Calvino continúa su caso contra el uso de imágenes (iconos, crucifijos y similares) en la adoración cristiana, lo cual considera pura y simplemente como una violación idólatra del Segundo Mandamiento.
Uno de sus argumentos es histórico: en los primeros 500 años de
Otro argumento es de naturaleza práctica: cuando se introducen imágenes en la adoración cristiana se disminuye el poder de los sacramentos (el bautizo y la cena del Señor). Como símbolos visibles de
Pero otro argumento es de exégesis: Calvino considera y valora muchos de los argumentos a favor de imágenes como los esgrimidos en el Segundo Consejo de Nicea (en 787) y los juzga tan ineptos como absurdos.
Pero quizás su argumento más poderoso es teológico. Cuando Dios es adorado mediante figuras e imágenes, se parcializa Su poder y perfección de manera semejante al de dioses y diosas menores. En lugar de ver a Dios como la fuente de toda majestad y gracia, las personan tienden a ver otras cosas en la vida como proveedoras de seguridad, esperanza, protección, placer y satisfacción.
Calvino ha descrito el corazón humano como una fábrica de ídolos. Ahora dice, en efecto, que el corazón humano es también un centro de distribución. La naturaleza pecaminosa toma las prerrogativas que propiamente pertenecen solo a Dios y las distribuye entre muchas deidades.
Esta visión interna sobre la idolatría es importantísima: nuestra tentación no es mera adoración de dioses falsos, sino también adorar cada vez menos al verdadero Dios al retirar de Su gloria poco a poco, cada vez.
Blog 19: 1.11.13 - 1.12.2
Blogging the Institutes. Phil Ryken http://www.reformation21.org/calvin/2009/01/blog-19-11113-1122.php
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