Desde la visión de Jesús, hay dos caminos fundamentales para vivir la vida. En un camino, estás conectado a Dios y El dirige tu vida.
Esta es la idea del Salmo 23: “El Señor es mi pastor… y sus misericordias me seguirán todos los días de mi vida”.
En el otro camino, estás conectado a ti mismo en gran medida, desconectado.
Llamaré a esto el Antisalmo 23: “Ando por mí mismo… y la frustración me persigue todos los días de mi vida”.
Analicemos primero esta manera antisalmista de vivir la vida:
Antisalmo 23
Ando por mí mismo. Nadie mira por mí ni me protege.
Experimento un continuo sentido de necesidad.
Nada está en lo correcto. Estoy siempre inquieto.
Fácilmente frustrado y a menudo decepcionado.
Es una selva –me siento abrumado.
Es un desierto –tengo sed.
Mi alma se siente rota, torcida, estirada. No puedo enderezarme a mí mismo.
Tropiezo y caigo en obscuras vías.
Con todo, insisto: Quiero hacer lo que yo quiero, cuando yo quiera y como yo quiera.
Pero la vida es confusa.
¿Por qué será que las cosas no funcionan realmente?
Soy asaltado por el vacío y la futilidad –sombras de muerte.
Temo la gran herida y pérdida final. La muerte me espera al final de cada camino, pero no pienso en ello. Paso mi vida protegiéndome a mí mismo.
Pueden seceder cosas malas, no hay consuelo que dure.
Estoy solo… encarando todo aquello que pudiera herirme.
¿Son mis amigos realmente amigos? Otras gentes me utilizan para sus fines.
No puedo realmente confiar en nadie. Nadie está a mi espalda.
Nadie está a favor mío –excepto yo.
Y estoy tanto solo sobre mí, que resulta enfermizo.
No pertenezco a nadie excepto a mí mismo.
Mi copa nunca está totalmente llena. Tengo vacío.
La frustración me persigue todos los días de mi vida.
¿Seré simplemente obliterado hacia la nada? ¿Estará solo para siempre, sin hogar, en caída libre al vacío?
Sartre dijo “el infierno es la otra gente”. Yo añado “el infierno es yo mismo también”.
Es una muerte en vida, y luego moriré.
El antisalmo describe cómo se siente y cómo luce la vida cuando Dios desaparece de la escena. Captura el sin-sentido y futilidad de propósitos mezquinos y autodeprecatorios. Expresa los temores y la silenciosa desesperación de quien no puede encontrar una voz porque no hay nadie con quien hablar realmente.
Pero el antisalmo no tiene por qué ser la historia final.
Será nuestra realidad únicamente si la construimos sobre mentiras.
En la verdadera realidad, alguien más es el centro de la historia. El YO SOY fue, es y será, por siempre y siempre, independiente a si la gente -tú mismo- se percata o no.
Al despertar, al ver quién es Jesús, todo cambia. Ves la Persona en cuyo cuidado y capacidad puedes confiar. Experimentas Su cuido. Ves la Persona a quién estás destinado a adorar y dar Gloria. Le amas porque El te ama.
El Salmo 23 captura cómo se siente y cómo luce la vida cuando Cristo pone Su mano sobre nuestro hombro.
Salmo 23
Jehová es mi pastor; nada me faltará.
En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará.
Confortará mi alma; me guiará por sendas de justicia por amor de Su nombre.
Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temerá mal alguno, porque Tú estarás conmigo. Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.
Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa de Jehová moraré por largos días.
¿Puedes ver, sentir la diferencia?
David Powlison. http://www.boundless.org/2005/articles/a0001829.cfm
N de E: Este es un extracto del primero de dos artículos que Powlinson escribiera sobre el tema. Altamente recomendables.
domingo, 2 de agosto de 2009
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