiento se halla dentro de nosotros mismos.
2. No pienses más alto de ti, cultiva espíritu humilde. Porque la humildad es paciente y no exagera los daños (Proverbios 13:10; 28:25; 21:24; Salmo 31:18). Humildad, mansedumbre y paciencia viven y mueren juntos!
3. Evita una mente codiciosa y mundana. Esta mentalidad atesora lo material a tal punto que cualquier pérdida, oposición o daño altera e inflama las pasiones. Nada ni nadie logra agradar a un codicioso.
4. Frena tu ira temprano, antes que se desparrame. Vigila sus primeras manifestaciones, procura que te obedezca. Tu voluntad y razón tienen gran poder de control si los usas de acuerdo a tu nueva naturaleza.
5. Toma control de tu lengua y manos y actitud, incluso si en el momento te arropa la pasión. Evitarás aumentar el pecado, y la pasión se desvanecerá porque no tiene enchufe! Y no digas que no tienes control. No sólo hay que evitar la profanidad y maldiciones de la mente mundana sino también la multiplicación de palabras, contiendas, objeciones, palabras amargas o cortantes que solo aumentarán la ira en los demás (Proverbios 15:1).
6. Al menos guarda silencio, hasta que la razón tenga oportunidad de hablar y tú tengas oportunidad de pensar. La paciencia disminuye la ira propia y la ajena (Proverbios 25:15).
7. Si no te es fácil guardar silencio o permanecer quieto, abandona el sitio y/o a la persona que te ha provocado. No te quedes parado frente al nido de avispas si tú las provocaste (Proverbios 14:7).
8. Cultiva el hábito de no disputar con el iracundo, siempre y cuando puedas hacerlo sin descuidar tu deber. Aprende a conservar la distancia.
9. Al estar a solas, no medites en daños o provocaciones antiguas. No alimentes tus pensamientos con estas cosas. Tu propia imaginación te conducirá a la ira.
10. Cultiva ejemplos y pensamientos vívidos sobre la humildad y paciencia de nuestro Señor Jesucristo (Mateo 11:29; 1 Pedro 2:21,23; Mateo 5:5).
11. ¡Vive delante de la presencia de Dios! Y cuando sientas desbordar tus pasiones, refrénalas en el nombre de Dios y recuérdate que estás en Su augusta Presencia y la de Sus santos ángeles.
12. Observa a otros en sus pasiones y considera cómo lucen. Piensa en la actitud de contienda y los ojos flameantes y las miradas amenazadoras que devoran y las tendencias para hacer daño… y considera si son ejemplos a imitar.
13. ¡Confiesa tu pecado a quienes te rodean sin tardanza! Acepta la vergüenza para ti mismo. Honra a Dios y avergüenza al pecado. Confesar la tentación detiene el fuego y apaga las llamas. Ten sabiduría, de modo tal que la confesión no endurezca o provoque a otros contra ti, o te ridiculice. Pon prudencia y precaución en tu persona.
14. Si tus pasiones han ofendido o causado daño a otros, en palabras o acciones, en libertad ve y confiesa y solicita perdón. Confesar es advertir a otros “no sigas mi ejemplo”. Limpiará tu conciencia y preservará al otro. Y si te consideras incapaz de confesar, es porque no quieres, no porque no puedas.
15. Tanto como sea posible acude a Dios de inmediato en oración y pide perdón y gracia para contrarrestar este pecado. El pecado no soporta que oremos ante la presencia de Dios. Confiesa cuán fácilmente te irritas y cuán apegado estás a tu ira pecaminosa. Ora y ora y ora y… hasta que la gracia divina sea suficiente para ti.
16. Pacta con un amigo cercano que te amoneste y reprenda tan pronto tus pasiones asomen la cabeza. Y promete que agradecerás su consejo y tendrán un buen espíritu para recibirlo y lo seguirás. Y mantén tu promesa. (Eclesiastés 7:9; Proverbios 16:32; 15:18; 19:11).
CHRISTIAN DIRECTORY,
Richard Baxter, 1662.
(Adapted and paraphrased by Richard Rushing, 2008 The Banner of Truth Trust).
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