miércoles, 15 de abril de 2009

2. Padres y Adolescentes

He aquí la parte final. ¡Bon apetit!

Una dirección a los padres
“Y ustedes, padres, no exasperen a sus hijos. Más bien edúquenlos e instrúyanlos en el Señor” (Efesios 6:4)

1. El mandato negativo a los padres –no exasperes
Esto no significa que nunca hagamos aquello que podría enojarlos. Incluso la corrección más liviana podría ocasionar una mala respuesta. Lo que significa es lidiar con nuestros adolescents de una manera que no produzca desaliento innecesario o sea causa de amargura (Colosenses 3).

Fuentes de exasperación a corto plazo:
1. Establecer demandas inapropiadas. Por ejemplo, reglas irrelevantes o fuera de lugar. Aprende a “soltar hilo”, dejar ser para crecer. No violentes el sentido de justicia que Dios ha dado a tus hijos.

2. Disciplina irrazonable. Por ejemplo, castigos desproporcionados, o fallas para distinguir entre torpeza y desobediencia. La habilidad social adolescente suele ser bastante pobre a medida que luchan con su identidad. Adolescentes que “hablan entre dientes” suelen avergonzar a sus padres, pero en realidad lo que revela es falta de confianza más que desobediencia.

3. Parcialidad [favoritismo]. Amar a las niñas más que a los varones o viceversa, ser más consentidores con los pequeños en perjuicio de los mayores, hacer comparaciones con los hijos de otras familias… El mensaje que enviamos es “quisiera que tú fueras otra persona”.

Fuentes de exasperación a largo plazo:
1. Fallas en el ejercicio de la disciplina. Darse por vencido con tal de que haya paz… Los hijos crecen inseguros, no reconocen sus límites, no saben lo que es dominio propio. Cuando salgan al mundo, como padre sentirás su rechazo al percibir ellos los resultados de tu insuficiencia.

2. Inconsistencia. Urgir a nuestros hijos para que acepten a Jesús como Señor, cuando ellos ven que el dinero o la comodidad o la reputación es nuestro señor… Al cometer errores, tengamos las entrañas de confesarlos a nuestros adolescentes.

3. Promesas no cumplidas. El mensaje enviado es que otras cosas son más importantes para nosotros como padres que los mismos hijos.

2. El mandato positivo a los padres –educación e instrucción en el Señor
Siempre existirá la presión (porque nos hallamos en batalla espiritual) de descuidar la enseñanza del evangelio cuando les enseñamos a jugar ajedrez o a rodar en bicicleta u otras cosas. No tenemos que enseñarles a pecar. Sí tenemos que enseñarles del Salvador. Esta es la responsabilidad primaria de nosotros los padres (no de la iglesia, ni del grupo juvenil). Quizás pasó la época de leerles a la hora de acostarse, pero hay muchas otras oportunidades a la hora de la comida o cuando ven TV juntos o al discutir asuntos de la vida cotidiana. Puede ser tentador decir “voy a dejar que decidan por ellos mismos”, pero esto comunica la idea de que el asunto no tiene importancia. No es verdad que dices “voy a dejar que decidan cómo cruzar la calle”. No es lavado de cerebro enseñar a nuestros hijos lo que sabemos que es verdad.

Notas de Tim Chester sobre el libro de Ann Benton, Teenagers: Biblical Wisdom for Parents (IVP). http://timchester.wordpress.com/2009/04/09/being-a-father-of-teenagers-pt-2/

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