Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección (Romanos 6:5).
Un muerto no puede revivirse otra vez. Sin embargo, muchos hay que compran religión tipo Pinocho, esperando que cualquier cosa que hagan por sí mismos les dará vida.
Pero la naturaleza de la muerte es la ausencia de vida –un estado sin esperanza fuera de toda acción externa. Muchos persiguen conocimiento con la esperanza de que el “input” les haga vivir. Ven al “yo” como impartidor de vida, y no buscan ni confían en la gracia de Dios.
La tristeza es que tal práctica es rampante en círculos cristianos y seculares. Ya sea educación, causas humanitarias, o la mecánica fe “hazlo mejor, intenta duro” de nuestros corazones religiosos, queremos que nuestras buenas obras reemplacen la dependencia de niños ante un Padre celestial.
El evangelio –las buenas noticias- significa que la vida se otorga cuando nos apartamos de nuestra auto-salvación. Solo Cristo imparte vida a nuestra alma.
Unidos con Cristo
Si bien la Iglesia posterior a la Reforma enfoca el estado del creyente ante Dios como salvación, la iglesia antes de la Reforma entendía la salvación en términos de unión con Cristo, como Pablo expresa en Romanos 6:
¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? (v.3)
Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección (v.5)
Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él (v.8)
Y todavía más:
…sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado (v.6)
…sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él. Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive. Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro (v.9-11).
Por tanto, nuestra vida presente es proclamación de la esperanza futura a quienes estamos unidos con El:
Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva (v.4)
Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección (v.5).
Adquirir conocimiento no imparte vida, ya sea teológico o de otro tipo. Tampoco se imparte vida mediante los esfuerzos propios de las buenas intenciones o buenas obras. No, no afirmemos la desesperanza de la religión basada en sus propios medios. Más bien, enganchemos nuestra mente y corazón a la promesa de vivir bajo la gracia.
Jeremy Carr. Grace vs. Sin Series [Part 3 of 5]: Click | View Series
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